Octojin
El terror blanco
02-10-2024, 10:52 AM
La decisión estaba tomada. Las palabras de aquél tipo de la barra resonaban con determinación, y aunque su seguridad era evidente, Octojin valoraba mucho la franqueza. La situación con Boran era complicada, y aquel pirata tenía claro lo que quería. Se levantó de su asiento, haciendo un ademán al camarero para pagar la cuenta de ambos.
—Yo me encargo —dijo con la calma habitual en su voz, mientras depositaba el dinero sobre la barra. El tiburón tenía su propio código de honor; una alianza debía empezar con el pie derecho.
Con Silver siguiéndolo de cerca, Octojin salió de la taberna hacia el caos de Gray Terminal. Los caminos de chatarra y desperdicios se abrían en todas las direcciones, una verdadera maraña de metal oxidado y polvo que parecía un laberinto que, a veces, no tenía final. Si no sabías moverte por allí, con total seguridad te perderías un sin fín de veces antes de alcanzar tu objetivo. Eso si lo alcanzabas. La basura tenía muchos problemas, y uno de ellos era que no le prestabas la suficiente atención, y eras capaz de pasar veinte veces por el mismo sitio sin ser totalmente consciente de ello.
—Empezaremos por Tom, un tipo que recoge chatarra. Me ayudó a encontrar madera para reparar la taberna. Y como todos los días recoge algo... Suele ver a la gente por ahí —le explicó a Silver mientras ambos caminaban. Sabía que era un contacto que no le fallaría; si alguien sabía algo, ese sería Tom.
El lugar donde solía estar Tom era fácil de encontrar: una pequeña explanada repleta de montañas de chatarra y metales mezclados con todo tipo de desechos. La estructura caótica de cables y tubos retorcidos se levantaba hacia el cielo en un desorden que solo los expertos en la basura como Tom sabían desentrañar. A medida que se acercaban, Octojin levantó la mano para saludar a un hombre delgado, con una gorra de visera rota, quien al verlo le devolvió el gesto.
—Octojin, qué sorpresa verte por aquí —dijo Tom, rascándose la barba mientras observaba al tiburón y su inusual acompañante, en el que no reparó mucho y lo aceptó con una sonrisa. — ¿Qué se les ofrece? No estarás buscando más madera, ¿verdad?
El gyojin negó con la cabeza, y se inclinó levemente hacia el chatarrero.
—De la madera ya hablaremos, estoy pensando en hacer alguna cosilla, pero ahora mismo vengo por otra cosa. Estamos buscando a alguien, un tipo llamado Boran. Dicen que podría estar por aquí, y quería saber si has visto algo raro últimamente. Este tipo tiene una foto suya, por si te vale para identificarlo.
Tom se quedó pensativo unos segundos, golpeando suavemente el suelo con el pie mientras removía su memoria. Si Silver le ofrecía la foto la miraría con cierta parsimonia.
—Boran, Boran... No me suena, pero puede que se esté escondiendo por aquí. Este lugar es grande y se meten todo tipo de bichos... Mira, no te lo puedo asegurar, pero podrías hablar con Kwen. Él suele buscar pepitas de oro entre la chatarra, y siempre está metido en líos. Puede que sepa algo. Desde luego es el que más se mueve de nosotros.
Octojin agradeció a Tom y se despidió. Siguió caminando por el mar de basura junto con Silver, buscando a Kwen. Sabía que si estaba allí, probablemente lo encontrarían en lo más alto de una montaña de metales, escudriñando entre los restos como un buitre en busca de carroña. Y efectivamente, después de unos minutos de búsqueda, Octojin levantó la vista y allí estaba: un hombre de pequeña complexión, subido en la cúspide de una pila de chatarra, mirando intensamente algo que sostenía en la mano.
—¡Eh, Kwen! ¡Aquí abajo! — gritó Octojin, haciéndole señas.
Kwen, sobresaltado por el llamado, dejó caer lo que tenía en la mano y se giró hacia ellos, con una expresión de sorpresa y alivio.
—¡Octojin! Menos mal que estás aquí. He subido hasta arriba porque me pareció ver una pepita de oro... pero nada, solo era un trozo de metal dorado. Eh, hazme un favor, ¿sí? Voy a saltar, agárrame, que me la pego si no.
