Silver D. Syxel
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01-10-2024, 12:20 AM
El fuego comenzaba a propagarse, avivándose con rapidez mientras los guardias se lanzaban a intentar contener las llamas. Era la distracción perfecta. Silver observaba cómo los soldados corrían de un lado a otro, con sus esfuerzos descoordinados creando el caos que él y Balagus habían estado esperando. Mientras el capitán se movía hacia las jaulas, escuchó a lo lejos el estruendo inconfundible de su compañero. Balagus había comenzado su parte. Los gritos y el crujir de la madera bajo su brutal fuerza resonaban como una tormenta.
Un golpe más fuerte de lo habitual hizo temblar el suelo bajo sus pies. Syxel sonrió para sí mismo, sabiendo que el grandullón no se contendría. El caos estaba en pleno apogeo, y mientras los nobles y guardias trataban de contener el pánico, Silver se dirigió hacia los prisioneros. Al llegar a las jaulas, observó los rostros de los esclavos, algunos apagados por el miedo, otros buscando desesperadamente una esperanza. Ese sería su punto de apoyo.
—Tranquilos, vengo a ayudaros —dijo en voz baja pero firme, acercándose a las cerraduras de las jaulas. Con manos rápidas y expertas, comenzó a trabajar en ellas. Con su destreza las cerraduras de las jaulas no debían suponer un gran reto, y aunque los gritos de pánico y destrucción a su alrededor lo apremiaban, se concentró en liberar a tantos como pudiera.
—Si podéis luchar, uníos a nosotros. Es vuestra oportunidad de recuperar la libertad que os han negado. —Los miró uno por uno, buscando en sus ojos algún atisbo de decisión. Sabía que no todos tendrían la fuerza o el coraje de tomar las armas, pero los que lo hicieran serían valiosos aliados en la batalla que se avecinaba.
Con un chasquido, las cerraduras iban cediendo. Syxel abría las puertas con un movimiento rápido, dirigiéndose a la siguiente jaula. El tiempo apremiaba, y aunque confiaba en Balagus para mantener el caos bajo control, no podía entretenerse demasiado.
Tras liberar a varios esclavos, el siguiente obstáculo aparecía ante él: los collares explosivos. No tenía experiencia con estos dispositivos, pero podía suponer que debían estar conectados a algún tipo de llave o mecanismo para ser desactivados. Se inclinó hacia uno de los prisioneros, observando con atención el collar en su cuello. Forzarlo sería arriesgado, pero no podía dejarlos con esos collares sin intentarlo.
—Intentaré forzar la cerradura del collar, pero si sabéis quién tiene las llaves, podría liberaros mucho más rápido.
Con cuidado, comenzó a manipular el cierre del collar, esperando encontrar algún punto débil. Si funcionaba, podrían deshacerse de esos malditos artefactos de una vez. Si no, necesitaría saber rápidamente quién tenía las llaves para acabar con él.