40 de verano del año 724,
Isla DemonTooth,
East Blue
Isla DemonTooth,
East Blue
El viaje estaba siendo agradable. No podía ser de otra manera habidas cuentas que por fin había conseguido reencontrarme con mi pequeño hermanito, ¡Timsy! El renacuajo iba sobre mi hombro, sentado dejando las piernas colgar como quien se sienta en un barranco en la cima de la montaña más alta que haya podido escalar jamás y decide darle un respiro a sus agotadas piernas. Ambos teníamos una sonrisa que recorría el rostro por completo. Tantos años… Habían merecido la pena y con creces. No podía evitar pensar en todo lo que me había ocurrido y en todo lo que había vivido Timsy en mi ausencia. Para mi alegría, parecía ser un gyojin fuerte y decidido tanto de cuerpo, como de espíritu.
Habíamos llegado a la isla nadando, saltando y haciendo cabriolas como un par de delfines adolescentes juguetones. Más de uno había protestado por los vaivenes que daba el barco con las olas que generaban mis saltos y otros tantos seguramente se quejarían de que habría que limpiar la cubierta si no querían resbalar. Naturalmente todo aquello me traía sin importancia porque ¡había encontrado a Timsy!
-Es un borracho y todavía no sé si despreciable, pero me cae bien – dijo Timsy.
-Es buen tipo, ya lo verás-lurk. Pero sí, es un borracho.
Tofun no era la mejor compañía para un adolescente y, aunque no podía evitar ponerme protector para con mi hermano pequeño, se las había sabido ingeniar todo este tiempo sin mí y habría visto y conocido todo tipo de situaciones y personas, así que me había autoimpuesto no censurarle nada. Tratarlo, en la medida de lo posible, como a otro adulto más aunque no siempre lo fuera a conseguir, naturalmente. Tampoco es que yo fuera la mejor de las compañías, así que sería mejor tratar de compartir mi vida con él, que no apartarlo, aislarlo y perderme más momentos juntos. Doce años habían sido suficientes.
-¡Eh, Nanoplancton! ¿Me das un Oceánico-lurk?
El tontatta salió disparado al ver un panda y otro tipo en la isla, no sin antes haberme concedido la petición. Tomé el chupito, o lo que para mí lo era, y bebí de un trago.
-Tú también eres un borracho - me encogí de hombros y sonreí dejando ver los puntiagudos y afilados dientes.
Al inicio pensé que sería un domador de animales, ¡pero el panda hablaba! ¿Y eso me sorprendía? Viajaba con un mapache parlante y un pez de metro y medio bocazas. ¡Además yo mismo era un pez de dieciseis metros antropomorfo que hablaba! Lo de razonar no lo tenía del todo claro, aunque al menos pensar, sí podía pensar. Menos cuando tomaba los Último Aliento de Tofun, que ahí no tenía muy claro que se pudiera llamar pensar a lo que cruzaba por mi mente.
-Ya estamos-lurk...
Mi diminuto compañero de revolución se ofreció para pelear contra el panda. Una cosa debía admitir y era que su pequeño tamaño tan solo era comparable a la grandeza de su leyenda. Pocos como él habían peleado contra seres infernales marinos, resistido su furia y habían escapado de ser devorados.
Simplemente me senté con las piernas cruzadas, Timsy al hombro y observamos la escena. A ver en qué acababa todo.
Habíamos llegado a la isla nadando, saltando y haciendo cabriolas como un par de delfines adolescentes juguetones. Más de uno había protestado por los vaivenes que daba el barco con las olas que generaban mis saltos y otros tantos seguramente se quejarían de que habría que limpiar la cubierta si no querían resbalar. Naturalmente todo aquello me traía sin importancia porque ¡había encontrado a Timsy!
-Es un borracho y todavía no sé si despreciable, pero me cae bien – dijo Timsy.
-Es buen tipo, ya lo verás-lurk. Pero sí, es un borracho.
Tofun no era la mejor compañía para un adolescente y, aunque no podía evitar ponerme protector para con mi hermano pequeño, se las había sabido ingeniar todo este tiempo sin mí y habría visto y conocido todo tipo de situaciones y personas, así que me había autoimpuesto no censurarle nada. Tratarlo, en la medida de lo posible, como a otro adulto más aunque no siempre lo fuera a conseguir, naturalmente. Tampoco es que yo fuera la mejor de las compañías, así que sería mejor tratar de compartir mi vida con él, que no apartarlo, aislarlo y perderme más momentos juntos. Doce años habían sido suficientes.
-¡Eh, Nanoplancton! ¿Me das un Oceánico-lurk?
El tontatta salió disparado al ver un panda y otro tipo en la isla, no sin antes haberme concedido la petición. Tomé el chupito, o lo que para mí lo era, y bebí de un trago.
-Tú también eres un borracho - me encogí de hombros y sonreí dejando ver los puntiagudos y afilados dientes.
Al inicio pensé que sería un domador de animales, ¡pero el panda hablaba! ¿Y eso me sorprendía? Viajaba con un mapache parlante y un pez de metro y medio bocazas. ¡Además yo mismo era un pez de dieciseis metros antropomorfo que hablaba! Lo de razonar no lo tenía del todo claro, aunque al menos pensar, sí podía pensar. Menos cuando tomaba los Último Aliento de Tofun, que ahí no tenía muy claro que se pudiera llamar pensar a lo que cruzaba por mi mente.
-Ya estamos-lurk...
Mi diminuto compañero de revolución se ofreció para pelear contra el panda. Una cosa debía admitir y era que su pequeño tamaño tan solo era comparable a la grandeza de su leyenda. Pocos como él habían peleado contra seres infernales marinos, resistido su furia y habían escapado de ser devorados.
Simplemente me senté con las piernas cruzadas, Timsy al hombro y observamos la escena. A ver en qué acababa todo.