El tiburón se preparó, plantando firmemente sus pies en el suelo. Kwen se lanzó al vacío y Octojin lo atrapó sin esfuerzo, sujetándolo por la espalda y bajándolo con suavidad.
—Gracias, amigo, me has salvado —dijo Kwen mientras se sacudía el polvo con una gran sonrisa. —Oye, ¿y este tipo? —añadió, mirando a Silver con curiosidad— No se ven muchas caras nuevas por aquí.
—Es un conocido mío. Estamos buscando a un hombre llamado Boran —dijo el escualo, sin perder tiempo—. Tom dice que tú podrías saber algo.
Kwen se rascó la cabeza, como si intentara sacar algo de su memoria. Durante unos segundos dejó la mirada perdida entre la chatarra. El gyojin pensó que había visto una de esas pepitas que lo tenían obsesionado, pero no. Simplemente estaba pensando.
— Boran... Me suena, sí. Creo haber visto a alguien así por el sector este, hace unos días. Iba con varias personas, no estaba solo. Pero no te puedo asegurar nada, solo me pareció ver un grupo algo sospechoso, y no conocía a nadie de ellos. Si se escondieron, probablemente estén dando vueltas por esa zona. Podría ser un buen lugar para empezar a buscar. Justo hace una o dos semanas el refugio de Glen cerró porque no podían arreglar las tuberías. Puede ser un buen sitio donde refugiarse.
Silver y Octojin intercambiaron una mirada cómplice. Parecía que estaban más cerca de encontrar lo que buscaban.
—Gracias, Kwen —dijo Octojin, dándole una palmada amistosa en el hombro —.Nos has dado una pista. Vamos a ver qué encontramos en el sector este. Mucha suerte en la búsqueda de pepitas! Recuerda que nos conocemos si encuentras una grande y te haces rico.
Con el nuevo objetivo en mente, Octojin y Silver se pusieron en marcha hacia el sector este, la parte más escondida y desordenada de Gray Terminal. La búsqueda continuaba, y con cada paso, sentían que se acercaban más al escurridizo Boran.
—El refugio de Glen era una casa de madera que levantaron hace años y se hizo básicamente para que los sintecho pudieran refugiarse del frío. Pero dejó de tener agua hace unos meses, y han estado intentando arreglar las tuberías pero no han sido capaces. Parece que hay algún tipo de tapón que no pueden quitar. Yo no entiendo de fontanería, así que no te puedo decir más.
—Yo me encargo —dijo con la calma habitual en su voz, mientras depositaba el dinero sobre la barra. El tiburón tenía su propio código de honor; una alianza debía empezar con el pie derecho.
Con Silver siguiéndolo de cerca, Octojin salió de la taberna hacia el caos de Gray Terminal. Los caminos de chatarra y desperdicios se abrían en todas las direcciones, una verdadera maraña de metal oxidado y polvo que parecía un laberinto que, a veces, no tenía final. Si no sabías moverte por allí, con total seguridad te perderías un sin fín de veces antes de alcanzar tu objetivo. Eso si lo alcanzabas. La basura tenía muchos problemas, y uno de ellos era que no le prestabas la suficiente atención, y eras capaz de pasar veinte veces por el mismo sitio sin ser totalmente consciente de ello.
—Empezaremos por Tom, un tipo que recoge chatarra. Me ayudó a encontrar madera para reparar la taberna. Y como todos los días recoge algo... Suele ver a la gente por ahí —le explicó a Silver mientras ambos caminaban. Sabía que era un contacto que no le fallaría; si alguien sabía algo, ese sería Tom.
El lugar donde solía estar Tom era fácil de encontrar: una pequeña explanada repleta de montañas de chatarra y metales mezclados con todo tipo de desechos. La estructura caótica de cables y tubos retorcidos se levantaba hacia el cielo en un desorden que solo los expertos en la basura como Tom sabían desentrañar. A medida que se acercaban, Octojin levantó la mano para saludar a un hombre delgado, con una gorra de visera rota, quien al verlo le devolvió el gesto.
—Octojin, qué sorpresa verte por aquí —dijo Tom, rascándose la barba mientras observaba al tiburón y su inusual acompañante, en el que no reparó mucho y lo aceptó con una sonrisa. — ¿Qué se les ofrece? No estarás buscando más madera, ¿verdad?
El gyojin negó con la cabeza, y se inclinó levemente hacia el chatarrero.
