Airgid Vanaidiam
Metalhead
03-10-2024, 03:40 PM
Día 23 de Verano del año 724
Airgid aún no había terminado de asimilar del todo el hecho de que había abandonado Kilombo. Era algo que siempre había deseado hacer, pero que a la vez había ido alargando y alargando, excusándose en que aún tenía asuntos pendientes con la isla, cuando... la realidad era que no se había armado con el valor suficiente. No se veía a sí misma, sola, abandonando su hoga de toda la vida y donde aún guardaba buenas amistades solo por perseguir un sueño. Pero la llegada de Ragnheidr a la isla lo cambió todo. No solo sintió una enorme y fuerte conexión muy rápidamente, sino que también descubrió que tenían más cosas en común de las que una pudiera llegar a imaginarse de primeras. A ambos les unían aficiones parecidas, personalidades compatibles, y una extraña relación con la revolución, ambos impulsados un poco gracias a aquel anciano que conocieron en Kilombo. Y no solo le conoció a él, también a Asradi, a Ubben, Tofun, Umibozu... de forma orgánica y casi sin darse cuenta, habían formado un grupito curioso y tremendamente divertido. Señal suficiente para darse cuenta de que estaba más que preparada para hacerse a la mar.
El viaje lo pasaron casi enteramente borrachos, fue un completo desfase del que Airgid no se sentía demasiado orgullosa, pero claro, no había sido del todo culpa suya cuando uno de sus amigos era una destilería andante. Airgid no sabía ni cómo, pero al final fueron capaces de llegar a una isla, Reino de Oykot, se llamaba. Tofun le había explicado varias veces la situación de esa peculiar isla, y la misión que había tramado para ellos, donde podrían además colaborar con más revolucionarios. Airgid estaba tan borracha que ya ni recordaba del todo los detalles, solo sabía que tenía que camelarse un poco a la población local, una tarea que se le daba especialmente bien, la verdad.
Pero era momento de un poco de descanso. Bueno, no descanso realmente, sino de desconexión mental. ¿Y cómo se conseguía eso? Con un poco de ejercicio. Airgid iba preparadita, con su coleta hecha, su top y sus pantalones cortos, la típica ropa que usaba para entrenar. Habían encontrado un gimnasio que contaba con su propio edificio, y además una zona para hacer ejercicio al aire libre. Airgid desconocía cuál de las dos opciones le apetecería más a Ragn, ella no tenía problemas así que decidió que le dejaría esa decisión a él. La rubia había sido lo suficientemente previsora como para traerse sus pesas de casa, pero teniendo un gimnasio cerca, era mejor dejarlas en el barco, salir un poco y explorar también la ciudad de paso, y después podrían ir a dar una vuelta, comer algo... lo que fuera.
Mientras esperaba a que Ragnheidr apareciera, no podía dejar de pensar en aquella extraña visión que tuvo con él. Es verdad que iba hasta arriba de "Ascensores" y que eso la hacía alucinar y ver cosas raras, imaginadas. Pero verle a él con aquel casco de metal en la cabeza le hizo pensar que quizás no había sido pura casualidad...