Asradi
Völva
26-09-2024, 04:13 PM
Se había separado de Airgid y Ragn, solo unos pocos metros. Los suficientes como para dejar que ellos hiciesen sus cosas y, al mismo tiempo, que ninguno de los tres se perdiese totalmente de vista. Durante su momento de distracción, por decirlo de alguna manera, Asradi no logró captar nada demasiado interesante o relevante. No más allá de la conversación de un par de jóvenes balleneros hablando entre sí. La sirena mantenía la vista puesta sobre alguna bisutería que parecía comprobar y admirar en sus manos, pero con la oreja puesta. Frunció levemente el ceño al escuchar hablar de guerra. Que la cosa no tardaría en estallar. Era verdad, como todo siguiese así, eso saltaría como un polvorín. Y eso era, precisamente, lo que estaban buscando. Que la gente de a pie, la gente trabajadora, se alzase en contra de la injusticia que estaban recibiendo.
— Me quedo con este. — Esbozó una suave sonrisa, mientras se quedaba con el colgante de conchas pulidas que había estado “mirando”. A su vez, extendió un par de monedas más de las que, realmente, valía eso, ganándose un agradecimiento por parte de la tendera.
Apenas y tuvo tiempo de terminar de despedirse de la ajada mujer cuando sintió la alegre presencia de torbellino de Airgid, quien la tomó de la mano con soltura que la caracterizaba. No pudo evitar, la pelinegra, una risita suave, aunque asintió brevemente cuando Airgid dijo que tenían lo que necesitaba. La miró de reojo ahora ya con una expresión más seria. A partir de ahora, venía lo complicado, probablemente. Y ella tendría que mentalizarse de, seguramente, encontrar opiniones y formas de vida que chocaban con su forma de ver algunas cosas. Ya había tenido el primer roce con Ragnheidr al respecto. Pero con él había confianza. Con los demás...
— A ver cómo se dan las cosas... — Murmuró al aire, pero de manera totalmente audible cuando Airgid les susurró que sabía dónde se encontraba Karina.
Eso era lo que habían venido a buscar. Al menos una parte. La otra dependía totalmente de la labia y, sobre todo, de los beneficios que pudiesen darle a Karina el suficiente peso como para convencerla.
Como no, ahí estaba Ragn con su bendito muslo de pollo. Al grandullón no le costó nada aupar a ambas mujeres hasta sus hombros. Asradi ya estaba habituada, así que se sentó muy dignamente y guardando el equilibrio. Era una buena altura desde donde poder otear a su alrededor. Solo cuando se alejaron un poco del lugar, lejos de oídos indiscretos, fue que se atrevió a hablar. Mientras Airgid guiaba el camino, por supuesto.
— ¿Cómo creeis que sea esa tal Karina? Como sea un hueso duro de roer, vamos listos. — Bromeó ligeramente, con una sutil sonrisa en los labios. Aún así, luego de eso no pudo evitar un suspiro más apesadumbrado. — Da mucha rabia el ver como tienen que vivir por culpa de esa central... Es injusto. — Frunció el ceño tras decir esto.
Era verdad que no aprobaba totalmente lo de la caza de ballenas solo para obtener aceite. Pero no era tan cruel como para desearles el mal que estaban viviendo ahora.
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