Drake Longspan
[...]
28-09-2024, 06:18 PM
Drake Longspan observaba su aliento escaparse en nubes de vapor, mezclándose con el frío aire de la sala. El descenso abrupto de temperatura lo había tomado por sorpresa, y aunque su robusto cuerpo podría aguantar un poco mejor el frío, la ropa empapada que llevaba comenzaba a incomodarlo. Cada movimiento era un recordatorio del peso extra que cargaba, la humedad que se aferraba a su piel y el frío que intentaba colarse por los huecos de su piel.
Las palabras de su capitán, Byron, resonaban mientras avanzaban por el helado pasillo. El vicecapitán asintió cuando Byron Nikkei se ofreció a ir al frente, aún sabiendo que él no era el más adecuado para detectar trampas o peligros en el camino. Aunque Drake confiaba plenamente en las capacidades de su capitán, o de su flor en el culo, la situación no dejaba de ser extraña. El frío no lo afectaba tanto como a los demás, pero era incómodo, y ese ambiente helado, con paredes de hielo tan perfectamente pulidas que casi parecían reflejos cristalinos, le daba una sensación inquietante.
El toque del capitán desplumado en su espalda le devolvió un poco de calor, no tanto físico como emocional. Sabía que, aunque el capitán se hacía llamar "inútil", era todo lo contrario, y si alguien podía sacarlos de este extraño lugar, era él. Con una sonrisa torcida, regañó:
— Eres un pervertido, un idiota, un sobrado y un cabrón. Pero no eres inútil, cap. Ámate un poco.
Aprovechando la pausa, Kael sacó antorchas y se las ofreció a los más mojados, lo que incluía a Drake. Agradecido, el chico sostuvo una de las antorchas cerca de su cuerpo, dejando que el calor comenzara a secar lentamente su ropa. No era perfecto, pero al menos evitaba que el frío se colara más profundamente en sus huesos. Después de unos momentos, dejó que la llama hiciera su trabajo mientras extendía las manos y activaba su habilidad.
La piedra seguía fusionándose con su cuerpo. Podía sentir la roca, volviéndose parte de él, cubriéndolo con una capa de protección que lo resguardaba del frío y lo hacía sentirse más en control. Se miró las manos, viendo cómo la piel grisácea de la piedra se extendía por su cuerpo, un manto familiar de seguridad que, por un momento, le hizo olvidar el gélido entorno.
Mientras Byron avanzaba por la izquierda y luego retrocedía para tomar el camino de la derecha, Drake Longspan se movía con cautela, asegurándose de mantener siempre un ojo en los alrededores y otro en sus compañeros. En ese punto, su atención se vio interrumpida por un leve tirón en su espalda. Ya sabía lo que significaba, y, en efecto, al mirar hacia atrás, vio a aquella ladrona, con esa habitual expresión de travesura, colgando de su espalda como un pequeño y travieso mapache.
— ¿Otra vez?
El carpintero bufó, aunque no pudo evitar sonreír. Tanto Jun Gunslinger como MC Duck siempre encontraban la manera de aferrarse a él cuando las cosas se ponían complicadas. Aunque era pequeña y ligera, cargar con ella en medio de un laberinto helado no era precisamente lo que más le apetecía en ese momento.
— No sé cómo te las arreglas siempre para terminar así. Yo también tengo frío. Mierda.
De alguna manera, el hecho de que estuviera allí, aferrada a su espalda, le daba una sensación de normalidad, de rutina, como si todo lo que estuvieran atravesando no fuera más que uno de sus pasatiempos. Así que, sin quejarse más, ajustó su postura para cargarla mejor, asegurándose de que sus movimientos no la sacudieran demasiado. Calor es calor después de todo.
Avanzaron hasta el extraño centro del laberinto, y pronto Byron les explicó lo que había descubierto: las plantas que se retorcían por el suelo, esperando una presa, eran peligrosas. Mientras Byron lanzaba su Den Den Mushi para probar su teoría, Drake Longspan observó cómo las plantas devoraban el pequeño caracol con avidez antes de devolver la concha vacía. La risa de Byron resonó por la sala, y aunque la situación era peligrosa, el extraño sentido del humor del capitán lograba aliviar un poco la tensión. Longspan sonrió mordiendo su lengua. Balbuceando de forma irónica.
— Y allá van nuestros ahorros semanales...
A mitad de camino, Drake Longspan notó algo que lo incomodó: Un jabalí gigante (Gretta), tirada en el suelo, con su ropa hecha trizas y mostrando el culo.
— Oi. ¿Quién es tu capitán?
Extendió su largo brazo creando una capa de roca que llevaba asimilada desde la estatua, moldeando un escudo grueso que lanzó sobre ella. Esperaba que lo atrapase, pero al parecer se desplomó con suavidad sobre su embarrado cuerpo, cubriéndola para darle algo de privacidad a su trasero mientras se recuperaba.
El grupo continuó avanzando, y el vicecapitán se mantuvo a la retaguardia, asegurándose de que nadie quedara atrás. La humedad en sus ropas parecía secarse poco a poco, pero el frío todavía mordía su piel por debajo de la capa de roca. No era un obstáculo insuperable, pero sí una constante molestia.
