Shiro
Ninguno
02-10-2024, 03:56 AM
Tras una rápida carrera, Shiro no tardó en alcanzar el punto en el que se había separado de Qazan. Allí no había ni rastro de la orca ni de la daimink, por lo que el peliblanco dejó atrás la intersección y siguió el camino que tenía delante, confiando en que aquel círculo de plantas y magma acabase pronto.
Por suerte, sus plegarias obtuvieron respuesta y tras avanzar unos pocos metros encontró una abertura en la pared de magma junto a otro muro de llamas que cortaban el avance por ese lado. Con un simple vistazo el peliblanco pudo comprobar cómo aquellas llamas eran distintas a las que él había visto, pero como con las suyas, el tiempo apremiaba y no quería perder el rastro del gyojin. Al espadachín le pareció escuchar el ruido que producía su enorme corpachón por aquellos pasillos, así que dejó atrás la nueva abertura y se adentró por el nuevo pasillo, deseando dejar aquel ambiente tan caldeado.
Según avanzaba, el peliblanco echó un vistazo al destello dorado que emitían las filigranas que adornaban las paredes y no pudo evitar pensar que si Gretta estuviese con ellos todo hubiese sido más fácil. Si no fuese tan impulsiva, seguramente ahora estarían los tres juntos tunelando una pared más, pero como tampoco valía de nada perder el tiempo pensando en qué podría haber sido y no es, el espadachín desestimó aquellos pensamientos y apretó el paso decidido a dar con Qazan.
- Ahí estás - pensó el joven cuando vio el corpachón de su nakama, el cual se encontraba toqueteando los glifos de la pared junto a la siguiente abertura. El peliblanco estaba demasiado cansado para reñirle por haberse entretenido como una urraca con el brillo del oro, por lo que simplemente se arrimó a él, dispuesto afrontar la siguiente prueba… la cual resultó ser un nuevo desvío de caminos.
Antes de que Qazan hablase, Shiro ya estaba decidiendo por dónde ir. Acababan de juntarse, pero parecía que no iba a durar mucho. Tras unas leves indicaciones, la pareja se separó en distintas direcciones en busca de una nueva abertura, puerta o lo que fuese que tuviesen que atravesar. Tras unos pocos pasos, el espadachín dio con la siguiente abertura, así que no dudó un instante y llamó a su compañero esperando que no se hubiese alejado mucho.
- Qazan, es aquí - llamó el peliblanco mientras observaba lo que tenía ante él.
A una parte de él le hubiese gustado decir que era toda una sorpresa volverse a topar con unas nuevas escaleras… pero dado al dudoso gusto del arquitecto por aquellas estructuras, al peliblanco no le sorprendía. Además se notaba que en esta se había esmerado. Podía notarse como de esta emanaba un aura casi celestial. El espadachín no quería imaginarse todo lo que se tuvo que autosatisfacer el arquitecto cuando la vio acabada. Seguramente fuese su obra maestra.
- Como no demos pronto con algo pienso pegarle fuego a todo este sitio - respondió el peliblanco, dejándose llevar un poco por la molestia de ir de aquí para allá. El espadachín no era muy dado a aquellas muestras de expresión, pero tanto con Qazan como con Gretta había generado un lazo especial en el que se mostraba algo más.
- Eso si no se entretiene con todo el oro del camino como uno que yo me sé… - respondió el cocinero ante las palabras de su nakama. - Aunque eso sí, tiene pinta que llegará antes que el capitán y compañía. Hace rato que no sabemos nada y este cacharro lleva como muerto desde que nos hemos adentrado aquí - prosiguió mientras le enseñaba el den den mushi que llevaba consigo. - Esperemos que no hayan tenido problemas y lleguen hasta aquí - dijo el joven dejando ver su preocupación por el resto de la banda. Al fin y al cabo, Gretta era una mala bestia en todos los sentidos, por lo que su seguridad le preocupaba menos a Shiro. Es más, si había alguien que debía de tener cuidado, era cualquiera que se topase con ella… y más si tenía hambre.
- Pero tienes razón, hagamos que todo esto valga la pena y acabemos de una vez - siguió Shiro mientras correspondía a su nakama al choque de puños. La mano del espadachín era prácticamente ridícula al lado de la de su compañero, pero el sentimiento que le generaba el volver a tener nakamas era algo que nada podía empequeñecer.
