Galhard
Gal
26-09-2024, 12:18 AM
Galhard levantó la mirada rápidamente al escuchar la voz que rompía el silencio entre los escombros. Su instinto se activó al instante, evaluando la figura que surgía de entre las sombras, pero mantuvo su expresión neutral, aunque su curiosidad creció de inmediato. El individuo, envuelto en una actitud tranquila pero cargada de intenciones, sostenía una espada envuelta en tela gris. Su movimiento fue lento, calculado, y cuando finalmente dejó ver el arma, el destello del metal capturó la atención de Galhard al instante.
La hoja era perfecta. Fina, letal, con un filo que prometía no decepcionar en combate. Galhard no era alguien que se dejara impresionar fácilmente, pero había algo en esa espada que lo llamaba, como si la historia de sus anteriores dueños resonara en sus manos sin haberla tocado aún. La búsqueda infructuosa entre la chatarra ahora parecía irrelevante. Aquí estaba lo que realmente necesitaba, y el ofrecimiento del extraño estaba cargado de esa certeza.
Galhard no vaciló. Sabía que la calidad tenía un precio, y después de lo que había visto en el Grey Terminal, no había dudas de que esta espada era diferente. Pudo haber regateado, tal vez buscar alguna ventaja en la transacción, pero algo en su interior le decía que perder más tiempo sería un error. Esta espada tenía un destino, y estaba claro que ese destino era estar en sus manos.
—Diez millones, dices—repitió, mientras sus ojos volvían a la hoja, como si evaluara por última vez si valía el costo. Sabía que lo valía, y su determinación no flaqueó—. Trato hecho.—
Sacó el dinero con un gesto firme, contando la suma sin prisa, pero sin dejar espacio para que el vendedor dudara de su seriedad. El aire entre ambos se tensó ligeramente, como si ambos entendieran que este intercambio no solo era de bienes materiales, sino de algo más profundo. La espada que Galhard acababa de adquirir no era simplemente una herramienta de guerra; era una extensión de sí mismo, una que, a partir de ese momento, formaría parte de su destino.
Colocó la bolsa llena de billetes en la mano del vendedor, que las recibió con una sonrisa de satisfacción apenas perceptible.
Galhard envolvió la espada en la tela nuevamente, protegiéndola del polvo que se levantaba con el viento, y la aseguró a su cintura. Sabía que este arma lo acompañaría en sus próximas batallas, y sentía que con ella, estaría más que preparado para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.
—Estoy seguro que la espada cumplirá con mis expectativas —Añadió Galhard, con la misma determinación con la que había aceptado el trato. Luego, sin más palabras, dio media vuelta y se alejó de aquel rincón del Grey Terminal. La espada estaba en su poder ahora, y con ella, una nueva etapa en su vida como marine.
Mientras el viento levantaba polvo a su alrededor, Galhard sonrió apenas. Sabía que este era solo el comienzo.
La hoja era perfecta. Fina, letal, con un filo que prometía no decepcionar en combate. Galhard no era alguien que se dejara impresionar fácilmente, pero había algo en esa espada que lo llamaba, como si la historia de sus anteriores dueños resonara en sus manos sin haberla tocado aún. La búsqueda infructuosa entre la chatarra ahora parecía irrelevante. Aquí estaba lo que realmente necesitaba, y el ofrecimiento del extraño estaba cargado de esa certeza.
Galhard no vaciló. Sabía que la calidad tenía un precio, y después de lo que había visto en el Grey Terminal, no había dudas de que esta espada era diferente. Pudo haber regateado, tal vez buscar alguna ventaja en la transacción, pero algo en su interior le decía que perder más tiempo sería un error. Esta espada tenía un destino, y estaba claro que ese destino era estar en sus manos.
—Diez millones, dices—repitió, mientras sus ojos volvían a la hoja, como si evaluara por última vez si valía el costo. Sabía que lo valía, y su determinación no flaqueó—. Trato hecho.—
Sacó el dinero con un gesto firme, contando la suma sin prisa, pero sin dejar espacio para que el vendedor dudara de su seriedad. El aire entre ambos se tensó ligeramente, como si ambos entendieran que este intercambio no solo era de bienes materiales, sino de algo más profundo. La espada que Galhard acababa de adquirir no era simplemente una herramienta de guerra; era una extensión de sí mismo, una que, a partir de ese momento, formaría parte de su destino.
Colocó la bolsa llena de billetes en la mano del vendedor, que las recibió con una sonrisa de satisfacción apenas perceptible.
Galhard envolvió la espada en la tela nuevamente, protegiéndola del polvo que se levantaba con el viento, y la aseguró a su cintura. Sabía que este arma lo acompañaría en sus próximas batallas, y sentía que con ella, estaría más que preparado para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.
—Estoy seguro que la espada cumplirá con mis expectativas —Añadió Galhard, con la misma determinación con la que había aceptado el trato. Luego, sin más palabras, dio media vuelta y se alejó de aquel rincón del Grey Terminal. La espada estaba en su poder ahora, y con ella, una nueva etapa en su vida como marine.
Mientras el viento levantaba polvo a su alrededor, Galhard sonrió apenas. Sabía que este era solo el comienzo.