Finalmente, llegaron a la siguiente puerta. Cuando Byron se detuvo, observando el cambio de terreno, notaron que el suelo ya no era hielo sino tierra. Drake Longspan, aún cargando a Jun a su espalda, echó un vistazo al área que se extendía más allá de la puerta.
Al fin.
Las palabras de su capitán, Byron, resonaban mientras avanzaban por el helado pasillo. El vicecapitán asintió cuando Byron Nikkei se ofreció a ir al frente, aún sabiendo que él no era el más adecuado para detectar trampas o peligros en el camino. Aunque Drake confiaba plenamente en las capacidades de su capitán, o de su flor en el culo, la situación no dejaba de ser extraña. El frío no lo afectaba tanto como a los demás, pero era incómodo, y ese ambiente helado, con paredes de hielo tan perfectamente pulidas que casi parecían reflejos cristalinos, le daba una sensación inquietante.
El toque del capitán desplumado en su espalda le devolvió un poco de calor, no tanto físico como emocional. Sabía que, aunque el capitán se hacía llamar "inútil", era todo lo contrario, y si alguien podía sacarlos de este extraño lugar, era él. Con una sonrisa torcida, regañó:
— Eres un pervertido, un idiota, un sobrado y un cabrón. Pero no eres inútil, cap. Ámate un poco.
Aprovechando la pausa, Kael sacó antorchas y se las ofreció a los más mojados, lo que incluía a Drake. Agradecido, el chico sostuvo una de las antorchas cerca de su cuerpo, dejando que el calor comenzara a secar lentamente su ropa. No era perfecto, pero al menos evitaba que el frío se colara más profundamente en sus huesos. Después de unos momentos, dejó que la llama hiciera su trabajo mientras extendía las manos y activaba su habilidad.
La piedra seguía fusionándose con su cuerpo. Podía sentir la roca, volviéndose parte de él, cubriéndolo con una capa de protección que lo resguardaba del frío y lo hacía sentirse más en control. Se miró las manos, viendo cómo la piel grisácea de la piedra se extendía por su cuerpo, un manto familiar de seguridad que, por un momento, le hizo olvidar el gélido entorno.
Mientras Byron avanzaba por la izquierda y luego retrocedía para tomar el camino de la derecha, Drake Longspan se movía con cautela, asegurándose de mantener siempre un ojo en los alrededores y otro en sus compañeros. En ese punto, su atención se vio interrumpida por un leve tirón en su espalda. Ya sabía lo que significaba, y, en efecto, al mirar hacia atrás, vio a aquella ladrona, con esa habitual expresión de travesura, colgando de su espalda como un pequeño y travieso mapache.
— ¿Otra vez?
El carpintero bufó, aunque no pudo evitar sonreír. Tanto Jun Gunslinger como MC Duck siempre encontraban la manera de aferrarse a él cuando las cosas se ponían complicadas. Aunque era pequeña y ligera, cargar con ella en medio de un laberinto helado no era precisamente lo que más le apetecía en ese momento.
— No sé cómo te las arreglas siempre para terminar así. Yo también tengo frío. Mierda.
De alguna manera, el hecho de que estuviera allí, aferrada a su espalda, le daba una sensación de normalidad, de rutina, como si todo lo que estuvieran atravesando no fuera más que uno de sus pasatiempos. Así que, sin quejarse más, ajustó su postura para cargarla mejor, asegurándose de que sus movimientos no la sacudieran demasiado. Calor es calor después de todo.
Avanzaron hasta el extraño centro del laberinto, y pronto Byron les explicó lo que había descubierto: las plantas que se retorcían por el suelo, esperando una presa, eran peligrosas. Mientras Byron lanzaba su Den Den Mushi para probar su teoría, Drake Longspan observó cómo las plantas devoraban el pequeño caracol con avidez antes de devolver la concha vacía. La risa de Byron resonó por la sala, y aunque la situación era peligrosa, el extraño sentido del humor del capitán lograba aliviar un poco la tensión. Longspan sonrió mordiendo su lengua. Balbuceando de forma irónica.
— Y allá van nuestros ahorros semanales...
A mitad de camino, Drake Longspan notó algo que lo incomodó: Un jabalí gigante (Gretta), tirada en el suelo, con su ropa hecha trizas y mostrando el culo.
— Oi. ¿Quién es tu capitán?
Extendió su largo brazo creando una capa de roca que llevaba asimilada desde la estatua, moldeando un escudo grueso que lanzó sobre ella. Esperaba que lo atrapase, pero al parecer se desplomó con suavidad sobre su embarrado cuerpo, cubriéndola para darle algo de privacidad a su trasero mientras se recuperaba.
El grupo continuó avanzando, y el vicecapitán se mantuvo a la retaguardia, asegurándose de que nadie quedara atrás. La humedad en sus ropas parecía secarse poco a poco, pero el frío todavía mordía su piel por debajo de la capa de roca. No era un obstáculo insuperable, pero sí una constante molestia.
Finalmente, llegaron a la siguiente puerta. Cuando Byron se detuvo, observando el cambio de terreno, notaron que el suelo ya no era hielo sino tierra. Drake Longspan, aún cargando a Jun a su espalda, echó un vistazo al área que se extendía más allá de la puerta.
Al fin.