Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
30-07-2024, 08:18 AM
La brisa suave del atardecer acariciaba la piel de Mitsu mientras sus ojos observaban la danza de las olas que se rompían suavemente en la orilla de la playa. La luz dorada del sol, al descender lentamente hacia el horizonte, teñía el cielo con matices de naranja y rosa, creando un telón de fondo que jugaba armoniosamente con el paisaje sereno de la Isla Manantial. Era un espectáculo que nunca dejaba de asombrarla, incluso en esos días en que la melancolía se apoderaba de ella.
La atmósfera tranquila que la rodeaba era, para Mitsu, un refugio y una prisión a la vez. En su interior, una voz suave y temerosa susurraba que estaba atrapada entre la nostalgia por las lecciones de su madre y la carga de las expectativas que sentía sobre sus pequeños hombros. Sin embargo, mientras dejaba que sus pensamientos se adentraran en el recuerdo de aquellas enseñanzas, captó un ligero movimiento del rabillo de su ojo.
Un joven estaba caminando por la playa, sus pasos dejaban una estela momentánea en la arena. La curiosidad la impulsó a observarlo con más atención, sintiendo un leve rubor extenderse por sus mejillas al darse cuenta de que su silueta era bastante atractiva. Algo en su manera de caminar, con una serenidad que parecía reflejar el mismo vaivén de las olas, capturó su interés, o quizás simplemente era su timidez de siempre, quien sabe.
Mitsu no sabía bien por qué, pero el chico le transmitía una sensación de vulnerabilidad similar a la que sentía ella misma. Lo observó acercarse, y cuando él pasó a su lado, no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza por los nervios. Tenía orejas de gato, un rasgo que la recordaba siempre que no era un chica normal, del todo. Se quedó pensando en cómo podría sentirse en un mundo que parecía tan grande y, a la vez, tan pequeño en esos momentos.
Y fue en ese instante, cuando la brisa cargada de salitre jugaba con sus orejas, que menciono la frase que fluyó de sus propios labios, casi como un susurro: «Lecciones de mi madre, Nyan». Las palabras resonaron en su ser, como si pertenecieran a un confinamiento compartido, una conexión invisible que la unía a recuerdo de confort que ahora desconocía.
Mientras continuaba caminando, Mitsu se vio atrapada en un maelstrom de pensamientos. Recordaba las tantas veces que su madre le había dicho que debía seguir su propio camino, que su bondad y fortaleza serían sus aliados más fieles. Pero, ¿en verdad podía ser fuerte en un mundo en el que las decisiones parecían tan complicadas? La imagen de su madre la guiaba, pero también deseaba ser vista, ser reconocida por lo que era: una joven que luchaba contra sus propios miedos, una jujin con un corazón grande pero lleno de dudas.
Su mirada seguía a Cadmus mientras se alejaba un poco, pero había algo en él que la llenaba de curiosidad. - Quisiera saber se siente nadar en el agua del mar... Nyan...- murmuro, sabiendo que desde que ingirió la Baku baku no mi, su destino ya no seria el mismo. Habia perdido la capacidad de nadar, simplemente ya no podía hacerlo, simplemente se veía tentada a siempre observar el mar a la distancia, mas allá de navegar en un barco. La tristeza reflejada en su rostro parecía un espejo de su propia melancolía- Estúpida Akuma no mi... Nyan...- murmuro para si misma, quizás aquel joven la escucho, quizás no...
Mientras sus pensamientos giraban alrededor de los recuerdos y las lecciones, sintió un impulso inexplicable de acercarse. Sin embargo, un instinto infantil la retenía. - No sé cómo hablarle. ¿Qué diría? ¿Y si se ríe o no le interesa lo que tengo que decir?... Nyan- sus pensamientos ciertamente eran enredantes.. Era como un juego perpetuo entre la timidez y la valentía, en el que la verdad de su ser quedaba a merced del temor y la inseguridad.
Mitsu respiró hondo, intentando calmar su agitación interna. Sus orejas se alzaron de repente cuando escuchó el ruido de una ola rompiendo más cerca de ella, como un recordatorio de que la vida continúa, incluso cuando uno se siente paralizado. Decidió que, aunque no pudiera hablar, podría simplemente sonreír. Una sonrisa pequeña, pero sincera, que podría expresar su comprensión, una manera de decir que no estaba sola en esa búsqueda de significado.
