Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
30-07-2024, 07:47 AM
(Última modificación: 30-07-2024, 07:59 AM por Anmitsu Uguisu.)
Mitsu observó a su hermana Anko con una expresión de mezcla entre curiosidad y preocupación. La figura de Anko siempre había estado envuelta en una aura de misterio, y ahora, mientras la peli marrón tomaba un cigarro y lo encendía, se le presentaba una imagen que contrastaba profundamente con la dulzura e inocencia que anidaban dentro de ella misma. La Jujin gato, con su naturaleza dulce y su mirada brillante, se sentía atraída no solo por el vínculo que compartían, sino también por la necesidad de comprender a la mujer tan fuerte que tenía frente a ella.
— No, gracias... Nyan — respondió Mitsu, con una sonrisa amable, mientras su pequeño rostro reflejaba una sutil mueca de desagrado al ver el cigarro. Lo que para otros podía parecer un simple gesto, para Mitsu era un momento significativo, una prueba constante de los diferentes caminos que habían recorrido en la vida. Su rechazo al cigarro venía de su firme convicción de mantenerse alejada de los vicios que, aunque aun así tenia el propio con los dulces, como sombras amenazantes, podían oscurecer su existencia y alejarla de la pureza que tanto valoraba.
Mientras Anko aspiraba el humo y lo exhalaba con un gesto casi automático, Mitsu se preguntó cómo era posible que alguien tan capaz y comprometida, como su hermana, pudiera sucumbir a una adicción que lastimaba tanto su cuerpo y su salud. El contraste era casi doloroso para la joven Jujin; desde su infancia, siempre había soñado con una vida en la que los lazos familiares fueran lo más importante, donde las hermanas pudieran compartir risas, secretos y dulces, sin interferencias de fardos externos que pudieran empañar su relación. Sin embargo, aquí estaban, cada una con sus propias luchas internas.
— Fumar es dañino para la salud, y no me preguntes por qué lo hago… — La frase de Anko resonó en su mente, como un eco de sus peores temores. La naturaleza protectora de Mitsu se agitó en su interior, como un gato que se apercibe de un peligro inminente. Era evidente que su hermana había pasado por muchas pruebas, pero Mitsu muchas veces sentía que no tenía capacidad para sanar las heridas del pasado. En su mundo, había tanto que deseaba entender, tanto que quería proteger.
Al escuchar a Anko hablar sobre el dolor que sentía al saber que su padre no estaba orgulloso de la existencia de Mitsu, un nudo se formó en su garganta. La fría honestidad de su hermana, aunque tal vez no intencionadamente hiriente, la dejó al borde de las lágrimas. ¿Cómo podía ser su padre tan cruel? Mitsu, que había creído que su vida estaba marcada por su pureza e inocencia, o al menos eso queria, hoy en día se sentía un poco despojada de su propia luz, mas aun que recordaba constantemente la muerte de su madre. Anko, con su tono directo y a veces áspero, había expuesto una verdad incómoda que resonaba en su pecho.
— No lo digo en mal plan… Mi tono del habla a veces es así… — La aclaración de Anko llegó como un soplo cálido en medio de la tempestad emocional de Mitsu. Con cierta fragilidad, la joven comenzó a apreciar que esta era la única forma en que Anko sabía expresar sus sentimientos. Había un entendimiento tácito, un camino hacia la conexión que ambas anhelaban profundamente. En un momento de vulnerabilidad compartida, Mitsu entendió que el tono de su hermana venía del dolor y la confusión frutos de saber que su propia existencia era solo un eco de decisiones erradas.
— Pero… es algo que me duele… Tú no tienes la culpa de las malas decisiones de papá… Lo bueno es que nosotras podemos remediar esta situación, destruir esa barrera que él creó entre nosotras… — La transformación del tono de Anko cautivó a Mitsu. De repente, la severidad inicial se tornó en un susurro de esperanza, en la invitación de un nuevo comienzo. Mitsu sintió cómo su corazón se expandía con cada palabra, como si las cicatrices de sus almas pudiesen realmente comenzar a sanar.
— Me gustaría, Anko... Nyan... — respondió, sus ojos brillando con lágrimas que trataba de contener, al final las mismas amenazaban con salir antes de terminar haciéndolo, una burla a sus intentos de contenerlas... Era un deseo puro que emanaba del fondo de su ser; la necesidad de construir un puente que uniera sus almas, que borrara el dolor legado por su padre. — Creo que, juntas, podemos encontrar un camino. Me gustaría poder conocerte mejor y entender todo lo que has vivido. Nyan... — Sus palabras eran sinceras, entre sollozos y lagrimas que buscaban ser contenidas pero al final... salían por si solas, impregnadas de un deseo genuino de conexión. En ese momento, la joven sintió que podía ofrecer algo más que dulces o sonrisas; podía ofrecer un corazón dispuesto a compartir la vida con Anko de ahora en adelante, buscando enmendar los errores del pasado.
Mitsu miró a su hermana con sus ojos cristalinos, parecía una niña llorando... Aunque al final en el fondo lo era. Ahí había una complejidad que la intrigaba profundamente, una lucha que resonaba con sus propias inseguridades y vulnerabilidades. La vida podía ser aterradora, pero ahora sabía que no tenía que enfrentarse a ella sola. Con un leve asentimiento, los ojos de Mitsu reflejaron la luz de una emoción floreciente; una mezcla entre compasión y determinación, al menos entre esas delicadas y visibles lagrimas que se deslizaban por sus mejillas.
