Ray
Kuroi Ya
26-09-2024, 06:37 PM
Los dos marines parecen desconcertados ante tu poco ortodoxa y totalmente carente de pudor presentación, pues durante unos momentos se miran de reojo con expresión confundida. Ambos son bastante jóvenes, apenas aparentan poco más de veinte años, y se nota que están nerviosos. Tu perorata pronto empieza a hacerse demasiado larga para su gusto, pues uno de ellos te insta a que pares de hablar:
- ¡Cállate y sigue tu camino ahora mismo! ¡Venga!
Se nota que están incómodos, la situación no les gusta porque les genera incertidumbre al desconocer tus intenciones. De hecho cuando les avisas de que vas a sacar algo del interior de tu chaqueta ambos intensifican su mirada y se tensan. En ese momento el marine que se encuentra a tu izquierda te advierte:
- ¡Mantén las manos donde podamos verlas! ¡No hagas ningún movimiento sospechoso o nos veremos obligados a dispararte!
Decides no hacer caso y aún así meter la mano bajo tu chaqueta, ocultándola. Esto para un militar que se encuentra vigilando un área protegida es sinónimo de peligro máximo, pues el hecho de que un ciudadano ignore una orden directa y además oculte su mano bajo la ropa hace muy plausible que esté tratando de desenfundar un arma de fuego con el que igualar las tornas. Por lo tanto, antes de que puedas sacar tu libro ambos marines aprietan el gatillo de sus armas, disparando una bala cada uno hacia tu posición. Una se dirige a tu pecho, la otra hacia tu muslo izquierdo.
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En cuanto a ti, Rocket, te mueves con el sigilo de un espíritu por el muelle, y ninguno de los marines parece detectar tu presencia. Consigues escabullirte y subir hasta la embarcación sin hacer el más mínimo ruido. Utilizando tu Haki puedes percibir que en el interior del barco hay otras tres presencias que, por el contexto en el que te encuentras, probablemente correspondan también con marines. Dichas presencias se mueven bajo tus pies, afanándose en alguna tarea en el interior del navío.
Tu olfato, tan desarrollado como cabría esperar en un mapache, no tarda en indicarte el camino hasta lo que parece un almacén que se encuentra bajo cubierta. Gracias a tu capacidad para detectar a distancia la presencia de otros puedes ir evitando a los tres seres humanos que percibes en la parte de abajo del barco hasta que, por fin, llegas a tu objetivo. Un camarote lleno de alimentos de todo tipo, desde carnes y pescados conservados en salazón o adobo a enormes sacos de harina de trigo, azúcar y sal, pasando por frutos secos, mantequilla y múltiples garrafas de aceite. Tiene pinta de que se trata de las provisiones cuya entrega os habían encargado interceptar.
- ¡Cállate y sigue tu camino ahora mismo! ¡Venga!
Se nota que están incómodos, la situación no les gusta porque les genera incertidumbre al desconocer tus intenciones. De hecho cuando les avisas de que vas a sacar algo del interior de tu chaqueta ambos intensifican su mirada y se tensan. En ese momento el marine que se encuentra a tu izquierda te advierte:
- ¡Mantén las manos donde podamos verlas! ¡No hagas ningún movimiento sospechoso o nos veremos obligados a dispararte!
Decides no hacer caso y aún así meter la mano bajo tu chaqueta, ocultándola. Esto para un militar que se encuentra vigilando un área protegida es sinónimo de peligro máximo, pues el hecho de que un ciudadano ignore una orden directa y además oculte su mano bajo la ropa hace muy plausible que esté tratando de desenfundar un arma de fuego con el que igualar las tornas. Por lo tanto, antes de que puedas sacar tu libro ambos marines aprietan el gatillo de sus armas, disparando una bala cada uno hacia tu posición. Una se dirige a tu pecho, la otra hacia tu muslo izquierdo.
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En cuanto a ti, Rocket, te mueves con el sigilo de un espíritu por el muelle, y ninguno de los marines parece detectar tu presencia. Consigues escabullirte y subir hasta la embarcación sin hacer el más mínimo ruido. Utilizando tu Haki puedes percibir que en el interior del barco hay otras tres presencias que, por el contexto en el que te encuentras, probablemente correspondan también con marines. Dichas presencias se mueven bajo tus pies, afanándose en alguna tarea en el interior del navío.
Tu olfato, tan desarrollado como cabría esperar en un mapache, no tarda en indicarte el camino hasta lo que parece un almacén que se encuentra bajo cubierta. Gracias a tu capacidad para detectar a distancia la presencia de otros puedes ir evitando a los tres seres humanos que percibes en la parte de abajo del barco hasta que, por fin, llegas a tu objetivo. Un camarote lleno de alimentos de todo tipo, desde carnes y pescados conservados en salazón o adobo a enormes sacos de harina de trigo, azúcar y sal, pasando por frutos secos, mantequilla y múltiples garrafas de aceite. Tiene pinta de que se trata de las provisiones cuya entrega os habían encargado interceptar.