Umibozu
El Naufragio
30-09-2024, 08:34 AM
¿El mar no era más azul?
Las corrientes continuaban meciéndome con un agradable vaivén, el cual se replicaba en el barco sometido a mis oscilaciones. ¿Ahora era una medusa? No, seguía siendo un alga. Las voces de mis compañeros las percibía distorsionadas, como si ellos hablasen sobre la superficie y yo estuviera debajo de ella. Es que lo estaba, claro. ¿Cómo si no me iba a mecer al capricho de las corrientes? – Juiiiiish. Frusggrugfrug – una gran corriente había generado una ola en la costa. Me ladeé bruscamente un instante, pero sin levantar los apoyos de la cubierta, por ello y un segundo después recuperé la posición cuando el mar había reclamado y quería recuperar lo que era suyo.
¿Qué más prueba necesitaba de que estaba en el fondo del mar que ver a una sirena? Hacia mí venía una sirena. Lo sabía, había visto cientos de ellas. ¿Acaso no era un alga? Y las algas hemos visto muchas sirenas. No nos comen, así que nos caen bien. ¡No como esos malditos peces come algas! Posé la mirada en el ser marino, era lo más interesante que veía desde hacía un rato. La dejé vagar frente a mí, sin importunarla, aunque… ¿cómo iba a molestarla aunque hubiera querido? Era un alga y estaba fija al sustrato, ¿no? – Juiiiiish – más suaves olas. Una fuerte opresión obligó a la sirena a destaparse las tetas, dejándolas a la vista de todos y a las inclemencias de la intemperie. Los ojos siguieron con su festival de luces, pero esta vez el amarillo era un rojo intenso. Los espinas de la espalda se tensaron y levantaron quedándose completamente erguidos y duros en una respuesta del subconsciente más profundo. ¿Las altas teníamos de eso? – Juiiiish – Continué con el vaivén. Era agradable. ¡Traté de gritarle a la sirena que lo que hacía era peligroso! Pero no pude. En al mar había infinidad de seres de tentáculos largos y urticantes que podrían intentar algo. Las medusas por ejemplo, o los pulpos. Había muchos pulpos en el mar. Por alguna extraña razón me preocupaba el bienestar de la sirena. ¡Ah sí! Porque a las algas nos caen bien las sirenas; no nos comen. Sentía palpitar los radios, tensos y duros, como hacía tiempo que nos sentía.
-Juiiiissssh
Las corrientes continuaban meciéndome con un agradable vaivén, el cual se replicaba en el barco sometido a mis oscilaciones. ¿Ahora era una medusa? No, seguía siendo un alga. Las voces de mis compañeros las percibía distorsionadas, como si ellos hablasen sobre la superficie y yo estuviera debajo de ella. Es que lo estaba, claro. ¿Cómo si no me iba a mecer al capricho de las corrientes? – Juiiiiish. Frusggrugfrug – una gran corriente había generado una ola en la costa. Me ladeé bruscamente un instante, pero sin levantar los apoyos de la cubierta, por ello y un segundo después recuperé la posición cuando el mar había reclamado y quería recuperar lo que era suyo.
¿Qué más prueba necesitaba de que estaba en el fondo del mar que ver a una sirena? Hacia mí venía una sirena. Lo sabía, había visto cientos de ellas. ¿Acaso no era un alga? Y las algas hemos visto muchas sirenas. No nos comen, así que nos caen bien. ¡No como esos malditos peces come algas! Posé la mirada en el ser marino, era lo más interesante que veía desde hacía un rato. La dejé vagar frente a mí, sin importunarla, aunque… ¿cómo iba a molestarla aunque hubiera querido? Era un alga y estaba fija al sustrato, ¿no? – Juiiiiish – más suaves olas. Una fuerte opresión obligó a la sirena a destaparse las tetas, dejándolas a la vista de todos y a las inclemencias de la intemperie. Los ojos siguieron con su festival de luces, pero esta vez el amarillo era un rojo intenso. Los espinas de la espalda se tensaron y levantaron quedándose completamente erguidos y duros en una respuesta del subconsciente más profundo. ¿Las altas teníamos de eso? – Juiiiish – Continué con el vaivén. Era agradable. ¡Traté de gritarle a la sirena que lo que hacía era peligroso! Pero no pude. En al mar había infinidad de seres de tentáculos largos y urticantes que podrían intentar algo. Las medusas por ejemplo, o los pulpos. Había muchos pulpos en el mar. Por alguna extraña razón me preocupaba el bienestar de la sirena. ¡Ah sí! Porque a las algas nos caen bien las sirenas; no nos comen. Sentía palpitar los radios, tensos y duros, como hacía tiempo que nos sentía.
-Juiiiissssh