Si tuviera la oportunidad de mirar a Cadmus una vez más, tal vez... solo tal vez... seria capaz de hablarle, una chispa que podría encender una conversación o, quizás, simplemente un un instante de mutua comprensión. En el fondo, Mitsu sabía que era posible incluso a la distancia. Se quedó allí, en la arena cuando de repente... - Tonta.. nyan...- murmuro para si misma.
La atmósfera tranquila que la rodeaba era, para Mitsu, un refugio y una prisión a la vez. En su interior, una voz suave y temerosa susurraba que estaba atrapada entre la nostalgia por las lecciones de su madre y la carga de las expectativas que sentía sobre sus pequeños hombros. Sin embargo, mientras dejaba que sus pensamientos se adentraran en el recuerdo de aquellas enseñanzas, captó un ligero movimiento del rabillo de su ojo.
Un joven estaba caminando por la playa, sus pasos dejaban una estela momentánea en la arena. La curiosidad la impulsó a observarlo con más atención, sintiendo un leve rubor extenderse por sus mejillas al darse cuenta de que su silueta era bastante atractiva. Algo en su manera de caminar, con una serenidad que parecía reflejar el mismo vaivén de las olas, capturó su interés, o quizás simplemente era su timidez de siempre, quien sabe.
Mitsu no sabía bien por qué, pero el chico le transmitía una sensación de vulnerabilidad similar a la que sentía ella misma. Lo observó acercarse, y cuando él pasó a su lado, no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza por los nervios. Tenía orejas de gato, un rasgo que la recordaba siempre que no era un chica normal, del todo. Se quedó pensando en cómo podría sentirse en un mundo que parecía tan grande y, a la vez, tan pequeño en esos momentos.
Y fue en ese instante, cuando la brisa cargada de salitre jugaba con sus orejas, que menciono la frase que fluyó de sus propios labios, casi como un susurro: «Lecciones de mi madre, Nyan». Las palabras resonaron en su ser, como si pertenecieran a un confinamiento compartido, una conexión invisible que la unía a recuerdo de confort que ahora desconocía.
Mientras continuaba caminando, Mitsu se vio atrapada en un maelstrom de pensamientos. Recordaba las tantas veces que su madre le había dicho que debía seguir su propio camino, que su bondad y fortaleza serían sus aliados más fieles. Pero, ¿en verdad podía ser fuerte en un mundo en el que las decisiones parecían tan complicadas? La imagen de su madre la guiaba, pero también deseaba ser vista, ser reconocida por lo que era: una joven que luchaba contra sus propios miedos, una jujin con un corazón grande pero lleno de dudas.
Su mirada seguía a Cadmus mientras se alejaba un poco, pero había algo en él que la llenaba de curiosidad. - Quisiera saber se siente nadar en el agua del mar... Nyan...- murmuro, sabiendo que desde que ingirió la Baku baku no mi, su destino ya no seria el mismo. Habia perdido la capacidad de nadar, simplemente ya no podía hacerlo, simplemente se veía tentada a siempre observar el mar a la distancia, mas allá de navegar en un barco. La tristeza reflejada en su rostro parecía un espejo de su propia melancolía- Estúpida Akuma no mi... Nyan...- murmuro para si misma, quizás aquel joven la escucho, quizás no...
Mientras sus pensamientos giraban alrededor de los recuerdos y las lecciones, sintió un impulso inexplicable de acercarse. Sin embargo, un instinto infantil la retenía. - No sé cómo hablarle. ¿Qué diría? ¿Y si se ríe o no le interesa lo que tengo que decir?... Nyan- sus pensamientos ciertamente eran enredantes.. Era como un juego perpetuo entre la timidez y la valentía, en el que la verdad de su ser quedaba a merced del temor y la inseguridad.
Mitsu respiró hondo, intentando calmar su agitación interna. Sus orejas se alzaron de repente cuando escuchó el ruido de una ola rompiendo más cerca de ella, como un recordatorio de que la vida continúa, incluso cuando uno se siente paralizado. Decidió que, aunque no pudiera hablar, podría simplemente sonreír. Una sonrisa pequeña, pero sincera, que podría expresar su comprensión, una manera de decir que no estaba sola en esa búsqueda de significado.
Si tuviera la oportunidad de mirar a Cadmus una vez más, tal vez... solo tal vez... seria capaz de hablarle, una chispa que podría encender una conversación o, quizás, simplemente un un instante de mutua comprensión. En el fondo, Mitsu sabía que era posible incluso a la distancia. Se quedó allí, en la arena cuando de repente... - Tonta.. nyan...- murmuro para si misma.