King Kazma
Shiromimi
30-07-2024, 02:39 PM
2 de Verano del 724
La banda tenía un nuevo integrante y además planes para realizar en aquella isla, ahora sólo faltaba esperar el momento para llevarlos a cabo. Por ese motivo se habían separado para hacer cada uno lo que le viniera en gana. A excepción del nuevo Raiden, los demás habían estado días en un barco sin poder hacer mucho y viéndose siempre las caras. Sentaba bien descansar de eso de vez en cuando y tener un poco de soledad y tranquilidad. Pasar tiempo con los nakamas era bueno, reforzaba lazos y forjaba la amistad, pero al mismo tiempo podía resultar cargante si pasaba mucho tiempo sin un descanso. Al menos él lo veía así y así actuaría. Mientras estaban en el barco, el turno de vigilancia nocturno era el más tranquilo y que les permitía a todos un pequeño descanso de tanta interacción con otras personas, ya fuera al mando del timón o apostado en la cofa. Ahora, en tierra firme, cada uno podía ir por su lado y no pasaba nada. Ya fuera dormir, emborracharse, dar un paseo o cualquier otra actividad, podían hacerla en solitario y así volver renovados al barco para la siguiente isla.
Villa Fosha no parecía tener mucho que ver, al menos a nivel histórico. Los edificios eran cada vez más nuevos conforme uno se alejaba del centro, siendo estos los más antiguos y, por tanto, los que pudieron presenciar una mayor cantidad de historia. ¿Pero había sucedido algo relevante en aquel pueblo? ¿Algo digno de marcar en los libros de historia más allá de que una señora diera a luz a quintillizos? No es que eso sucediera en realidad, pero Fosha tenía pinta de ser el tipo de pueblo en el que lo más remarcable era algo como eso. Dicho eso, era un lugar aburrido para King. Lo que más le interesaba eran los lugares históricos, aquellos que habían presenciado la historia digna de ser contada en los libros. Así que tenía que ir a lo segundo más interesante de un pueblo. Una taberna.
Seguía sin ser muy fan del sabor de las bebidas alcohólicas, aunque poco a poco les iba pillando el punto. Pero la sensación que le daban después al estar el alcohol circulando por su sangre… Eso sí le agradaba. La taberna era normalita, la típica en la que los trabajadores iban a ahogar sus penas al acabar la jornada laboral finalizando el día. En ese momento había poca gente, sólo un pequeño grupo de tres personas aparte de él y el camarero. ¿Podía haberse quedado en la taberna de la posada? Sí, pero entonces podía encontrarse con sus nakamas y mataría el punto de estar solo. Le recordaba un poco a una situación similar en Loguetown, especialmente porque los tipos aquellos tampoco le quitaban el ojo de encima. No tardaron en acercarse a él con claras intenciones hostiles. – Oye. No nos gustáis los de tu calaña. Ve a hacer compañía a ese lobo en el bosque como el animal que eres y deja la civilización para las personas. – Al menos estos no querían venderlo como esclavo. Pero claro, no podía simplemente dejar pasar una afrenta así. – Aquí los únicos animales que veo son tres ratas que me están apestando el aire que respiro.
Inevitablemente, la pelea dio comienzo. Procuró no hacer uso de su Akuma no Mi, ya que tenía planes de quedarse en el pueblo unos días más y no quería que lo echaran o llamaran a la Marina. Él era más ágil y había bebido menos, así que aunque estaba en desventaja numérica, no resultaba difícil pelear con aquellos patanes. Al cabo de un rato una persona irrumpió en el local, ante la cual los tres humanos se quedaron quietos. King también se quedó quieto, no sería él el que pegara a gente que no se intentaba defender. Él apenas se había llevado un puñetazo en la cara, mientras que ellos estaban llenos de moratones, sudando y con el pelo revuelto. Tal vez un hilillo de sangre de un diente suelto, pero nada más grave.
La persona que interrumpió la pelea resultó ser el alcalde del pueblo, que se propuso echar a King. Darle una paliza no iba a solucionar nada, ¿no? – Oiga, empezaron ellos la pelea. Échelos a ellos del pueblo. – En la vida iba a echarlos a ellos pudiendo echar a un forastero. Pero tenía que intentarlo. Claro que… las tornas se inclinaron a su favor de un momento a otro. Mientras él intentaba contenerse y no romperle la nariz de un puñetazo, un par de tipos sospechosos aparecieron en escena y le dijeron que se apartara si no quería salir herido, que sólo buscaban al alcalde por un tema de sobornos. – V-vosotros… ¡Tú! Protégeme de ellos y te perdonaré la pelea. - ¿Y qué ganaba él? Si el alcalde moría, tampoco lo echaría del pueblo, el resultado era el mismo para él. ¿Para qué meterse en más problemas? – ¡Y y te pagaré! Pero dales una paliza, te he visto pelear, sabes moverte. – Ahora la cosa había cambiado. Se crujió los nudillos preparándose para una segunda pelea.
Los bandidos sabían que no iban a poder matar al alcalde si él los interrumpía, así que se centraron en él. Ambos atacaron con dagas. ¿La gente no sabía pelear con los puños? Los filos eran una molestia. Detuvo ambos ataques con sus nudilleras, saltó y propinó una patada a ambos con cada pierna. Por supuesto, cayó al suelo de espaldas, pero estaba calculado y se levantó al instante. Tenía bastante fuerza en las piernas, así que eso definitivamente les tuvo que doler. Aunque no fue suficiente para detenerlos. Volvieron a la carga, esta vez cada uno de un lado. King sonrió. Ese tipo de ataques funcionaban contra novatos, pero él sabía reaccionar, tenía los reflejos y la velocidad para ello. Se agachó, dejando que se apuñalaran mutuamente y gritaran de dolor y luego barrió el suelo con las piernas para derribarlos. Finalmente agarró ambas dagas, las sacó de las heridas que habían provocado y las clavó en sus cuellos. – Problema solucionado. Págueme.