Sowon
Luna Sangrienta
02-10-2024, 03:11 AM
Las cosas estaban saliendo relativamente bien, pero el combate era aburrido, los pocos enemigos que aparecían resultaban bastante endebles para el improvisado grupo de dos guerreros. La mujer clavó el espadón y lo enterró en uno de los ya inertes cuerpos que decoraban el lugar, chasqueó la lengua aburrida mientras observaba los alrededores. El enano fiel a lo que había mostrado no escatimaba en fuerza, lentamente habían limpiado la primer oleada y la cosa se mantuvo en un inquietante silencio que la mujer rompió apoyada sobre su arma.
—No parece que estos tipos sean buenos más que como muñecos de práctica. Será mejor encontrar a esos peleadores que se suponía eran poderosos...—
Expresó algo decepcionada por el nivel mostrado de sus oponentes, una cosa estaba clara, ninguno de los dos se había divertido ya que una pelea con tanta desigualdad solo les consternaba. Disfrutaban de un combate igualado, de algo que pudiese equipararse a su técnica o incluso sentirse pequeños por momentos. Eran fieros luchadores que solo progresaban saltando a la boca del lobo y tras una de las puertas encontraron las escaleras para descender a la arena.
—Ahora si parece algo más elaborado, a lo mejor es lo que buscaba al entrar en este lugar.—
Una gran arena de guerra se extendía en el circuito subterraneo, de entre las sombras emergieron a un estadio del bajo mundo, no había barrotes o jaulas, era un escenario similar a un coliseo con una grada y luces artificiales. En el centro de la misma dos hombres se medían a puño limpio, parecían muy concentrados en la encarnizada lucha, Sowon desenvainó nuevamente al ver un grupo de hombres que se aproximaban a detener su avance.
Otro corte limpio fue el resultado de la escaramuza, los hombres pudieron notar algo extraño pasar cuando la mujer se lanzó a gran velocidad contra uno de ellos, a duras penas pudo frenar el filo con sus nudilleras pero lentamente cedió una de sus rodillas por la abrumadora fuerza de la mujer. La hoja se deslizó con gran sutileza hasta cortar levemente el hombro de aquel luchador, obligado a retroceder para no perder la totalidad de su brazo.
—Eres fuerte, al menos pudiste evitar un golpe, eres lo que buscaba para calentar un poco. No te relajes, no quisiera que mueras por un mal cálculo.—
Se lanzó con una sonrisa mientras su espada se movía cual látigo, el luchador se veía obligado a retroceder y bloquear con cierta dificultad, pero claramente no podía avanzar sin recibir algún corte. El peligro de que la gigantesca espada se enterrase en alguna de sus extremidades era bastante real y un riesgo que no estaba dispuesto a correr pese a estar luchando en un circuito de dudosa legalidad. El coliseo sin embargo, no era infinito, obligado a retroceder el luchador se vio acorralado contra la pared, la mujer levantó el arma y un golpe descendió.
—Hmm... ¿Tantas ganas tenías de morir?—
Otro de los luchadores había interferido como escudo humano, pese a que su intento había dado la sensación de funcionar la mujer solo suspiró para tomar la empuñadura con ambas manos y utilizar una brusca embestida. El filo atravezó al luchador que había estado evadiendo sus cortes a la altura del estómago, había bajado la guardia y dado un paso en falso con la esperanza de atacar tras el sacrificio del otro hombre.
—Te avisé que no bajaras la guardia, si hubieras estado atento sabrías que una espada no solo corta, también puede empalar...—
—No parece que estos tipos sean buenos más que como muñecos de práctica. Será mejor encontrar a esos peleadores que se suponía eran poderosos...—
Expresó algo decepcionada por el nivel mostrado de sus oponentes, una cosa estaba clara, ninguno de los dos se había divertido ya que una pelea con tanta desigualdad solo les consternaba. Disfrutaban de un combate igualado, de algo que pudiese equipararse a su técnica o incluso sentirse pequeños por momentos. Eran fieros luchadores que solo progresaban saltando a la boca del lobo y tras una de las puertas encontraron las escaleras para descender a la arena.
—Ahora si parece algo más elaborado, a lo mejor es lo que buscaba al entrar en este lugar.—
Una gran arena de guerra se extendía en el circuito subterraneo, de entre las sombras emergieron a un estadio del bajo mundo, no había barrotes o jaulas, era un escenario similar a un coliseo con una grada y luces artificiales. En el centro de la misma dos hombres se medían a puño limpio, parecían muy concentrados en la encarnizada lucha, Sowon desenvainó nuevamente al ver un grupo de hombres que se aproximaban a detener su avance.
Otro corte limpio fue el resultado de la escaramuza, los hombres pudieron notar algo extraño pasar cuando la mujer se lanzó a gran velocidad contra uno de ellos, a duras penas pudo frenar el filo con sus nudilleras pero lentamente cedió una de sus rodillas por la abrumadora fuerza de la mujer. La hoja se deslizó con gran sutileza hasta cortar levemente el hombro de aquel luchador, obligado a retroceder para no perder la totalidad de su brazo.
—Eres fuerte, al menos pudiste evitar un golpe, eres lo que buscaba para calentar un poco. No te relajes, no quisiera que mueras por un mal cálculo.—
Se lanzó con una sonrisa mientras su espada se movía cual látigo, el luchador se veía obligado a retroceder y bloquear con cierta dificultad, pero claramente no podía avanzar sin recibir algún corte. El peligro de que la gigantesca espada se enterrase en alguna de sus extremidades era bastante real y un riesgo que no estaba dispuesto a correr pese a estar luchando en un circuito de dudosa legalidad. El coliseo sin embargo, no era infinito, obligado a retroceder el luchador se vio acorralado contra la pared, la mujer levantó el arma y un golpe descendió.
—Hmm... ¿Tantas ganas tenías de morir?—
Otro de los luchadores había interferido como escudo humano, pese a que su intento había dado la sensación de funcionar la mujer solo suspiró para tomar la empuñadura con ambas manos y utilizar una brusca embestida. El filo atravezó al luchador que había estado evadiendo sus cortes a la altura del estómago, había bajado la guardia y dado un paso en falso con la esperanza de atacar tras el sacrificio del otro hombre.
—Te avisé que no bajaras la guardia, si hubieras estado atento sabrías que una espada no solo corta, también puede empalar...—