Mis envites tuvieron un efecto deseado. Si bien no conseguí romper los barrotes, al menos sí conseguí arrancarlos de la pared que los contenía, dejando en su lugar un gran hueco que me permitía pasar. La discreción y el sigilo habían dejado de ser una prioridad y ahora lo que primaba era actuar con la rapidez y contundencia de un tsunami. Creada la distracción en el pueblo, debíamos actuar con presteza cuando el resto miraba para otro lado y, al mismo tiempo, tratar de colapsar las defensas de la isla de Oykot y generar el caos suficiente para que todo fuera confuso y nadie supiera del todo como actuar. Nadie salvo nosotros, que veníamos a la isla con un plan bien trazado, aunque como siempre tendríamos que improvisar sobre la marcha según los contratiempos que fueran surgiendo. Y eso era, precisamente, lo que había hecho al toparme con aquellos barrotes.
Nada se interpuso en mi camino después de haber salido de la gruta. Fue una carrera directa y sin sobresaltos. Sin embargo mi voluntad no pareció quebrantar la del resto de presentes en la zona, habría sido ingenuo esperarlo, y una fuerte alarma comenzó a sonar tras mis actos. Aquello no me detuvo, si no que redobló la determinación de mi avance y posterior placaje al muro de contención de la presa. Mi ataque pareció resquebrajar el muro, aunque no conseguí tirarlo por completo. Bueno, menos era nada. La alarma no tardó en obtener sus frutos y por el mismo lugar que yo acababa de salir lo hicieron un grupo de enemigos. Venían hacia mí en motos de agua – Tenemos compañía-lurk. Igual necesitamos más hielo-lurk – informé por el den den mushi. Rápidamente comprendí que el camino por el cual había venido seguramente ahora estaría vigilado, sino en su totalidad, sí en la entrada de la cueva en el mar. ¿Estaría el barco que había visto? ¿Habría más?
-Salto estelar – salté hacia las motos que venían hacia mí, yendo a su encuentro y al de los arpones que pretendían pescarme. ¿Acaso pensaban que era una ballena cualquiera? – Abyssal Fury: Ball Fish – en el ascenso del salto comencé a rodar sobre mí mismo como si fuera una pelota. Con aquel movimiento pretendía dos cosas: la primera sería dificultar que los arpones pudieran clavarse en mí. La segunda aplastar a mis rivales con la caída. El movimiento no cesaría una vez en el agua, sino que iría a por los motoristas como una mole aplastando el grano. Adicionalmente si algún arpón se clavaba en mí la rotación haría que todo lo que hubiera en el otro extremo saliera volando. Mucha fuerza iban a necesitar para retenerme. Tampoco habría que pasar por alto que mi ataque generaría movimiento en el agua y con suerte terminaría tirando con ella a más de uno de la moto o, quizás, hundiéndola en lo profundo de la presa.
Nada se interpuso en mi camino después de haber salido de la gruta. Fue una carrera directa y sin sobresaltos. Sin embargo mi voluntad no pareció quebrantar la del resto de presentes en la zona, habría sido ingenuo esperarlo, y una fuerte alarma comenzó a sonar tras mis actos. Aquello no me detuvo, si no que redobló la determinación de mi avance y posterior placaje al muro de contención de la presa. Mi ataque pareció resquebrajar el muro, aunque no conseguí tirarlo por completo. Bueno, menos era nada. La alarma no tardó en obtener sus frutos y por el mismo lugar que yo acababa de salir lo hicieron un grupo de enemigos. Venían hacia mí en motos de agua – Tenemos compañía-lurk. Igual necesitamos más hielo-lurk – informé por el den den mushi. Rápidamente comprendí que el camino por el cual había venido seguramente ahora estaría vigilado, sino en su totalidad, sí en la entrada de la cueva en el mar. ¿Estaría el barco que había visto? ¿Habría más?
-Salto estelar – salté hacia las motos que venían hacia mí, yendo a su encuentro y al de los arpones que pretendían pescarme. ¿Acaso pensaban que era una ballena cualquiera? – Abyssal Fury: Ball Fish – en el ascenso del salto comencé a rodar sobre mí mismo como si fuera una pelota. Con aquel movimiento pretendía dos cosas: la primera sería dificultar que los arpones pudieran clavarse en mí. La segunda aplastar a mis rivales con la caída. El movimiento no cesaría una vez en el agua, sino que iría a por los motoristas como una mole aplastando el grano. Adicionalmente si algún arpón se clavaba en mí la rotación haría que todo lo que hubiera en el otro extremo saliera volando. Mucha fuerza iban a necesitar para retenerme. Tampoco habría que pasar por alto que mi ataque generaría movimiento en el agua y con suerte terminaría tirando con ella a más de uno de la moto o, quizás, hundiéndola en lo profundo de la presa.
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