Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
27-09-2024, 06:06 PM
Al derrumbarse el muro, las rocas cayeron al suelo con un sonido sordo y fuerte, algunas rodaron por el suelo hasta llegar a los pies los demás, al otro lado podía distinguir varias figuras, por lo que instantáneamente me precipité a prepararme para luchar, no sabía quienes eran, hasta el momento habíamos visto a una buena cantidad de gente que apenas conocíamos, recorrer los mismos caminos que nosotros, bueno, a excepción de aquellos que saltaron al agua. Eso planteaba la intriga de a donde habían ido el resto de los tripulantes ¿Quizás al arrojarse encontraron algún atajo que les permitía avanzar en este interminable laberinto? O bien podrían no encontrarse con vida, esa era otra opción… Evité pensar demasiado en lo último, mis pupilas se volvieron delgadas como dos agujas y extendí las alas, pero antes de abalanzarme un grito muy característico llamó mi atención.
. – ¡KAEL! ejem... cuack... ¿Te he dicho que soy bueno catalogando objetos? Creo que juntos podríamos sacarle un buen precio a esa estatua, mi ayuda cuack, por supuesto a cambio, cuack, de una parte proporcional, Cuack.
Mi agarre sobre la empuñadura se distendió y, con varios movimientos de las alas, despejé la nube de polvo que se había formado y guardé las dagas en las fundas dentro de mi abrigo, exhalando un suspiro despreocupado al saber que eran los otros integrantes de la tripulación. No estaba preocupado por ellos, por supuesto que no, pero perderlos en el camino podría ser un problema, considerando que tendríamos que encontrarnos nuevamente, además, no había duda de que los demás querrían ir a buscarlos en el caso de que no estuvieran en la misma sala que nosotros. Después de que Muken logró hacer los dulces que necesitaba, comenzamos a bajar las escaleras, esto de caminar se estaba volviendo una molestia, no es que no estuviera acostumbrado a hacerlo, naturalmente me movía mucho más por el cielo y no por la tierra, pero este lugar tenía más entresijos que la Torre de Babel.
Supuse que era lo que conllevaba ocultar un tesoro. O lo que se supone que había tantos metros bajo tierra.
Apagué el puro con cuidado y lo guardé en mi mochila, quedaba una buena parte para más adelante. Moví las alas para asegurarme de que estaban allí y me acicale.
Plegué las alas cada vez más cerca de mí a medida que descendíamos, ya que el frío se volvía cada vez más palpable en el ambiente, era algo que realmente no esperaba, considerando el tipo de isla en el que estábamos, suponía que sería calor lo que sentiría a medida que nos desplazamos por los pasillos y recovecos, pero cual fue mi sorpresa al ver que, al llegar al final de la escalinata había… Otra sala. Esta tenía un suelo grisáceo, un símil a los bloques de concreto que se utilizan en construcción, pero pulidos y afectados por la escarcha que se aferraba a ellos como dedos helados, huesudos, de colores gélidos. Al frente había un muro de hielo compacto, su color era celeste, pero tenue, desvié mis ojos hacia los laterales y no vi… Nada. Sombras, a pesar de tener una visión mejorada, mis ojos no tenían la capacidad de percibir más allá de 3 metros, al menos.
Tenía el presentimiento de que esta sala sería un problema aún mayor que las anteriores.
Con las alas cerca del cuerpo, me rodeé ligeramente con ellas e inflé las plumas para intentar evitar el aire frío, manteniendo el calor en las plumas interiores. Lamentablemente el frío seguía filtrándose por algún motivo que desconocía, y mi cuerpo en sí no tenía plumas para amortiguar el clima intempestivo. Cada inhalación estaba helada, pero cada exhalación se convertía en el característico vaho blanco. Fijé mis ojos ámbar en Nikkei, que de repente sonrió, no la sonrisa maníaca que tenía mientras surcamos el mar embravecido, no, más bien, intentaba mostrar una sonrisa confortable. Lo que no me traía buenas vibras, eso significaba que tenía algo en mente, y sí, lo tenía. Cuando explicó que quería adelantarse ya que era el único que se encontraba en condiciones, me di cuenta de que… No podía no estar de acuerdo, la mayoría estaban mojados por el viaje en las aguas dulces que los llevó a la sala anterior y entrar en un pasillo hecho y cubierto de hielo no les haría ningún favor. Por suerte Draven traía antorchas dentro de sí, lo cual todavía era un concepto de lo más extraño, pero no menos práctico, y las repartió mientras las encendía para que los demás se sequen.
