Shy
"Shy"
03-10-2024, 12:53 AM
Las lluvias arreciaron. Shy no había estado especialmente atento al clima, mas la bufanda que estaba tejiendo empezaba a mojarse. Con fastidio, el cazador masculló una maldición antes de guardarla en su hatillo. Si había algo que amaba, era la costura. Por otro lado, si había algo que odiaba, eso era verse interrumpido, ya fuera por una persona o por circunstancias ajenas a su control. Había perdido la posibilidad de seguir haciendo algo que le gustaba a raíz de una de esas interrupciones que tanto odiaba. Igual que con Ame. Perdió a la persona que amaba y se ganó un trabajo que odiaba. Con circunstancias como aquellas, era bastante difícil sentirse optimista. Pues nada, Hyun se quedaría sin bufanda. Puta lluvia.
Pronto, fueron más que lluvias las que azotaron al navío. La mar y los vientos convergieron para conjurar lo que para algunos sería un viaje movidito. Para un usuario de Fruta del Diablo como él, era una sentencia de muerte, con los dioses que mandaban aquella tormenta como únicos magistrados para decidir si, por sus últimos años como matón, habría de morir. Por mucha pinta que tuvieran Illyasbabel y Yoshi de nadadores, prefería no caerse al mar.
La niebla empezó a volverse más densa aun, y pronto no podía ver ni el castillo de popa de la embarcación. La embarcación tembló y se sacudió, con el rugido del viento y el bramido del mar acompañando aquel tiovivo en el que se encontraba. Shy se agarró con fuerza: él podía ser el siguiente en salir despedido. Pensó en trasladarse al plano que le confería su Fruta del Diablo para mantenerse a salvo, pero consideró la posibilidad de quedarse atrás si el barco avanzaba demasiado. Lo que resultaría en caer al mar sin posibilidad de salvarse, vaya.
¿Qué podía hacer? No era ningún marino, Shy siempre había sido bastante de secano. Hasta hacía poco ni siquiera había salido de Loguetown por vez primera. No tenía ni idea de navegar. Así pues, decidió ayudar de la única manera que se le ocurría. Arrastrándose por la cubierta y agarrándose a cada cabo, saliente, madero y mástil, procedió a buscar a todos los heridos de la cubierta y a llevarlos consigo a la bodega. Si había alguno especialmente herido, trataría de dar los primeros auxilios más básicos que conocía, incluso asistiría al matasanos del barco si fuera preciso. Pensó en la posibilidad de tener que sacrificar algunas de sus mejores telas para tapar heridas, y torció el gesto. Ah, el deber. Solo lo haría porque es lo que Ame habría hecho de estar allí.
Pronto, fueron más que lluvias las que azotaron al navío. La mar y los vientos convergieron para conjurar lo que para algunos sería un viaje movidito. Para un usuario de Fruta del Diablo como él, era una sentencia de muerte, con los dioses que mandaban aquella tormenta como únicos magistrados para decidir si, por sus últimos años como matón, habría de morir. Por mucha pinta que tuvieran Illyasbabel y Yoshi de nadadores, prefería no caerse al mar.
La niebla empezó a volverse más densa aun, y pronto no podía ver ni el castillo de popa de la embarcación. La embarcación tembló y se sacudió, con el rugido del viento y el bramido del mar acompañando aquel tiovivo en el que se encontraba. Shy se agarró con fuerza: él podía ser el siguiente en salir despedido. Pensó en trasladarse al plano que le confería su Fruta del Diablo para mantenerse a salvo, pero consideró la posibilidad de quedarse atrás si el barco avanzaba demasiado. Lo que resultaría en caer al mar sin posibilidad de salvarse, vaya.
¿Qué podía hacer? No era ningún marino, Shy siempre había sido bastante de secano. Hasta hacía poco ni siquiera había salido de Loguetown por vez primera. No tenía ni idea de navegar. Así pues, decidió ayudar de la única manera que se le ocurría. Arrastrándose por la cubierta y agarrándose a cada cabo, saliente, madero y mástil, procedió a buscar a todos los heridos de la cubierta y a llevarlos consigo a la bodega. Si había alguno especialmente herido, trataría de dar los primeros auxilios más básicos que conocía, incluso asistiría al matasanos del barco si fuera preciso. Pensó en la posibilidad de tener que sacrificar algunas de sus mejores telas para tapar heridas, y torció el gesto. Ah, el deber. Solo lo haría porque es lo que Ame habría hecho de estar allí.