Lobo Jackson
Moonwalker
01-10-2024, 10:08 PM
Lo primero que sintió fue el brutal empujón de la onda de choque, que lo lanzó con violencia contra el suelo. El estruendo de la explosión llegó un segundo después, seguido de un pitido ensordecedor que le taladraba los oídos. Pero pronto, todo aquello quedó eclipsado por algo aún peor que el dolor que ardía en su espalda. Algo tan nefasto que superaba con creces al aterrador tinnitus, que por suerte empezaba a desvanecerse. Se había adueñado del aire ese maldito y olor que perseguiría al mink hasta en sus más oscuras pesadillas.
El rey de la pestilencia, el soberano nauseabundo de todo cuanto es y será vomitivo, un regente con un nombre tan insufrible en su estúpida pronunciación como lo és su repugnante olor: el todopoderoso Fuguström. Ni tan siquiera la metralla de la taberna explosiva resultaba tan peligrosa para el lobo como aquel putrefacto olor, que se le metía hasta la garganta y trataba con todas sus fuerzas de arrancarle la úvula a base de arcadas.
Tan rápido como pudo se llevó las manos al hocico para tapar su nariz, esforzándose por evitar que el olor quedara adherido a su húmeda nariz canina.
Todavía aturdido, miró a su alrededor buscando algo, lo que fuera, que le permitiera tapar su nariz. Cualquier trapo le valdría.
— ¡Ahí! ¡Esa tela roja! — Su ojos desesperados habían captado un bulto rojizo que asomaba de una bolsa que había caído cerca de él. Rápidamente estiró el brazo y agarró la tela, tirando de ella con presteza y enrollándola a toda velocidad alrededor de su rostro, atándola justo por detrás del cogote para crear una mascarilla rudimentaria.
Pero tan pronto como apretó la tela contra su rostro, un aroma suave y embriagador se hizo dueño de sus sentidos y bloqueó por completo el del fuguström. Era dulce, con un toque floral, como si la propia tela hubiera conseguido atrapar entre sus fibras la esencia de una noche primaveral. Sorprendido, ladeó la cabeza cual husky confuso, pues escondido entre la espectacular fragancia había un aroma que conocía, un aroma elegante y femenino que pertenecía a...
— ¿Hato-gara? — Al girar el rostro, la tela colgó ligeramente hacia un lado y se dio cuenta de que se trataba de un vestido. El mismo vestido que su compañera revolucionara llevaba puesto la noche anterior durante el festejo en la taberna.
Sorprendido, volvió a mirar la bolsa de donde lo había sacado: era la mochila de la dama.
— Oh... Vaya... Lo siento mucho Hato... Te prometo que te compraré uno nuevo... — Pensó Jackson, algo abochornado pero al mismo tiempo agradecido de que su compañera fuera la salvación de su pobre nariz adolorida.
Con su olfato a salvo gracias a la mascarilla improvisada, pudo observar el desastroso entorno con más calma. Los últimos fuegos artificiales que quedaban se perdían en los cielos y explotaban en una multitud de luces y colores. Se giró, y en cuanto lo hizo se sintió horrorizado: donde antes estaba la taberna tan solo quedaba un montón de escombros, y a su lado, un hombre postrado de rodillas que contemplaba atónito cómo su negocio quedaba reducido a cenizas con olor a pescado podrido.
— Espero que la Armada tenga presupuesto para daños colaterales. — Se lamentó el mink entre sus pensamientos. — Pero todo sea por el bien de la Revolución y un futuro mejor, y estoy seguro de que con este espectáculo hemos llamado la atención de la Marina... Aunque no esté de acuerdo con unos métodos tan peligrosos. —
A continuación se centró en recordar el siguiente paso del plan. Sabía que sus compañeros estaban bien, todos habían salido a tiempo, así que ahora lo importante era ser la vanguardia que se abriría paso hasta Alto Oykot al son de la Revolución. Esperaba que su compañero Rocket hubiera informado a tiempo, luego le pediría el Den Den de vuelta.
— ¡En pie, camaradas-gara! ¡Tenemos una misión que cumplir-gara! — Proclamó tras la tela del vestido, mientras que sus manos agarraban la guitarra eléctrica con determinación. — Espero que tengáis fuerzas porque ahora tenemos que aguantar contra las tropas de la opresión y la injusticia hasta que llegue la caballería-gara. —
Y decidido a que su equipo sintiera en sus venas el fuego de la Revolución bombeado por corazones ansiosos de libertad y mentes que sólo piensen en la lucha contra la opresión, se propuso tocarles una canción capaz de motivar sus espíritus.
Su guitarra eléctrica, que funcionaba con el electro del mink, se hizo oír por encima de los fuegos artificiales y el caos con una alegre melodía, nacida de un alma revolucionaria. Cada nota era una gota de sangre derramada por la lucha contra el poder establecido, cada compás era un grito contra la injusticia. Tocaba con una pasión abrumadora, dejando que su espíritu guiara el movimiento de sus manos. Su guitarra parecía poseída, como si la canción fuera a cobrar vida propia, tocando al corazón de todos los que pudieran escuchar aquella melodía.