—De la madera ya hablaremos, estoy pensando en hacer alguna cosilla, pero ahora mismo vengo por otra cosa. Estamos buscando a alguien, un tipo llamado Boran. Dicen que podría estar por aquí, y quería saber si has visto algo raro últimamente. Este tipo tiene una foto suya, por si te vale para identificarlo.
Tom se quedó pensativo unos segundos, golpeando suavemente el suelo con el pie mientras removía su memoria. Si Silver le ofrecía la foto la miraría con cierta parsimonia.
—Boran, Boran... No me suena, pero puede que se esté escondiendo por aquí. Este lugar es grande y se meten todo tipo de bichos... Mira, no te lo puedo asegurar, pero podrías hablar con Kwen. Él suele buscar pepitas de oro entre la chatarra, y siempre está metido en líos. Puede que sepa algo. Desde luego es el que más se mueve de nosotros.
Octojin agradeció a Tom y se despidió. Siguió caminando por el mar de basura junto con Silver, buscando a Kwen. Sabía que si estaba allí, probablemente lo encontrarían en lo más alto de una montaña de metales, escudriñando entre los restos como un buitre en busca de carroña. Y efectivamente, después de unos minutos de búsqueda, Octojin levantó la vista y allí estaba: un hombre de pequeña complexión, subido en la cúspide de una pila de chatarra, mirando intensamente algo que sostenía en la mano.
—¡Eh, Kwen! ¡Aquí abajo! — gritó Octojin, haciéndole señas.
Kwen, sobresaltado por el llamado, dejó caer lo que tenía en la mano y se giró hacia ellos, con una expresión de sorpresa y alivio.
—¡Octojin! Menos mal que estás aquí. He subido hasta arriba porque me pareció ver una pepita de oro... pero nada, solo era un trozo de metal dorado. Eh, hazme un favor, ¿sí? Voy a saltar, agárrame, que me la pego si no.
El tiburón se preparó, plantando firmemente sus pies en el suelo. Kwen se lanzó al vacío y Octojin lo atrapó sin esfuerzo, sujetándolo por la espalda y bajándolo con suavidad.
—Gracias, amigo, me has salvado —dijo Kwen mientras se sacudía el polvo con una gran sonrisa. —Oye, ¿y este tipo? —añadió, mirando a Silver con curiosidad— No se ven muchas caras nuevas por aquí.
—Es un conocido mío. Estamos buscando a un hombre llamado Boran —dijo el escualo, sin perder tiempo—. Tom dice que tú podrías saber algo.
Kwen se rascó la cabeza, como si intentara sacar algo de su memoria. Durante unos segundos dejó la mirada perdida entre la chatarra. El gyojin pensó que había visto una de esas pepitas que lo tenían obsesionado, pero no. Simplemente estaba pensando.
— Boran... Me suena, sí. Creo haber visto a alguien así por el sector este, hace unos días. Iba con varias personas, no estaba solo. Pero no te puedo asegurar nada, solo me pareció ver un grupo algo sospechoso, y no conocía a nadie de ellos. Si se escondieron, probablemente estén dando vueltas por esa zona. Podría ser un buen lugar para empezar a buscar. Justo hace una o dos semanas el refugio de Glen cerró porque no podían arreglar las tuberías. Puede ser un buen sitio donde refugiarse.
Silver y Octojin intercambiaron una mirada cómplice. Parecía que estaban más cerca de encontrar lo que buscaban.
—Gracias, Kwen —dijo Octojin, dándole una palmada amistosa en el hombro —.Nos has dado una pista. Vamos a ver qué encontramos en el sector este. Mucha suerte en la búsqueda de pepitas! Recuerda que nos conocemos si encuentras una grande y te haces rico.
Con el nuevo objetivo en mente, Octojin y Silver se pusieron en marcha hacia el sector este, la parte más escondida y desordenada de Gray Terminal. La búsqueda continuaba, y con cada paso, sentían que se acercaban más al escurridizo Boran.
—El refugio de Glen era una casa de madera que levantaron hace años y se hizo básicamente para que los sintecho pudieran refugiarse del frío. Pero dejó de tener agua hace unos meses, y han estado intentando arreglar las tuberías pero no han sido capaces. Parece que hay algún tipo de tapón que no pueden quitar. Yo no entiendo de fontanería, así que no te puedo decir más.