Takahiro
La saeta verde
26-09-2024, 08:13 PM
La muchacha se extraña al escucharte maldecir al estar a tanta distancia de ella, haciendo que te mire con repugnancia y se vaya. Al parecer las mujeres no son lo tuyo, joven pirata.
Caminas por el pueblo con calma y tranquilidad, pero no eres capaz de recodar mucho. Algunos flashbacks de luces, alcohol, mujeres y música vienen a tu mente, pero no tienes nada en claro. Continuas tu camino y el repartido de leche te mira y se ríe.
—¡Pero a quién tenemos aquí! —exclamó el hombre, con una sonrisa en el rostro. Es un sujeto que parece más viejo de lo que realmente es. De cabello blanco, barba prominente y pequeña estatura. Iba vestido con pantalones verdes, camisa de cuadros a juego y unas sandalias. A su lado se encuentra una bicicleta con cajas de botellas vacías y otras llenas de leche—. Si nuestro rey de la pista —bromeó—. Que bien nos lo pasamos ayer con tu actuación. Eres un artistazo de los que no quedan —comentó, haciéndote recordar que en algún momento de la noche cantaste en el escenario en el que estaba tu nombre—. Aunque también he de decir que el nivel tampoco era muy alto —el anciano sonreía, pero eras capaz de vislumbrar que también tenía resaca—. No puedo darte botellas, hijo. Están todas contadas y medidas para cada vecino que tiene contratado mis servicios. Tal vez podrías ir a la fuente de los diez caños —te dice, para indicarte que se encuentra por donde has venido, pero en lugar de girar hacia la derecha debes ir a la izquierda.
Si decides ir encontrarás una fuente de abundante agua y una carta tirada en el suelo. Está bastante arrugada, como si alguien la hubiera tirado al suelo de golpe. Si decides abrir la carta pone lo siguiente:
En el caso de que no hagas caso al anciano y como buen pirata robes una botella de leche, el hombre gritará y un grupo de dos marines que están cerca irán a por ti.
Caminas por el pueblo con calma y tranquilidad, pero no eres capaz de recodar mucho. Algunos flashbacks de luces, alcohol, mujeres y música vienen a tu mente, pero no tienes nada en claro. Continuas tu camino y el repartido de leche te mira y se ríe.
—¡Pero a quién tenemos aquí! —exclamó el hombre, con una sonrisa en el rostro. Es un sujeto que parece más viejo de lo que realmente es. De cabello blanco, barba prominente y pequeña estatura. Iba vestido con pantalones verdes, camisa de cuadros a juego y unas sandalias. A su lado se encuentra una bicicleta con cajas de botellas vacías y otras llenas de leche—. Si nuestro rey de la pista —bromeó—. Que bien nos lo pasamos ayer con tu actuación. Eres un artistazo de los que no quedan —comentó, haciéndote recordar que en algún momento de la noche cantaste en el escenario en el que estaba tu nombre—. Aunque también he de decir que el nivel tampoco era muy alto —el anciano sonreía, pero eras capaz de vislumbrar que también tenía resaca—. No puedo darte botellas, hijo. Están todas contadas y medidas para cada vecino que tiene contratado mis servicios. Tal vez podrías ir a la fuente de los diez caños —te dice, para indicarte que se encuentra por donde has venido, pero en lugar de girar hacia la derecha debes ir a la izquierda.
Si decides ir encontrarás una fuente de abundante agua y una carta tirada en el suelo. Está bastante arrugada, como si alguien la hubiera tirado al suelo de golpe. Si decides abrir la carta pone lo siguiente:
En el caso de que no hagas caso al anciano y como buen pirata robes una botella de leche, el hombre gritará y un grupo de dos marines que están cerca irán a por ti.