Simultáneamente el capitán se adentraba por la entrada en el muro de hielo hacia un oscuro pasillo, escuché un sonido de arrastre mientras se alejaba y decidí dar un paso adelante para seguirlo, después de todo, obedecer no estaba entre mis rasgos más fuertes, sujeté el brazo de Chrome para llevarlo conmigo, no parecía muy presente desde que llegamos a la sala, por algún motivo. Seguí los pasos del capitán, especialmente las marcas que dejó en el suelo, el pasillo de hielo de pronto mostró una apertura en sus paredes, me asomé cautelosamente, habiendo escuchado la advertencia de Nikkei tendría que llevar a mis compañeros cerca de la pared y eso… Sería interesante de intentar.
Me acerqué a la entrada, colocando a Chrome a mi lado derecho, entonces entré, dejando que el médico fuera primero y lo seguí de cerca, pegándome a la pared para evitar que las plantas nos mordieran. Recorrimos el estrecho pasillo por un largo rato, hasta que… Hasta que un bache en la pared me llamó la atención o, mejor dicho, quien estaba en el bache de la pared de plantas me llamó la atención: La mujer jabalí, tirada boca abajo, mostrando todos sus cuartos traseros, literalmente.
. – Esto cada vez es más raro… –Puse los ojos en blanco– Odio este maldito lugar.
Después de unos minutos de recorrer el pasillo lleno de plantas una entrada se hizo presente, mantuve las alas pegadas a mi cuerpo por si acaso apenas inclinando apenas mi cabeza para mirar a Nikkei con una ceja en alto.
. – ¿Aún más particular? Quiero decir, estamos frente a un muro de plantas carnívoras y si tuvieran ojos creo que me estarían mirando como yo miro mi almuerzo. –Esperé un momento antes de abrir la boca de nuevo– Pero sí, estamos listos.
. – ¡KAEL! ejem... cuack... ¿Te he dicho que soy bueno catalogando objetos? Creo que juntos podríamos sacarle un buen precio a esa estatua, mi ayuda cuack, por supuesto a cambio, cuack, de una parte proporcional, Cuack.
Mi agarre sobre la empuñadura se distendió y, con varios movimientos de las alas, despejé la nube de polvo que se había formado y guardé las dagas en las fundas dentro de mi abrigo, exhalando un suspiro despreocupado al saber que eran los otros integrantes de la tripulación. No estaba preocupado por ellos, por supuesto que no, pero perderlos en el camino podría ser un problema, considerando que tendríamos que encontrarnos nuevamente, además, no había duda de que los demás querrían ir a buscarlos en el caso de que no estuvieran en la misma sala que nosotros. Después de que Muken logró hacer los dulces que necesitaba, comenzamos a bajar las escaleras, esto de caminar se estaba volviendo una molestia, no es que no estuviera acostumbrado a hacerlo, naturalmente me movía mucho más por el cielo y no por la tierra, pero este lugar tenía más entresijos que la Torre de Babel.
Supuse que era lo que conllevaba ocultar un tesoro. O lo que se supone que había tantos metros bajo tierra.
Apagué el puro con cuidado y lo guardé en mi mochila, quedaba una buena parte para más adelante. Moví las alas para asegurarme de que estaban allí y me acicale.
