Ray
Kuroi Ya
03-10-2024, 06:45 PM
Todos los participantes en aquella brutal pelea se juntaron en un momento en el que el mundo pareció implosionar sobre sí mismo. El poder de Broco Lee era abrumador, superior al cualquier otra persona que Ray hubiera visto nunca con la salvedad del Vicealmirante Morelli, a quien había conocido en el Casino de Loguetown unos días atrás, cuando se le encargó actuar como su guardaespaldas en sus vacaciones. Pero aún así ni siquiera toda esa fuerza fue suficiente para vencer a los esfuerzos conjuntos de Camille, Takahiro, Atlas y él mismo. La coordinación y capacidad de esfuerzo y sacrificio de los cuatro marines, unidos por estrechos lazos de amistad, superó al poderío del pirata, que no obstante generó con su ataque una onda expansiva descomunal.
El joven de cabellos plateados aguantó la posición como fue capaz, aunque la potencia del impacto provocó que retrocediera involuntariamente varios metros. Por suerte al encontrarse en el aire el efecto sobre su cuerpo fue menor más allá de esto. Y en cuanto hubo enderezado su trayectoria y consiguió sobreponerse a la veloz ráfaga de aire que siguió a la colisión miró a su alrededor.
En apenas unos instantes el acantilado comenzó a venirse abajo, pues las rocas no fueron capaces de soportar la terrible fuerza del choque. El corsario, cuyo cuerpo había quedado absolutamente destrozado tras el brutal choque con los militares, cayó junto a ellas hacia el mar, inerte. Habían vencido, pero aún era pronto para relajarse. El verdadero objetivo de su misión era transportar a Meethook sano y salvo hasta Loguetown, cosa que Camille se encargó de recordarles rápidamente.
En ese mismo momento el peliblanco se lanzó tan rápidamente como fue capaz hacia la posición del farero, cogiéndole en brazos como ya le había cargado al principio de la ofensiva de los asaltantes para sacarle del faro, salvo por el hecho de que ahora solo podía utilizar uno de sus brazos para ello. Cuando le hubo puesto a salvo miró hacia el mar, preguntándose qué se habría encontrado Octojin. Su amigo había conseguido hundir el barco de los Piratas Veganos, eso resultaba evidente, pero no había rastro de él. O al menos no uno que pudieran ver desde allí. Y el tiburón era el único miembro de la brigada que no llevaba consigo un den den mushi, por lo que no tenían forma de comunicarse con él. Así que solo les quedaba una opción: dirigirse al muelle, el lugar en el que habían acordado reunirse cuando estuvieran en condiciones de sacar a Meethook de la isla, y esperar que su amigo apareciese también.
Y eso hicieron. Tras asegurarse de que los supervivientes entre los piratas que allí se encontraban eran adecuadamente detenidos, iniciaron el descenso hacia Rostock. No tuvieron demasiados problemas en su traslado más allá de algún que otro compañero de la base local más quisquilloso de lo normal cuyo recelo se esfumó rápidamente en cuanto les enseñaron la carta firmada y sellada por su capitán. Al fin y al cabo ningún marine en Kilombo quería arriesgarse a contrariar a su superior, quien tenía bien ganada la fama de ser un oficial duro e inflexible.
Una vez en el muelle el joven marine sintió un enorme alivio cuando divisó a Octojin cerca del barco que les había cedido la Marina para el traslado. El tiburón estaba herido pero a salvo, y cuando les vio aparecer una sonrisa se dibujó en su enorme boca llena de afilados colmillos. A decir verdad podía resultar ligeramente perturbador ver al enorme gyojin sonreír, pues si bien pretendía transmitir alegría inevitablemente transmitía también el peligro que suponían sus fauces. Y a su lado, esposado y recibiendo atención médica, se encontraba lo que parecía un mink nutria que daba la sensación de ser el adversario al que su amigo había vencido bajo el agua mientras ellos peleaban en el acantilado.
- Bueno, habrá que ponerse en marcha, ¿no? - Comentó el joven de cabellos plateados, agotado pero animado. Habían conseguido defender a Meethook de su enemigo más acérrimo. En teoría no deberían tener que pelear contra nadie más antes de llegar a Loguetown, aunque no podían dar nada por sentado. En el mar no eran infrecuentes las sorpresas.
El joven de cabellos plateados aguantó la posición como fue capaz, aunque la potencia del impacto provocó que retrocediera involuntariamente varios metros. Por suerte al encontrarse en el aire el efecto sobre su cuerpo fue menor más allá de esto. Y en cuanto hubo enderezado su trayectoria y consiguió sobreponerse a la veloz ráfaga de aire que siguió a la colisión miró a su alrededor.
En apenas unos instantes el acantilado comenzó a venirse abajo, pues las rocas no fueron capaces de soportar la terrible fuerza del choque. El corsario, cuyo cuerpo había quedado absolutamente destrozado tras el brutal choque con los militares, cayó junto a ellas hacia el mar, inerte. Habían vencido, pero aún era pronto para relajarse. El verdadero objetivo de su misión era transportar a Meethook sano y salvo hasta Loguetown, cosa que Camille se encargó de recordarles rápidamente.
En ese mismo momento el peliblanco se lanzó tan rápidamente como fue capaz hacia la posición del farero, cogiéndole en brazos como ya le había cargado al principio de la ofensiva de los asaltantes para sacarle del faro, salvo por el hecho de que ahora solo podía utilizar uno de sus brazos para ello. Cuando le hubo puesto a salvo miró hacia el mar, preguntándose qué se habría encontrado Octojin. Su amigo había conseguido hundir el barco de los Piratas Veganos, eso resultaba evidente, pero no había rastro de él. O al menos no uno que pudieran ver desde allí. Y el tiburón era el único miembro de la brigada que no llevaba consigo un den den mushi, por lo que no tenían forma de comunicarse con él. Así que solo les quedaba una opción: dirigirse al muelle, el lugar en el que habían acordado reunirse cuando estuvieran en condiciones de sacar a Meethook de la isla, y esperar que su amigo apareciese también.
Y eso hicieron. Tras asegurarse de que los supervivientes entre los piratas que allí se encontraban eran adecuadamente detenidos, iniciaron el descenso hacia Rostock. No tuvieron demasiados problemas en su traslado más allá de algún que otro compañero de la base local más quisquilloso de lo normal cuyo recelo se esfumó rápidamente en cuanto les enseñaron la carta firmada y sellada por su capitán. Al fin y al cabo ningún marine en Kilombo quería arriesgarse a contrariar a su superior, quien tenía bien ganada la fama de ser un oficial duro e inflexible.
Una vez en el muelle el joven marine sintió un enorme alivio cuando divisó a Octojin cerca del barco que les había cedido la Marina para el traslado. El tiburón estaba herido pero a salvo, y cuando les vio aparecer una sonrisa se dibujó en su enorme boca llena de afilados colmillos. A decir verdad podía resultar ligeramente perturbador ver al enorme gyojin sonreír, pues si bien pretendía transmitir alegría inevitablemente transmitía también el peligro que suponían sus fauces. Y a su lado, esposado y recibiendo atención médica, se encontraba lo que parecía un mink nutria que daba la sensación de ser el adversario al que su amigo había vencido bajo el agua mientras ellos peleaban en el acantilado.
- Bueno, habrá que ponerse en marcha, ¿no? - Comentó el joven de cabellos plateados, agotado pero animado. Habían conseguido defender a Meethook de su enemigo más acérrimo. En teoría no deberían tener que pelear contra nadie más antes de llegar a Loguetown, aunque no podían dar nada por sentado. En el mar no eran infrecuentes las sorpresas.