Lemon Stone
MVP
26-09-2024, 09:10 PM
Supo que era el chico al que estaba esperando porque olía a revolución. De la misma manera que un negro reconoce a otro negro, un revolucionario reconoce a otro revolucionario. Así está estipulado en las escrituras antiguas. O al menos eso es lo que cree Lemon.
-Prometo que no te mataré ni te romperé huesos… Espero. Tú no te contengas, soy bastante duro -le dijo al muchacho-. Eres libre de comenzar cuando quieras: no hay nada mejor que la práctica.
Su camarada era más alto y más o menos igual de hermoso, lo que siempre es un buen indicio. Llevaba una espada, de esas delgadas y afiladas que tanto dolor causan, y se veía animado. El viento zarandeaba con sutileza el cabello entre rojo y naranja. ¿Acaso usaba tintes para el pelo? Bueno, quién era él para juzgar. Puede que el chico todavía estuviera en su etapa de adolescente rebelde, lo que hacía sinergia con la Armada.
Cuando Lemon escuchó la pregunta, miró hacia los dos lados como si fuera el dealer de una película de narcotraficantes, viendo que no hubiera agentes de la ley y el orden dando vueltas por su barrio.
-Eso espero -le respondió con voz grave-, de lo contrario, tendría que matarte ahora mismo. -Mantuvo el silencio durante unos incómodos segundos, mientras sus ojos tras la máscara taladraban al chico, pero no aguantó más la risa y estalló en carcajadas-. ¡Era broma, era broma! Sí, soy yo. Lemon Stone, hijo de William Stone y Cristal Becker, un gusto -se presentó, mientras le daba palmadas en la espalda-. Eres bastante alto, ¿eh? ¡Y tienes alas, maldita sea! Ya quisiera yo tener una de esas. Volar es de lo más útil, sobre todo cuando tienes prisa y quieres ir al baño.
El revolucionario dio una última calada al cigarrillo y lo lanzó al suelo, mirando la colilla unos instantes. Hay pocas cosas más vandálicas y rebeldes que arrojar un cigarro al piso con pose malote y faltar a las leyes sociales básicas, pero es que los revolucionarios también son arbolitos, es decir, luchan por el cuidado del medioambiente. En pocos segundos, Lemon se tuvo que debatir entre hacer una u otra cosa, pero entonces se iluminó y se hizo cargo de la colilla (mejor no saber cómo, es un poco… turbio de narrar).
El interior del edificio era amplio, con unos cuantos muebles de madera y poca decoración como prueba de que eran enemigos de la burguesía y el Gran Capital. El espacio era ideal para que dos rebeldes se partiesen la madre o, dicho de otra manera, entrenar para volverse más fuertes y servir de mejor forma a la Causa.
Lemon empuñó con firmeza el gran martillo de guerra que descansaba en su espalda y lo agitó con soltura, demostrando destreza con el arma.