A medida que el humo del cigarro de Anko se desvanecía en el aire, parecía que también se desvanecían las viejas sombras que separaban a las hermanas.
— No, gracias... Nyan — respondió Mitsu, con una sonrisa amable, mientras su pequeño rostro reflejaba una sutil mueca de desagrado al ver el cigarro. Lo que para otros podía parecer un simple gesto, para Mitsu era un momento significativo, una prueba constante de los diferentes caminos que habían recorrido en la vida. Su rechazo al cigarro venía de su firme convicción de mantenerse alejada de los vicios que, aunque aun así tenia el propio con los dulces, como sombras amenazantes, podían oscurecer su existencia y alejarla de la pureza que tanto valoraba.
Mientras Anko aspiraba el humo y lo exhalaba con un gesto casi automático, Mitsu se preguntó cómo era posible que alguien tan capaz y comprometida, como su hermana, pudiera sucumbir a una adicción que lastimaba tanto su cuerpo y su salud. El contraste era casi doloroso para la joven Jujin; desde su infancia, siempre había soñado con una vida en la que los lazos familiares fueran lo más importante, donde las hermanas pudieran compartir risas, secretos y dulces, sin interferencias de fardos externos que pudieran empañar su relación. Sin embargo, aquí estaban, cada una con sus propias luchas internas.
— Fumar es dañino para la salud, y no me preguntes por qué lo hago… — La frase de Anko resonó en su mente, como un eco de sus peores temores. La naturaleza protectora de Mitsu se agitó en su interior, como un gato que se apercibe de un peligro inminente. Era evidente que su hermana había pasado por muchas pruebas, pero Mitsu muchas veces sentía que no tenía capacidad para sanar las heridas del pasado. En su mundo, había tanto que deseaba entender, tanto que quería proteger.
Al escuchar a Anko hablar sobre el dolor que sentía al saber que su padre no estaba orgulloso de la existencia de Mitsu, un nudo se formó en su garganta. La fría honestidad de su hermana, aunque tal vez no intencionadamente hiriente, la dejó al borde de las lágrimas. ¿Cómo podía ser su padre tan cruel? Mitsu, que había creído que su vida estaba marcada por su pureza e inocencia, o al menos eso queria, hoy en día se sentía un poco despojada de su propia luz, mas aun que recordaba constantemente la muerte de su madre. Anko, con su tono directo y a veces áspero, había expuesto una verdad incómoda que resonaba en su pecho.
— No lo digo en mal plan… Mi tono del habla a veces es así… — La aclaración de Anko llegó como un soplo cálido en medio de la tempestad emocional de Mitsu. Con cierta fragilidad, la joven comenzó a apreciar que esta era la única forma en que Anko sabía expresar sus sentimientos. Había un entendimiento tácito, un camino hacia la conexión que ambas anhelaban profundamente. En un momento de vulnerabilidad compartida, Mitsu entendió que el tono de su hermana venía del dolor y la confusión frutos de saber que su propia existencia era solo un eco de decisiones erradas.
— Pero… es algo que me duele… Tú no tienes la culpa de las malas decisiones de papá… Lo bueno es que nosotras podemos remediar esta situación, destruir esa barrera que él creó entre nosotras… — La transformación del tono de Anko cautivó a Mitsu. De repente, la severidad inicial se tornó en un susurro de esperanza, en la invitación de un nuevo comienzo. Mitsu sintió cómo su corazón se expandía con cada palabra, como si las cicatrices de sus almas pudiesen realmente comenzar a sanar.
— Me gustaría, Anko... Nyan... — respondió, sus ojos brillando con lágrimas que trataba de contener, al final las mismas amenazaban con salir antes de terminar haciéndolo, una burla a sus intentos de contenerlas... Era un deseo puro que emanaba del fondo de su ser; la necesidad de construir un puente que uniera sus almas, que borrara el dolor legado por su padre. — Creo que, juntas, podemos encontrar un camino. Me gustaría poder conocerte mejor y entender todo lo que has vivido. Nyan... — Sus palabras eran sinceras, entre sollozos y lagrimas que buscaban ser contenidas pero al final... salían por si solas, impregnadas de un deseo genuino de conexión. En ese momento, la joven sintió que podía ofrecer algo más que dulces o sonrisas; podía ofrecer un corazón dispuesto a compartir la vida con Anko de ahora en adelante, buscando enmendar los errores del pasado.
Mitsu miró a su hermana con sus ojos cristalinos, parecía una niña llorando... Aunque al final en el fondo lo era. Ahí había una complejidad que la intrigaba profundamente, una lucha que resonaba con sus propias inseguridades y vulnerabilidades. La vida podía ser aterradora, pero ahora sabía que no tenía que enfrentarse a ella sola. Con un leve asentimiento, los ojos de Mitsu reflejaron la luz de una emoción floreciente; una mezcla entre compasión y determinación, al menos entre esas delicadas y visibles lagrimas que se deslizaban por sus mejillas.
A medida que el humo del cigarro de Anko se desvanecía en el aire, parecía que también se desvanecían las viejas sombras que separaban a las hermanas.