Anko
Médica Despiadada
26-09-2024, 05:20 AM
Luego de su orden, uno de los soldados rasos que se encontraban ahí con ella; viéndola desde hacía rato cuando ella no lo notaba, obedeció y corrió fuera de la bodega para subir a la cubierta y traer información de que estaba sucediendo. El sonido de los cañones disparando sus poderosas balas destructivas resonaba en el lugar con un ligero temblor en el agua, provocando un leve meneo en el barco que la marina iba custodiando. Anko suspiró mientras rebuscaba en su mochila aquella caja de cigarros que había decidido traer consigo y cuando la encontró, tomó uno de su interior y lo colocó entre sus labios. Sólo faltaba lo más importante, encenderlo.
Sus manos empezaron a moverse dentro de la mochila y luego en sus bolsillos de forma desesperada, talvez por el meneo del barco no encontraba el zipo que la había acompañado desde años atrás en sus aventuras. Un poco frustrada, dejó de buscar y se acomodó la mochila en la espalda para girarse y ver al único soldado raso ahí. — ¿Tienes fuego? —. Justo en ese instante regresó el marine que había mandado a la cubierta, ligeramente agitado por su carrera, este hombre entregó la información solicitada a la Suboficial, el barco estaba siendo atacado por lo que se presume, eran piratas.
En ese momento, la peli marrón dudó sobre su propio accionar, no se decidía sí abandonar la bodega y dejarla en manos de los valientes soldados rasos o aguardar su posición. Para su buena suerte, su dilema tuvo una solución con la llegada de un tercer soldado raso que se había mantenido en la cubierta. Este soldado traía órdenes de Galhard, y la orden era clara y precisa, la presencia de Anko era solicitada en cubierta para hacer frente a los enemigos que pretendían robar el barco. Seguido de él, un nuevo grupo de soldados rasos arribó a la bodega, de igual forma, con órdenes de Galhard para mantenerse ahí custodiando la mercancía. — Bien… Protejan esto con todas sus fuerzas. Nosotros nos haremos cargo del enemigo —. Dijo con su clásico tono frío pero amable antes de abandonar con rapidez la bodega.
Sus piernas se movían de la forma más veloz que podía para subir rápido a la cubierta y una vez llegó a la superficie, pudo ver una demostración de la enorme experiencia y poder de Lovecraft, lanzando un golpe al aire que generó una poderosa onda que buscaba repeler las balas de cañón disparadas por el enemigo, y claro, ese poderoso grito de guerra no hizo más que generar una situación épica frente a los marines en cubierta. Tras su movimiento, el marine más experimentado de Lotus Marine saltó hacia la tartana enemiga, siendo acompañado por Nagaki, y Masao. Anko por su parte, no tenía la fuerza suficiente como para pegar un gran y enorme salto como sus compañeros, por esa razón, esperó a que Galhard, controlando el timón, acercara un poco más el barco al de los invasores.
Mientras tanto, ella ya se estaba preparando para abordar el barco enemigo, tomando la empuñadura de dos de sus tres Katanas ubicadas en su cintura y desenvainándolas para mantener una en cada una de sus manos. Y cuando el barco escoltado por la marina estaba aún más cerca de la tartana enemiga (sí acaso unos 10 metros), Anko tomó algo de impulso corriendo y saltó, apuntando su caída a la zona más despejada posible por Lovecraft con ayuda de su poderoso Hasshoken. Al caer, se mantuvo en guardia, adoptando una postura que le permitiera atacar de forma ágil con sus dos Katanas. Con Lovecraft tranquilo solicitando explicaciones con su poco hablar, ella decidió no lanzarse al ataque y esperar la salida del capitán de la tartana.
Sus manos empezaron a moverse dentro de la mochila y luego en sus bolsillos de forma desesperada, talvez por el meneo del barco no encontraba el zipo que la había acompañado desde años atrás en sus aventuras. Un poco frustrada, dejó de buscar y se acomodó la mochila en la espalda para girarse y ver al único soldado raso ahí. — ¿Tienes fuego? —. Justo en ese instante regresó el marine que había mandado a la cubierta, ligeramente agitado por su carrera, este hombre entregó la información solicitada a la Suboficial, el barco estaba siendo atacado por lo que se presume, eran piratas.
En ese momento, la peli marrón dudó sobre su propio accionar, no se decidía sí abandonar la bodega y dejarla en manos de los valientes soldados rasos o aguardar su posición. Para su buena suerte, su dilema tuvo una solución con la llegada de un tercer soldado raso que se había mantenido en la cubierta. Este soldado traía órdenes de Galhard, y la orden era clara y precisa, la presencia de Anko era solicitada en cubierta para hacer frente a los enemigos que pretendían robar el barco. Seguido de él, un nuevo grupo de soldados rasos arribó a la bodega, de igual forma, con órdenes de Galhard para mantenerse ahí custodiando la mercancía. — Bien… Protejan esto con todas sus fuerzas. Nosotros nos haremos cargo del enemigo —. Dijo con su clásico tono frío pero amable antes de abandonar con rapidez la bodega.
Sus piernas se movían de la forma más veloz que podía para subir rápido a la cubierta y una vez llegó a la superficie, pudo ver una demostración de la enorme experiencia y poder de Lovecraft, lanzando un golpe al aire que generó una poderosa onda que buscaba repeler las balas de cañón disparadas por el enemigo, y claro, ese poderoso grito de guerra no hizo más que generar una situación épica frente a los marines en cubierta. Tras su movimiento, el marine más experimentado de Lotus Marine saltó hacia la tartana enemiga, siendo acompañado por Nagaki, y Masao. Anko por su parte, no tenía la fuerza suficiente como para pegar un gran y enorme salto como sus compañeros, por esa razón, esperó a que Galhard, controlando el timón, acercara un poco más el barco al de los invasores.
Mientras tanto, ella ya se estaba preparando para abordar el barco enemigo, tomando la empuñadura de dos de sus tres Katanas ubicadas en su cintura y desenvainándolas para mantener una en cada una de sus manos. Y cuando el barco escoltado por la marina estaba aún más cerca de la tartana enemiga (sí acaso unos 10 metros), Anko tomó algo de impulso corriendo y saltó, apuntando su caída a la zona más despejada posible por Lovecraft con ayuda de su poderoso Hasshoken. Al caer, se mantuvo en guardia, adoptando una postura que le permitiera atacar de forma ágil con sus dos Katanas. Con Lovecraft tranquilo solicitando explicaciones con su poco hablar, ella decidió no lanzarse al ataque y esperar la salida del capitán de la tartana.