Ray
Kuroi Ya
03-10-2024, 09:30 PM
Los movimientos de Gretta desconciertan a los dos marines que tiene agarrados, que ya empiezan a notar cómo el aire escasea en sus pulmones. Presas del pánico al sentir que están cerca de perder el conocimiento y quedar a merced de la terrorífica jabalí, intentan golpearla con sus espadas en repetidas ocasiones. Sin embargo entre la fuerza con la que la daimink les desplaza, cambiando continuamente de dirección, y la resistencia interpuesta por el agua, las espadas de ambos se escapan de sus manos. Desesperados, le golpean cada uno en dos ocasiones con los puños en un último intento de liberarse de su tenaz presa.
En cuanto al marine restante, observa con una profunda ira cómo sus compañeros son arrastrados bajo el agua y usados a modo de escudo para evitar que se acerque. Trata de agarrar el brazo derecho de la enorme pirata para intentar liberarles, pero el agua lo dificulta y no lo consigue, ya que no se lanza con todas sus fuerzas a ello por miedo a ser arrastrado también en el intento.
- Maldita cerda gigante... - Masculla, sintiendo una profunda impotencia al no poder hacer nada para ayudar a sus compañeros.
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Por otro lado el oficial de la Marina parece estar en un apuro, pues se encuentra en desventaja numérica frente a Shiro y Qazan. El espadachín y el gyojin atacan con fuerza y coordinación desde dos ángulos distintos, por lo que no dispone de demasiadas opciones. Su ceño se frunce y los dos piratas pueden ver cómo coge su escudo con ambas manos mientras hace una leve inclinación de todo su cuerpo hacia su derecha para, acto seguido, comenzar a girar sobre sí mismo a una increíble velocidad, como si de una peonza se tratara. Gracias a esto choca con vuestras ofensivas, no siendo no obstante capaz de competir contra ambas al mismo tiempo.
Tras el impacto entre los tres ataques el marine hinca momentáneamente su rodilla derecha. Parece claramente cansado, viéndose en serias dificultades para enfrentar al mismo tiempo a los dos piratas. En ese momento solo pudo pensar en la mala suerte que suponía que la mayoría de sus hombres no estuvieran en condiciones de combatir tras las heridas sufridas durante la batalla que habían mantenido unos días atrás contra los Piratas de Hargreaves. Tan solo tres de sus subordinados habían podido unírsele en esta ocasión, atacando a la enorme jabalí que había volcado su embarcación. No podía rendirse. Se lo debía a los que no podían luchar en esos momentos. Así que, sacando fuerzas de flaqueza, se dispuso a acometer de nuevo a sus enemigos.
Se lanzó contra el habitante del mar, que era el más cercano, y amagó con lanzarle un puñetazo hacia el estómago con su mano libre para, sin darle tiempo ni de reaccionar, tratar de golpear su cuello con todas sus fuerzas con el canto de su escudo buscando dejarle sin respiración. Acto seguido saltó y agarró su escudo con ambas manos para intentar asestar un poderoso golpe descendente en la cabeza al pirata aprovechando el desconcierto que sin duda le habría generado su primera ofensiva.
En cuanto al marine restante, observa con una profunda ira cómo sus compañeros son arrastrados bajo el agua y usados a modo de escudo para evitar que se acerque. Trata de agarrar el brazo derecho de la enorme pirata para intentar liberarles, pero el agua lo dificulta y no lo consigue, ya que no se lanza con todas sus fuerzas a ello por miedo a ser arrastrado también en el intento.
- Maldita cerda gigante... - Masculla, sintiendo una profunda impotencia al no poder hacer nada para ayudar a sus compañeros.
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Por otro lado el oficial de la Marina parece estar en un apuro, pues se encuentra en desventaja numérica frente a Shiro y Qazan. El espadachín y el gyojin atacan con fuerza y coordinación desde dos ángulos distintos, por lo que no dispone de demasiadas opciones. Su ceño se frunce y los dos piratas pueden ver cómo coge su escudo con ambas manos mientras hace una leve inclinación de todo su cuerpo hacia su derecha para, acto seguido, comenzar a girar sobre sí mismo a una increíble velocidad, como si de una peonza se tratara. Gracias a esto choca con vuestras ofensivas, no siendo no obstante capaz de competir contra ambas al mismo tiempo.
Tras el impacto entre los tres ataques el marine hinca momentáneamente su rodilla derecha. Parece claramente cansado, viéndose en serias dificultades para enfrentar al mismo tiempo a los dos piratas. En ese momento solo pudo pensar en la mala suerte que suponía que la mayoría de sus hombres no estuvieran en condiciones de combatir tras las heridas sufridas durante la batalla que habían mantenido unos días atrás contra los Piratas de Hargreaves. Tan solo tres de sus subordinados habían podido unírsele en esta ocasión, atacando a la enorme jabalí que había volcado su embarcación. No podía rendirse. Se lo debía a los que no podían luchar en esos momentos. Así que, sacando fuerzas de flaqueza, se dispuso a acometer de nuevo a sus enemigos.
Se lanzó contra el habitante del mar, que era el más cercano, y amagó con lanzarle un puñetazo hacia el estómago con su mano libre para, sin darle tiempo ni de reaccionar, tratar de golpear su cuello con todas sus fuerzas con el canto de su escudo buscando dejarle sin respiración. Acto seguido saltó y agarró su escudo con ambas manos para intentar asestar un poderoso golpe descendente en la cabeza al pirata aprovechando el desconcierto que sin duda le habría generado su primera ofensiva.