Ray
Kuroi Ya
01-10-2024, 05:25 PM
El Baratie es un lugar único en el East Blue. A menudo tratado como si fuera una isla por los mapas y navegantes, realmente es tan solo una descomunal embarcación, mucho más allá del tamaño de cualquier otro navío en ese océano. No obstante está muy lejos de ser simplemente un barco. Su peculiar estructura, con un edificio de enormes proporciones en su superficie, habla por sí mismo. Y cuando uno descubre que se trata ni más ni menos que del restaurante más prestigioso y afamado de este mar y uno de los más reconocidos en el mundo entero ya empieza a entender su verdadera dimensión.
El lugar ha estado en el foco de la prensa local en las últimas semanas debido tanto a que sufrió un asalto por parte de una conocida banda de piratas como porque sus dueños anunciaron recientemente que, con motivo de la conmemoración del aniversario del restaurante, en unas semanas dispondrán de un menú muy especial. Además corre el rumor en las tabernas a lo largo del East Blue de que no se ha visto a la dueña del local ni al chef desde hace unos días. La pareja de ancianos que regenta el establecimiento son muy queridos en los mares por su generosidad, dando de comer a quien llegue hambriento a su restaurante sin importar si puede pagar los alimentos que se le ofrecen o no, y por eso su repentina ausencia está siendo de lo más comentado. Más aún teniendo en cuenta el hecho de que nadie conoce los motivos de esta ni el paradero de ninguno de los dos. Con todo ello no es de extrañar que las cosas estén un poco revueltas.
Nuestro protagonista llega al lugar y se encuentra con un gran ajetreo. Empleados que van de acá para allá transportando cajas de suministros desde los barcos mercantes hasta el interior del restaurante, navegantes arribando con intención de descansar y disfrutar de una deliciosa y copiosa comida, comerciantes interesados en vender sus productos... todos ellos se juntan y separan, hablan entre sí y recorren el lugar de un lado para otro, provocando que la sensación al desembarcar allí sea de alboroto y descontrol. Sin embargo nada sucede por azar, ni esa situación es algo a lo que no estén acostumbrados allí. No obstante tanto ajetreo puede resultar peligroso para alguien del tamaño del revolucionario, ya que con las prisas muchas personas no le ven, corriendo el riesgo de tropezar con él e incluso aplastarle sin querer. Desde su izquierda una mujer que porta en sus manos varias bolsas llenas de vegetales de toda clase parece dirigirse justo hacia él, pero al mismo tiempo un hombre de gran altura que lleva un par de cajas sobre sus brazos va a cruzar justo por delante de él desde su derecha.
A lo lejos, en la puerta del establecimiento, puede verse al hijo de los dueños, quien en los últimos días ante la ausencia de sus progenitores se ha convertido en la máxima autoridad dentro del restaurante. Parece mirar al horizonte, vigilante, como si estuviese escudriñando la lejanía para detectar la posible presencia de alguna embarcación. Tiene una expresión preocupada a la vez que tensa en su rostro, lo cual no es de extrañar si es cierto que ha quedado temporalmente al cargo del Baratie en solitario como se dice por ahí.
El lugar ha estado en el foco de la prensa local en las últimas semanas debido tanto a que sufrió un asalto por parte de una conocida banda de piratas como porque sus dueños anunciaron recientemente que, con motivo de la conmemoración del aniversario del restaurante, en unas semanas dispondrán de un menú muy especial. Además corre el rumor en las tabernas a lo largo del East Blue de que no se ha visto a la dueña del local ni al chef desde hace unos días. La pareja de ancianos que regenta el establecimiento son muy queridos en los mares por su generosidad, dando de comer a quien llegue hambriento a su restaurante sin importar si puede pagar los alimentos que se le ofrecen o no, y por eso su repentina ausencia está siendo de lo más comentado. Más aún teniendo en cuenta el hecho de que nadie conoce los motivos de esta ni el paradero de ninguno de los dos. Con todo ello no es de extrañar que las cosas estén un poco revueltas.
Nuestro protagonista llega al lugar y se encuentra con un gran ajetreo. Empleados que van de acá para allá transportando cajas de suministros desde los barcos mercantes hasta el interior del restaurante, navegantes arribando con intención de descansar y disfrutar de una deliciosa y copiosa comida, comerciantes interesados en vender sus productos... todos ellos se juntan y separan, hablan entre sí y recorren el lugar de un lado para otro, provocando que la sensación al desembarcar allí sea de alboroto y descontrol. Sin embargo nada sucede por azar, ni esa situación es algo a lo que no estén acostumbrados allí. No obstante tanto ajetreo puede resultar peligroso para alguien del tamaño del revolucionario, ya que con las prisas muchas personas no le ven, corriendo el riesgo de tropezar con él e incluso aplastarle sin querer. Desde su izquierda una mujer que porta en sus manos varias bolsas llenas de vegetales de toda clase parece dirigirse justo hacia él, pero al mismo tiempo un hombre de gran altura que lleva un par de cajas sobre sus brazos va a cruzar justo por delante de él desde su derecha.
A lo lejos, en la puerta del establecimiento, puede verse al hijo de los dueños, quien en los últimos días ante la ausencia de sus progenitores se ha convertido en la máxima autoridad dentro del restaurante. Parece mirar al horizonte, vigilante, como si estuviese escudriñando la lejanía para detectar la posible presencia de alguna embarcación. Tiene una expresión preocupada a la vez que tensa en su rostro, lo cual no es de extrañar si es cierto que ha quedado temporalmente al cargo del Baratie en solitario como se dice por ahí.