Silver
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26-09-2024, 12:29 AM
La madre observaba a Marvolath mientras recogía sus pocas pertenencias, con su rostro todavía marcado por la preocupación. El niño, aunque aún débil, respiraba con menos dificultad, y eso parecía darle algo de consuelo. Sin embargo, la sombra de algo más grande pesaba sobre ella.
—No sé cómo podré pagarle por lo que ha hecho, doctor... —dijo, con voz quebrada—. Aquí en el este de Oykot... la vida es dura, y casi nadie tiene dinero de sobra.
Se detuvo por un momento, sopesando sus palabras antes de continuar.
—Pero, si necesita un lugar donde quedarse... puede usar esta casa. No es mucho, pero tiene un techo y una cama. —El tono de su voz mostraba más gratitud que vergüenza—. Es lo menos que puedo ofrecerle por ayudar a mi hijo. Aquí no es seguro dejar la puerta abierta mucho tiempo... pero con usted aquí, me sentiría más tranquila.
Hizo una pausa antes de mencionar lo que parecía haberse guardado hasta ese momento.
—Además... si busca trabajo, tal vez debería visitar el almacén del puerto. —Sus palabras eran rápidas y entrecortadas, como si temiera ser escuchada—. Muchos de los que trabajan en los talleres y la planta terminan yendo allí... es un lugar donde la gente se reúne cuando ya no pueden más con la enfermedad. No es un hospital, pero... un médico como usted podría encontrar allí más pacientes. Quizás incluso alguien que pueda pagarle.
La mujer torció las manos en su delantal, nerviosa, mientras dirigía una última mirada a su hijo, ahora durmiendo más calmado.
—No sé qué más decirle, solo que... que tenga cuidado. Hay cosas en esta ciudad que es mejor no saber. —Sus ojos revelaban un miedo profundo, aunque sus labios no lo dijeron—. Aún así, quizás en ese almacén pueda encontrar más respuestas que aquí.
—No sé cómo podré pagarle por lo que ha hecho, doctor... —dijo, con voz quebrada—. Aquí en el este de Oykot... la vida es dura, y casi nadie tiene dinero de sobra.
Se detuvo por un momento, sopesando sus palabras antes de continuar.
—Pero, si necesita un lugar donde quedarse... puede usar esta casa. No es mucho, pero tiene un techo y una cama. —El tono de su voz mostraba más gratitud que vergüenza—. Es lo menos que puedo ofrecerle por ayudar a mi hijo. Aquí no es seguro dejar la puerta abierta mucho tiempo... pero con usted aquí, me sentiría más tranquila.
Hizo una pausa antes de mencionar lo que parecía haberse guardado hasta ese momento.
—Además... si busca trabajo, tal vez debería visitar el almacén del puerto. —Sus palabras eran rápidas y entrecortadas, como si temiera ser escuchada—. Muchos de los que trabajan en los talleres y la planta terminan yendo allí... es un lugar donde la gente se reúne cuando ya no pueden más con la enfermedad. No es un hospital, pero... un médico como usted podría encontrar allí más pacientes. Quizás incluso alguien que pueda pagarle.
La mujer torció las manos en su delantal, nerviosa, mientras dirigía una última mirada a su hijo, ahora durmiendo más calmado.
—No sé qué más decirle, solo que... que tenga cuidado. Hay cosas en esta ciudad que es mejor no saber. —Sus ojos revelaban un miedo profundo, aunque sus labios no lo dijeron—. Aún así, quizás en ese almacén pueda encontrar más respuestas que aquí.