Plegué las alas cada vez más cerca de mí a medida que descendíamos, ya que el frío se volvía cada vez más palpable en el ambiente, era algo que realmente no esperaba, considerando el tipo de isla en el que estábamos, suponía que sería calor lo que sentiría a medida que nos desplazamos por los pasillos y recovecos, pero cual fue mi sorpresa al ver que, al llegar al final de la escalinata había… Otra sala. Esta tenía un suelo grisáceo, un símil a los bloques de concreto que se utilizan en construcción, pero pulidos y afectados por la escarcha que se aferraba a ellos como dedos helados, huesudos, de colores gélidos. Al frente había un muro de hielo compacto, su color era celeste, pero tenue, desvié mis ojos hacia los laterales y no vi… Nada. Sombras, a pesar de tener una visión mejorada, mis ojos no tenían la capacidad de percibir más allá de 3 metros, al menos.
Tenía el presentimiento de que esta sala sería un problema aún mayor que las anteriores.
Con las alas cerca del cuerpo, me rodeé ligeramente con ellas e inflé las plumas para intentar evitar el aire frío, manteniendo el calor en las plumas interiores. Lamentablemente el frío seguía filtrándose por algún motivo que desconocía, y mi cuerpo en sí no tenía plumas para amortiguar el clima intempestivo. Cada inhalación estaba helada, pero cada exhalación se convertía en el característico vaho blanco. Fijé mis ojos ámbar en Nikkei, que de repente sonrió, no la sonrisa maníaca que tenía mientras surcamos el mar embravecido, no, más bien, intentaba mostrar una sonrisa confortable. Lo que no me traía buenas vibras, eso significaba que tenía algo en mente, y sí, lo tenía. Cuando explicó que quería adelantarse ya que era el único que se encontraba en condiciones, me di cuenta de que… No podía no estar de acuerdo, la mayoría estaban mojados por el viaje en las aguas dulces que los llevó a la sala anterior y entrar en un pasillo hecho y cubierto de hielo no les haría ningún favor. Por suerte Draven traía antorchas dentro de sí, lo cual todavía era un concepto de lo más extraño, pero no menos práctico, y las repartió mientras las encendía para que los demás se sequen.
Simultáneamente el capitán se adentraba por la entrada en el muro de hielo hacia un oscuro pasillo, escuché un sonido de arrastre mientras se alejaba y decidí dar un paso adelante para seguirlo, después de todo, obedecer no estaba entre mis rasgos más fuertes, sujeté el brazo de Chrome para llevarlo conmigo, no parecía muy presente desde que llegamos a la sala, por algún motivo. Seguí los pasos del capitán, especialmente las marcas que dejó en el suelo, el pasillo de hielo de pronto mostró una apertura en sus paredes, me asomé cautelosamente, habiendo escuchado la advertencia de Nikkei tendría que llevar a mis compañeros cerca de la pared y eso… Sería interesante de intentar.
Me acerqué a la entrada, colocando a Chrome a mi lado derecho, entonces entré, dejando que el médico fuera primero y lo seguí de cerca, pegándome a la pared para evitar que las plantas nos mordieran. Recorrimos el estrecho pasillo por un largo rato, hasta que… Hasta que un bache en la pared me llamó la atención o, mejor dicho, quien estaba en el bache de la pared de plantas me llamó la atención: La mujer jabalí, tirada boca abajo, mostrando todos sus cuartos traseros, literalmente.
. – Esto cada vez es más raro… –Puse los ojos en blanco– Odio este maldito lugar.
Después de unos minutos de recorrer el pasillo lleno de plantas una entrada se hizo presente, mantuve las alas pegadas a mi cuerpo por si acaso apenas inclinando apenas mi cabeza para mirar a Nikkei con una ceja en alto.
. – ¿Aún más particular? Quiero decir, estamos frente a un muro de plantas carnívoras y si tuvieran ojos creo que me estarían mirando como yo miro mi almuerzo. –Esperé un momento antes de abrir la boca de nuevo– Pero sí, estamos listos.