Ray
Kuroi Ya
30-09-2024, 07:34 PM
Todo a tu alrededor parece ralentizarse durante un instante de lo extremadamente concentrado que estás en tu tarea. El pájaro azabache come tranquilamente, despreocupado y completamente ajeno a tus malévolas intenciones. El gato, por su parte, parece haber decidido que ninguno de los dos platos le atrae en demasía y se encuentra ensimismado en la trabajosa tarea de lamerse la entrepierna con extrema fruición.
Por lo tanto ninguno de los dos animales son capaces de reaccionar antes de que, con una serie de veloces y precisos movimientos, atrapes al cuervo bajo la bandeja. Tan pronto está en ella el ave entra en el más absoluto pánico, o eso es lo que parece desde fuera al comenzar a oírse golpes de pico, garras y alas contra el metal. El animal lucha con todas sus fuerzas por escapar de su improvisada prisión pero, a fin de cuentas, no es más que un pequeño pájaro que no tiene nada que hacer contra un ser humano en cuanto a fuerza física.
No obstante el jaleo parece llamar la atención de las personas que se encuentran fuera de la tienda, quienes aceleran el paso hasta echar a correr y recorren los últimos metros antes de lo que habías planeado. Puedes ver mientras abres la puerta a otra dimensión en el aire cómo cinco personas entran en la tienda: dos hombres y tres mujeres. Conoces bien a todos, pues te has encontrado con ellos antes. Son varios de los artistas más destacados del circo. La mujer perteneciente a la tribu de los brazos largos, la que hace malabares con katanas, el malabarista de las pistolas, el gimnasta y la joven de las hachas.
Esta última te lanza una de sus armas mientras estás atravesando la apertura, consciente de que no va a llegar hasta tu posición a tiempo. El arma gira en el aire sobre sí misma mientras avanza a una velocidad muy elevada. De hecho, aunque no te acierta de pleno, notas como su frío filo besa tu gemelo izquierdo, la última parte de tu anatomía en abandonar aquella dimensión, al pasar de largo justo milímetros por encima de tu posición. Una herida se abre y la sangre mana, pero consigues escapar antes de que ninguno de ellos llegue hacia ti.
Al salir de nuevo al mundo real respiras tranquilo. Has conseguido abandonar el asentamiento de una pieza, aunque con una pequeña herida en tu pierna izquierda, y con tu objetivo capturado. Ahora ya solo falta encontrar el modo de entregarlo de la mejor forma posible y cobrar así la recompensa prometida por su cabeza.
Por lo tanto ninguno de los dos animales son capaces de reaccionar antes de que, con una serie de veloces y precisos movimientos, atrapes al cuervo bajo la bandeja. Tan pronto está en ella el ave entra en el más absoluto pánico, o eso es lo que parece desde fuera al comenzar a oírse golpes de pico, garras y alas contra el metal. El animal lucha con todas sus fuerzas por escapar de su improvisada prisión pero, a fin de cuentas, no es más que un pequeño pájaro que no tiene nada que hacer contra un ser humano en cuanto a fuerza física.
No obstante el jaleo parece llamar la atención de las personas que se encuentran fuera de la tienda, quienes aceleran el paso hasta echar a correr y recorren los últimos metros antes de lo que habías planeado. Puedes ver mientras abres la puerta a otra dimensión en el aire cómo cinco personas entran en la tienda: dos hombres y tres mujeres. Conoces bien a todos, pues te has encontrado con ellos antes. Son varios de los artistas más destacados del circo. La mujer perteneciente a la tribu de los brazos largos, la que hace malabares con katanas, el malabarista de las pistolas, el gimnasta y la joven de las hachas.
Esta última te lanza una de sus armas mientras estás atravesando la apertura, consciente de que no va a llegar hasta tu posición a tiempo. El arma gira en el aire sobre sí misma mientras avanza a una velocidad muy elevada. De hecho, aunque no te acierta de pleno, notas como su frío filo besa tu gemelo izquierdo, la última parte de tu anatomía en abandonar aquella dimensión, al pasar de largo justo milímetros por encima de tu posición. Una herida se abre y la sangre mana, pero consigues escapar antes de que ninguno de ellos llegue hacia ti.
Al salir de nuevo al mundo real respiras tranquilo. Has conseguido abandonar el asentamiento de una pieza, aunque con una pequeña herida en tu pierna izquierda, y con tu objetivo capturado. Ahora ya solo falta encontrar el modo de entregarlo de la mejor forma posible y cobrar así la recompensa prometida por su cabeza.