- Hagámoslo, por todos - finalizó antes de seguir a su compañero por la reluciente escalera.
Por suerte, sus plegarias obtuvieron respuesta y tras avanzar unos pocos metros encontró una abertura en la pared de magma junto a otro muro de llamas que cortaban el avance por ese lado. Con un simple vistazo el peliblanco pudo comprobar cómo aquellas llamas eran distintas a las que él había visto, pero como con las suyas, el tiempo apremiaba y no quería perder el rastro del gyojin. Al espadachín le pareció escuchar el ruido que producía su enorme corpachón por aquellos pasillos, así que dejó atrás la nueva abertura y se adentró por el nuevo pasillo, deseando dejar aquel ambiente tan caldeado.
Según avanzaba, el peliblanco echó un vistazo al destello dorado que emitían las filigranas que adornaban las paredes y no pudo evitar pensar que si Gretta estuviese con ellos todo hubiese sido más fácil. Si no fuese tan impulsiva, seguramente ahora estarían los tres juntos tunelando una pared más, pero como tampoco valía de nada perder el tiempo pensando en qué podría haber sido y no es, el espadachín desestimó aquellos pensamientos y apretó el paso decidido a dar con Qazan.
- Ahí estás - pensó el joven cuando vio el corpachón de su nakama, el cual se encontraba toqueteando los glifos de la pared junto a la siguiente abertura. El peliblanco estaba demasiado cansado para reñirle por haberse entretenido como una urraca con el brillo del oro, por lo que simplemente se arrimó a él, dispuesto afrontar la siguiente prueba… la cual resultó ser un nuevo desvío de caminos.
Antes de que Qazan hablase, Shiro ya estaba decidiendo por dónde ir. Acababan de juntarse, pero parecía que no iba a durar mucho. Tras unas leves indicaciones, la pareja se separó en distintas direcciones en busca de una nueva abertura, puerta o lo que fuese que tuviesen que atravesar. Tras unos pocos pasos, el espadachín dio con la siguiente abertura, así que no dudó un instante y llamó a su compañero esperando que no se hubiese alejado mucho.
- Qazan, es aquí - llamó el peliblanco mientras observaba lo que tenía ante él.
A una parte de él le hubiese gustado decir que era toda una sorpresa volverse a topar con unas nuevas escaleras… pero dado al dudoso gusto del arquitecto por aquellas estructuras, al peliblanco no le sorprendía. Además se notaba que en esta se había esmerado. Podía notarse como de esta emanaba un aura casi celestial. El espadachín no quería imaginarse todo lo que se tuvo que autosatisfacer el arquitecto cuando la vio acabada. Seguramente fuese su obra maestra.
- Como no demos pronto con algo pienso pegarle fuego a todo este sitio - respondió el peliblanco, dejándose llevar un poco por la molestia de ir de aquí para allá. El espadachín no era muy dado a aquellas muestras de expresión, pero tanto con Qazan como con Gretta había generado un lazo especial en el que se mostraba algo más.
- Eso si no se entretiene con todo el oro del camino como uno que yo me sé… - respondió el cocinero ante las palabras de su nakama. - Aunque eso sí, tiene pinta que llegará antes que el capitán y compañía. Hace rato que no sabemos nada y este cacharro lleva como muerto desde que nos hemos adentrado aquí - prosiguió mientras le enseñaba el den den mushi que llevaba consigo. - Esperemos que no hayan tenido problemas y lleguen hasta aquí - dijo el joven dejando ver su preocupación por el resto de la banda. Al fin y al cabo, Gretta era una mala bestia en todos los sentidos, por lo que su seguridad le preocupaba menos a Shiro. Es más, si había alguien que debía de tener cuidado, era cualquiera que se topase con ella… y más si tenía hambre.
- Pero tienes razón, hagamos que todo esto valga la pena y acabemos de una vez - siguió Shiro mientras correspondía a su nakama al choque de puños. La mano del espadachín era prácticamente ridícula al lado de la de su compañero, pero el sentimiento que le generaba el volver a tener nakamas era algo que nada podía empequeñecer.
- Hagámoslo, por todos - finalizó antes de seguir a su compañero por la reluciente escalera.