Silver D. Syxel
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27-09-2024, 08:28 PM
El impacto del agua fría fue insignificante en comparación con el terror de tener a Adversidad tan cerca, con sus fauces abiertas, listas para devorarlo. El líquido helado envolvió a Silver al instante, pero la proximidad de la criatura le obligó a reaccionar. Apenas tuvo un segundo para orientarse cuando un giro inesperado cambió la situación: Bronz apareció como un espectro, cargando cajas de alcohol, y de alguna manera logró atorar una botella en la nariz del monstruo. Un truco absurdo, pero lo suficientemente eficaz para distraer a la bestia por unos preciosos segundos. Un rugido furioso brotó de sus fauces, aunque era evidente que esa distracción no duraría mucho.
Desde el agua, Syxel observó cómo la brutal fuerza de Balagus lanzaba a la criatura a la cubierta del Death of Hopes. El gigantesco monstruo se agitaba en el aire antes de caer con un estruendo que hizo temblar toda la embarcación. Los gritos de pánico de los marineros resonaban por doquier, mezclándose con el estrépito de la batalla. La criatura, furiosa y herida, aún representaba un peligro mortal. Sin embargo, vislumbraban una oportunidad cada vez más clara de derrotarla.
El capitán nadó con todas sus fuerzas hacia el barco que había colisionado con el ballenero, aferrándose a la madera astillada con todas sus fuerzas, lleno de determinación. Trepó rápidamente, con la mirada fija en el mástil tambaleante que pendía sobre la cubierta, apenas sostenido por unos pocos cabos maltratados. Un enorme palo con un hacha incrustada en su extremo superior colgaba peligrosamente. Parecía estar a punto de colapsar, como una trampa mortal esperando ser activada. Si lograban hacerlo caer en el momento adecuado, aplastarían a Adversidad y pondrían fin a esta brutal batalla. Sin perder un segundo, Silver gritó desde su posición elevada, y su voz resonó por encima del caos:
—¡Marvolath! ¡Haz lo que sea para mantener a esa bestia en la cubierta! ¡No dejes que se mueva! —Su tono firme e imponente no dejaba espacio para dudas—. ¡Balagus, derriba este mástil con todas tus fuerzas! ¡No te detengas ni esperes por mi, es nuestra mejor oportunidad!
No había margen para titubeos. Mientras la criatura se debatía en la cubierta, Silver subía por el tambaleante mástil, cortando los cabos uno a uno con precisión. Cada corte debilitaba más la estructura. El mástil crujía bajo su peso, inclinándose más con cada segundo. El peligro era palpable, pero no había tiempo para dudar o detenerse. Ahora, la supervivencia de todos dependía de ellos tres.
Sus manos se movían con agilidad, cortando cabos mientras el mástil se inclinaba más y más. Desde lo alto, observó a Adversidad, aún agitada y luchando. Si Marvolath lograba contenerla un poco más, Balagus y él tendrían la oportunidad de acabar con la criatura.
—¡Vamos, jodido mástil, cae de una vez! —gruñó entre dientes, con la vista fija en la monstruosa silueta de Adversidad.
El crujido de la madera se hacía cada vez más fuerte, una advertencia de que el colapso estaba cerca. El sudor, mezclado con agua de mar, resbalaba por su rostro, pero no se detuvo. Continuó cortando los últimos cabos que mantenían el mástil en pie, decidido a dar el golpe definitivo.
Desde el agua, Syxel observó cómo la brutal fuerza de Balagus lanzaba a la criatura a la cubierta del Death of Hopes. El gigantesco monstruo se agitaba en el aire antes de caer con un estruendo que hizo temblar toda la embarcación. Los gritos de pánico de los marineros resonaban por doquier, mezclándose con el estrépito de la batalla. La criatura, furiosa y herida, aún representaba un peligro mortal. Sin embargo, vislumbraban una oportunidad cada vez más clara de derrotarla.
El capitán nadó con todas sus fuerzas hacia el barco que había colisionado con el ballenero, aferrándose a la madera astillada con todas sus fuerzas, lleno de determinación. Trepó rápidamente, con la mirada fija en el mástil tambaleante que pendía sobre la cubierta, apenas sostenido por unos pocos cabos maltratados. Un enorme palo con un hacha incrustada en su extremo superior colgaba peligrosamente. Parecía estar a punto de colapsar, como una trampa mortal esperando ser activada. Si lograban hacerlo caer en el momento adecuado, aplastarían a Adversidad y pondrían fin a esta brutal batalla. Sin perder un segundo, Silver gritó desde su posición elevada, y su voz resonó por encima del caos:
—¡Marvolath! ¡Haz lo que sea para mantener a esa bestia en la cubierta! ¡No dejes que se mueva! —Su tono firme e imponente no dejaba espacio para dudas—. ¡Balagus, derriba este mástil con todas tus fuerzas! ¡No te detengas ni esperes por mi, es nuestra mejor oportunidad!
No había margen para titubeos. Mientras la criatura se debatía en la cubierta, Silver subía por el tambaleante mástil, cortando los cabos uno a uno con precisión. Cada corte debilitaba más la estructura. El mástil crujía bajo su peso, inclinándose más con cada segundo. El peligro era palpable, pero no había tiempo para dudar o detenerse. Ahora, la supervivencia de todos dependía de ellos tres.
Sus manos se movían con agilidad, cortando cabos mientras el mástil se inclinaba más y más. Desde lo alto, observó a Adversidad, aún agitada y luchando. Si Marvolath lograba contenerla un poco más, Balagus y él tendrían la oportunidad de acabar con la criatura.
—¡Vamos, jodido mástil, cae de una vez! —gruñó entre dientes, con la vista fija en la monstruosa silueta de Adversidad.
El crujido de la madera se hacía cada vez más fuerte, una advertencia de que el colapso estaba cerca. El sudor, mezclado con agua de mar, resbalaba por su rostro, pero no se detuvo. Continuó cortando los últimos cabos que mantenían el mástil en pie, decidido a dar el golpe definitivo.