Drake Longspan
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30-09-2024, 08:46 PM
(Última modificación: 30-09-2024, 09:03 PM por Drake Longspan.)
La explosión de los fuegos artificiales fue el evento del año en Oykot, pero no precisamente por la belleza del espectáculo pirotécnico. Mientras Lemon, Rocket, Hato y Lobo escapaban a duras penas, un sonido ensordecedor retumbó por todo el puerto.
¡BOOOOM!
La parte inferior de la taberna explotó primero, como si alguien hubiera metido una docena de cohetes en el culo de un dragón dormido y luego le hubiera encendido la mecha. Lo peor vino después, cuando el legendario y asqueroso fuguström, ese pescado fermentado tan podrido que olía peor que el aliento de un gigante después de una fiesta de quesos, salió volando por los aires, esparciéndose como una plaga infernal.
El hedor se extendió por las calles como una maldición maloliente, inundando cada esquina, callejón y, por supuesto, las fosas nasales de todos los presentes.
La taberna superior, que por un segundo parecía que iba a sobrevivir, vio su tejado y ventanas volar por los aires como si hubieran sido alcanzados por el fin de los tiempos. Pedazos de madera, cristales y restos de pescado podrido salieron disparados como una lluvia de horrores.
Otro maravilloso día en el infierno.
En medio de todo ese caos, una pobre pareja que se estaba besando románticamente en un callejón cercano, en lo que esperaban un momento íntimo, fue brutalmente interrumpida. Un trozo de pólvora humeante, mezclado con fuguström todavía chisporroteante, cayó justo sobre sus cabezas. El asco fue inmediato y letal. Ella lo miró a los ojos, él intentó sonreír, pero fue demasiado tarde. Ambos abrieron la boca para gritar, y en lugar de amor, lo que se intercambiaron no fue más que un vómito sincronizado y gloriosamente apestoso.
Ahora eran mucho más que almas gemelas... eran compañeros de desgracia en el peor sentido de la palabra.
Las calles del Reino de Oykot quedaron impregnadas con un olor que ni el más valiente de los limpiadores se atrevería a enfrentar. La gente corría como si el apocalipsis hubiera llegado, tapándose la nariz, buscando agua o, al menos, una manera de escapar de aquella peste infernal que parecía estar decidida a quedarse para siempre.
Entre tanto caos, una niña, desde la distancia, no pudo evitar echarse a reír a carcajadas mientras gritaba:
— ¡Mamá esto es lo mejor que he visto en años!
Y mientras el cielo se iluminaba con los últimos fuegos artificiales que seguían estallando entre nubes de pescado podrido, en algún lugar, alguien ya estaba pensando en cómo culpar a alguien más por todo lo sucedido.
Los marines no iban a tardar en llegar, debían ponerse en marcha cuanto antes.
O de lo contrario, el fugüstrom podría no ser lo único que huela a muerto en el día de hoy.