Asradi
Völva
30-09-2024, 11:19 AM
Todo había pasado terriblemente rápido. De un momento a otro, Asradi se había visto sujeta nuevamente por Ragn. Y éste había hecho uso de la habilidad de su fruta del diablo para que la mitad inferior de su cuero simplemente se disolviese como el gas que era. Habían emprendido la huída, literalmente. Mientras, a sus espaldas, todavía podían escucharse los gritos de terror de los comerciantes que habían dejado atrás. La sirena se había obligado a apartar la mirada. No era justo, y quizás era una guarrada lo que estaban haciendo. Pero ella estaba habituada a defenderse por sí misma. La ley del más fuerte, eso era lo que le habían enseñado desde que apenas era una cría.
Pero no era justo tampoco. No lo estaban haciendo bien. Y el remordimiento se hizo más fuerte cuando, por fin, llegaron al lugar donde se celebraba la competición. Una que ya había comenzado y, por ende, el acceso ya estaba cerrado. Los labios de la sirena se apretaron en un gesto de frustración.
Al final no habían conseguido nada. Ni llegar a la competición, ni poder salvar a aquel par de comerciantes. Se bajó del hombro de Ragnheidr en silencio, mirando hacia la entrada de dicho lugar, la cual seguía firmemente cerrada. Asradi no estaba pensando en eso, sino que estaba intentando canalizar esa frustración de otra manera. En silencio, le puso una mano al grandullón en el costado, allí donde llegaba por la diferencia de altura. Era un gesto suave y simple. Un mudo apoyo.
Asradi suspiró de manera suave.
— Ya no se puede hacer nada, Ragn. — Tanto por un lado, como por el otro.
La sirena relajó un poco la cola en la que se apoyaba para erguirse, casi como si se estuviese sentando, aunque no fuese tan así.
— Quizás la próxima vez deberíamos pararnos a pensar mejor las cosas. O a salir con tiempo. — Intentó destensar el ambiente con la última frase, aunque era una situación un poco dura. Al menos para ella.
No quería pasar de nuevo por aquel camino, por el hecho de lo que se podrían llegar a encontrar. Estaba segura que no sería nada agradable.
Pero no era justo tampoco. No lo estaban haciendo bien. Y el remordimiento se hizo más fuerte cuando, por fin, llegaron al lugar donde se celebraba la competición. Una que ya había comenzado y, por ende, el acceso ya estaba cerrado. Los labios de la sirena se apretaron en un gesto de frustración.
Al final no habían conseguido nada. Ni llegar a la competición, ni poder salvar a aquel par de comerciantes. Se bajó del hombro de Ragnheidr en silencio, mirando hacia la entrada de dicho lugar, la cual seguía firmemente cerrada. Asradi no estaba pensando en eso, sino que estaba intentando canalizar esa frustración de otra manera. En silencio, le puso una mano al grandullón en el costado, allí donde llegaba por la diferencia de altura. Era un gesto suave y simple. Un mudo apoyo.
Asradi suspiró de manera suave.
— Ya no se puede hacer nada, Ragn. — Tanto por un lado, como por el otro.
La sirena relajó un poco la cola en la que se apoyaba para erguirse, casi como si se estuviese sentando, aunque no fuese tan así.
— Quizás la próxima vez deberíamos pararnos a pensar mejor las cosas. O a salir con tiempo. — Intentó destensar el ambiente con la última frase, aunque era una situación un poco dura. Al menos para ella.
No quería pasar de nuevo por aquel camino, por el hecho de lo que se podrían llegar a encontrar. Estaba segura que no sería nada agradable.