El rey de la pestilencia, el soberano nauseabundo de todo cuanto es y será vomitivo, un regente con un nombre tan insufrible en su estúpida pronunciación como lo és su repugnante olor: el todopoderoso Fuguström. Ni tan siquiera la metralla de la taberna explosiva resultaba tan peligrosa para el lobo como aquel putrefacto olor, que se le metía hasta la garganta y trataba con todas sus fuerzas de arrancarle la úvula a base de arcadas.
Tan rápido como pudo se llevó las manos al hocico para tapar su nariz, esforzándose por evitar que el olor quedara adherido a su húmeda nariz canina.
Todavía aturdido, miró a su alrededor buscando algo, lo que fuera, que le permitiera tapar su nariz. Cualquier trapo le valdría.
— ¡Ahí! ¡Esa tela roja! — Su ojos desesperados habían captado un bulto rojizo que asomaba de una bolsa que había caído cerca de él. Rápidamente estiró el brazo y agarró la tela, tirando de ella con presteza y enrollándola a toda velocidad alrededor de su rostro, atándola justo por detrás del cogote para crear una mascarilla rudimentaria.
Pero tan pronto como apretó la tela contra su rostro, un aroma suave y embriagador se hizo dueño de sus sentidos y bloqueó por completo el del fuguström. Era dulce, con un toque floral, como si la propia tela hubiera conseguido atrapar entre sus fibras la esencia de una noche primaveral. Sorprendido, ladeó la cabeza cual husky confuso, pues escondido entre la espectacular fragancia había un aroma que conocía, un aroma elegante y femenino que pertenecía a...
— ¿Hato-gara? — Al girar el rostro, la tela colgó ligeramente hacia un lado y se dio cuenta de que se trataba de un vestido. El mismo vestido que su compañera revolucionara llevaba puesto la noche anterior durante el festejo en la taberna.
Sorprendido, volvió a mirar la bolsa de donde lo había sacado: era la mochila de la dama.
— Oh... Vaya... Lo siento mucho Hato... Te prometo que te compraré uno nuevo... — Pensó Jackson, algo abochornado pero al mismo tiempo agradecido de que su compañera fuera la salvación de su pobre nariz adolorida.
Con su olfato a salvo gracias a la mascarilla improvisada, pudo observar el desastroso entorno con más calma. Los últimos fuegos artificiales que quedaban se perdían en los cielos y explotaban en una multitud de luces y colores. Se giró, y en cuanto lo hizo se sintió horrorizado: donde antes estaba la taberna tan solo quedaba un montón de escombros, y a su lado, un hombre postrado de rodillas que contemplaba atónito cómo su negocio quedaba reducido a cenizas con olor a pescado podrido.
— Espero que la Armada tenga presupuesto para daños colaterales. — Se lamentó el mink entre sus pensamientos. — Pero todo sea por el bien de la Revolución y un futuro mejor, y estoy seguro de que con este espectáculo hemos llamado la atención de la Marina... Aunque no esté de acuerdo con unos métodos tan peligrosos. —
A continuación se centró en recordar el siguiente paso del plan. Sabía que sus compañeros estaban bien, todos habían salido a tiempo, así que ahora lo importante era ser la vanguardia que se abriría paso hasta Alto Oykot al son de la Revolución. Esperaba que su compañero Rocket hubiera informado a tiempo, luego le pediría el Den Den de vuelta.
— ¡En pie, camaradas-gara! ¡Tenemos una misión que cumplir-gara! — Proclamó tras la tela del vestido, mientras que sus manos agarraban la guitarra eléctrica con determinación. — Espero que tengáis fuerzas porque ahora tenemos que aguantar contra las tropas de la opresión y la injusticia hasta que llegue la caballería-gara. —
Y decidido a que su equipo sintiera en sus venas el fuego de la Revolución bombeado por corazones ansiosos de libertad y mentes que sólo piensen en la lucha contra la opresión, se propuso tocarles una canción capaz de motivar sus espíritus.
U36401
ÚNICA
Buff
Tier 4
No Aprendida
60
43
2
El entusiasmo musical nacido desde lo más profundo del espíritu de Lobo Jackson le impulsa a cantar y tocar de una manera tan apasionada que ensalza el ánimo propio y de sus aliados, quienes sentirán su pecho henchido de valor y fuerza para enfrentarse a todo lo que se les ponga por delante, incrementando su [Voluntad] siempre que estén a una distancia de 10 metros de él.
+12 Voluntad
Su guitarra eléctrica, que funcionaba con el electro del mink, se hizo oír por encima de los fuegos artificiales y el caos con una alegre melodía, nacida de un alma revolucionaria. Cada nota era una gota de sangre derramada por la lucha contra el poder establecido, cada compás era un grito contra la injusticia. Tocaba con una pasión abrumadora, dejando que su espíritu guiara el movimiento de sus manos. Su guitarra parecía poseída, como si la canción fuera a cobrar vida propia, tocando al corazón de todos los que pudieran escuchar aquella melodía.