Ray
Kuroi Ya
03-10-2024, 08:35 PM
El disparo es preciso, pero Lemon consigue reaccionar a tiempo para interponer el martillo en su trayectoria, logrando evitar sufrir daño alguno debido a él. Además aprovechó la inercia de este movimiento para contraatacar con fuerza, a lo que el marine no fue capaz de responder a tiempo, siendo alcanzado en la pierna por el arma contundente del revolucionario.
Mientras el otro marine se levanta, el mapache pasa al lado de la contienda a gran velocidad, instando a su compañero a seguirle. Este lo hace, aunque su velocidad no es precisamente su mayor fuerte. Por suerte para vosotros los dos marines no están condiciones de seguiros, aunque eso no evita que os disparen. Dos proyectiles salen de cada arma, apuntando un marine hacia cada uno de vosotros.
Si conseguís evitar caer podréis salir de su alcance, aunque os parece haber visto por el rabillo del ojo cómo llamaban a través de un den den mushi pidiendo refuerzos. No obstante, cuando habéis cruzado un par de calles en vuestra huida del puerto escucháis un silbido, como si alguien os llamara. Y a lo lejos, tras la puerta entreabierta de uno de los edificios del callejón por el que vais, podéis divisar la silueta de Wick, el enigmático enlace del Ejército Revolucionario que os comunicó los detalles de vuestra misión. Os hace señales para que paséis dentro.
Una vez en el interior del edificio os mira y os dice con voz severa:
- Ya he escuchado la explosión proveniente del puerto. - Fija sus ojos primero en Rocket, y tras unos pocos segundos en Lemon. - Debíais robar los alimentos, no volarlos por los aires. No somos unos terroristas cualquiera.
Su mirada se relaja ligeramente, y tras una pequeña pausa prosigue:
- No obstante mis fuentes me han informado de que ningún civil ha sufrido daños, así que vuestra misión puede considerarse un éxito en cierto sentido, aunque os hayáis salido del guión. Ahora descansad. En este piso franco tenéis una cama para cada uno y comida. Esperad aquí a que las cosas se calmen, seguramente os estén buscando.
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Mientras tanto, en el muelle:
- ¿Quiénes han hecho esto? ¿Qué habéis visto? - Pregunta enfurecido el oficial marine a los dos vigilantes. Visiblemente cabreado, casi fuera de sí, intenta averiguar todo lo posible acerca de lo ocurrido.
- Era un tipo enorme con una máscara de aspecto tétrico, Alférez Renz. - Le contesta uno de los dos maltrechos marines. - Llevaba un martillo muy grande y un libro.
El oficial sacude sus ropas para intentar librarse del agua que las empapa. Sus puños están apretados con rabia. Ese mapache, estaba claro que aquel repugnante animal había sido el responsable del terrible ataque contra el barco. No era un mapache normal. Llevaba ropa, y un arma. Así que probablemente fuera un miembro de esa extraña tribu de animales humanoides, los mink. Esas bestias inmundas... las odiaba con todas sus fuerzas. No era capaz de entender cómo podían tener los mismos derechos que un ser humano. Y en cuanto al grandullón acerca del cual le habían informado sus subordinados... si trabajaba junto a escoria como esa para ayudarles a cometer atentados terroristas como el que acababan de perpetrar no era en lo más mínimo mejor que ellos. Lo tenía claro, encargaría un retrato robot de ambos y pondría precio a sus cabezas. Una afrenta como esa no podía quedar impune, pues habían hundido un barco cargado de víveres destinados a alimentar a los reclutas del Cuartel General del G-31 y asesinado a tres de sus hombres en el proceso, además de herido a dos más. No sabía si aquellos tipos serían parte de una organización más grande como el Ejército Revolucionario o actuaban por su cuenta, pero eso era lo de menos. Los atraparía, de eso estaba seguro.
Mientras el otro marine se levanta, el mapache pasa al lado de la contienda a gran velocidad, instando a su compañero a seguirle. Este lo hace, aunque su velocidad no es precisamente su mayor fuerte. Por suerte para vosotros los dos marines no están condiciones de seguiros, aunque eso no evita que os disparen. Dos proyectiles salen de cada arma, apuntando un marine hacia cada uno de vosotros.
Si conseguís evitar caer podréis salir de su alcance, aunque os parece haber visto por el rabillo del ojo cómo llamaban a través de un den den mushi pidiendo refuerzos. No obstante, cuando habéis cruzado un par de calles en vuestra huida del puerto escucháis un silbido, como si alguien os llamara. Y a lo lejos, tras la puerta entreabierta de uno de los edificios del callejón por el que vais, podéis divisar la silueta de Wick, el enigmático enlace del Ejército Revolucionario que os comunicó los detalles de vuestra misión. Os hace señales para que paséis dentro.
Una vez en el interior del edificio os mira y os dice con voz severa:
- Ya he escuchado la explosión proveniente del puerto. - Fija sus ojos primero en Rocket, y tras unos pocos segundos en Lemon. - Debíais robar los alimentos, no volarlos por los aires. No somos unos terroristas cualquiera.
Su mirada se relaja ligeramente, y tras una pequeña pausa prosigue:
- No obstante mis fuentes me han informado de que ningún civil ha sufrido daños, así que vuestra misión puede considerarse un éxito en cierto sentido, aunque os hayáis salido del guión. Ahora descansad. En este piso franco tenéis una cama para cada uno y comida. Esperad aquí a que las cosas se calmen, seguramente os estén buscando.
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Mientras tanto, en el muelle:
- ¿Quiénes han hecho esto? ¿Qué habéis visto? - Pregunta enfurecido el oficial marine a los dos vigilantes. Visiblemente cabreado, casi fuera de sí, intenta averiguar todo lo posible acerca de lo ocurrido.
- Era un tipo enorme con una máscara de aspecto tétrico, Alférez Renz. - Le contesta uno de los dos maltrechos marines. - Llevaba un martillo muy grande y un libro.
El oficial sacude sus ropas para intentar librarse del agua que las empapa. Sus puños están apretados con rabia. Ese mapache, estaba claro que aquel repugnante animal había sido el responsable del terrible ataque contra el barco. No era un mapache normal. Llevaba ropa, y un arma. Así que probablemente fuera un miembro de esa extraña tribu de animales humanoides, los mink. Esas bestias inmundas... las odiaba con todas sus fuerzas. No era capaz de entender cómo podían tener los mismos derechos que un ser humano. Y en cuanto al grandullón acerca del cual le habían informado sus subordinados... si trabajaba junto a escoria como esa para ayudarles a cometer atentados terroristas como el que acababan de perpetrar no era en lo más mínimo mejor que ellos. Lo tenía claro, encargaría un retrato robot de ambos y pondría precio a sus cabezas. Una afrenta como esa no podía quedar impune, pues habían hundido un barco cargado de víveres destinados a alimentar a los reclutas del Cuartel General del G-31 y asesinado a tres de sus hombres en el proceso, además de herido a dos más. No sabía si aquellos tipos serían parte de una organización más grande como el Ejército Revolucionario o actuaban por su cuenta, pero eso era lo de menos. Los atraparía, de eso estaba seguro.