Tofun
El Largo
04-10-2024, 06:21 PM
Reboté de un lado a otro como una pelota de tenis, igual que las que usaba Guybrush para jugar en el patio de las orugas los jueves, justo al salir del colegio. Y tal como en aquellos tiempos, logré noquear a todos los guardias sin causar ni una sola baja. ¡Sonreí como un niño con helado! No estaba en mis planes hacerles daño, solo ponerles a dormir la siesta un rato.
Con los guardias fuera de combate, arrastré los cuerpos hasta el cuarto de la limpieza. Ahí, empecé a cachearlos buscando algo de valor, pero lo único que fui encontrando era pura chatarra: un pepino (¿en serio?), unos chicles más caducados que mi sentido del humor, un cactus (¡¿un cactus?!), un par de condones, y un tubo de pasta de dientes. Tiré todo menos las llaves, que esas sí que me servían. Tapé los cuerpos con mantas y trapos como si estuviera echando queso por encima de una de mis exquisitas recetas de pasta.
La abrí con una facilidad que ni yo me esperaba, y comencé a descender lentamente. La sala de máquinas no tenía guardias, solo había algunos expertos con bata y un par de cerebritos de la física o esa cosa rara que decían que hacía que el mundo se moviera. Mientras trataba de idear qué hacer a continuación, un estruendo sacudió la central.
“Umibozu... la calamidad” pensé, como si me hubieran encendido una bombilla en la cabeza. ¡Tenía que ser él! Las luces rojas comenzaron a parpadear y una alarma infernal empezó a sonar como si hubieran puesto un disco de villancicos en agosto. Me puse nervioso, de esos nervios que te hacen querer salir corriendo en círculos. ¿Volvía con mis compañeros? ¿Intentaba evacuar a esta gente? Nah, aquí estaban a salvo y además bien encerraditos. Ni se iban a meter en problemas, ni iban a fastidiarnos la operación.
De pronto, deje que mi cuerpo segregase una cantidad absurda de espuma, cubriendo toda la escalera como si fuese causada por una grave avería en la planta superior, quizás algún proceso quimico de la sala con la advertencia. Salí corriendo con mi mejor cara de pánico.
— ¡Chicos, soy el de la cerveza! ¡No sé si os acordáis de mí! — Dije, como si fuera una celebridad olvidada por sus resacas. — ¡Tenemos un problema enorme! ¡Una avería muy seria! — Señalé la espuma como si fuera una prueba apocalíptica. — Los guardias salieron pitando, pero me dijeron que apaguéis todos los sistemas de la central o esto podría explotar. ¡Dios mío! — Me llevé las manos a la cabeza como si mi vida estuviese en juego, mirando al suelo con una preocupación fingida. — ¡La situación es gravísima! No salgáis de aquí, esta sala es la única segura. [CARISMA]
Salí corriendo de nuevo, perdiéndome en la nube de espuma mientras me dirigía hacia la puerta. La abrí y, sin pensarlo dos veces, me dediqué a destrozar la cerradura o la manilla interior antes de salir corriendo, cerrando la puerta con llave detrás de mí. Con suerte, estarían tan ocupados apagando todo que ni se darían cuenta.
Tan pronto como me fue posible, me deslicé hacia la pasarela exterior, donde estaba Ubben, y vi el caos que se estaba armando. ¡Menudo cristo!
— ¿Cómo vais? ¿Parece que esto está a punto de caer, no? — Dije con la tranquilidad de quien comenta el clima, intentando aparentar ser el alfa de la Revolución. Saqué el Den Den Mushi y me comuniqué con Airgid. — Chaqueta metálica, esto está a punto de reventar. — Dije, mientras echaba un vistazo a esos extraños vehículos acuáticos que había por ahí. ¿Qué demonios eran esas cosas? Nunca había visto nada parecido. Mi mente ya estaba maquinando.
Si atacaban a Ubben, cubriría sus espaldas, pero mientras no podía dejar de dar vueltas a una idea que me parecía gloriosa.
— Oye, Ubben... ¿y si luego cogemos esos cacharros acuáticos para ir con el resto? — Dije, imaginándome la entrada triunfal junto al Grupo B y C, montados en vehículos acuáticos como si fuéramos los héroes de una película de acción de bajo presupuesto. Solo de pensarlo, una sonrisita traviesa se dibujó en mi rostro. — Jejeje —solté, más para mí mismo que para nadie.
Con los guardias fuera de combate, arrastré los cuerpos hasta el cuarto de la limpieza. Ahí, empecé a cachearlos buscando algo de valor, pero lo único que fui encontrando era pura chatarra: un pepino (¿en serio?), unos chicles más caducados que mi sentido del humor, un cactus (¡¿un cactus?!), un par de condones, y un tubo de pasta de dientes. Tiré todo menos las llaves, que esas sí que me servían. Tapé los cuerpos con mantas y trapos como si estuviera echando queso por encima de una de mis exquisitas recetas de pasta.
La abrí con una facilidad que ni yo me esperaba, y comencé a descender lentamente. La sala de máquinas no tenía guardias, solo había algunos expertos con bata y un par de cerebritos de la física o esa cosa rara que decían que hacía que el mundo se moviera. Mientras trataba de idear qué hacer a continuación, un estruendo sacudió la central.
“Umibozu... la calamidad” pensé, como si me hubieran encendido una bombilla en la cabeza. ¡Tenía que ser él! Las luces rojas comenzaron a parpadear y una alarma infernal empezó a sonar como si hubieran puesto un disco de villancicos en agosto. Me puse nervioso, de esos nervios que te hacen querer salir corriendo en círculos. ¿Volvía con mis compañeros? ¿Intentaba evacuar a esta gente? Nah, aquí estaban a salvo y además bien encerraditos. Ni se iban a meter en problemas, ni iban a fastidiarnos la operación.
De pronto, deje que mi cuerpo segregase una cantidad absurda de espuma, cubriendo toda la escalera como si fuese causada por una grave avería en la planta superior, quizás algún proceso quimico de la sala con la advertencia. Salí corriendo con mi mejor cara de pánico.
U128103
ÚNICA
Defensivo
Tier 1
No Aprendida
15
1
Tofun segrega espuma de cerveza de su cuerpo que dura dos turnos, la espuma es lo suficientemente densa como para bloquear la visión del enemigo. Puede crear hasta 5 metros de radio, puede darle formas a la espuma. La espuma no tiene usos encadenados o combinados con otras técnicas.
— ¡Chicos, soy el de la cerveza! ¡No sé si os acordáis de mí! — Dije, como si fuera una celebridad olvidada por sus resacas. — ¡Tenemos un problema enorme! ¡Una avería muy seria! — Señalé la espuma como si fuera una prueba apocalíptica. — Los guardias salieron pitando, pero me dijeron que apaguéis todos los sistemas de la central o esto podría explotar. ¡Dios mío! — Me llevé las manos a la cabeza como si mi vida estuviese en juego, mirando al suelo con una preocupación fingida. — ¡La situación es gravísima! No salgáis de aquí, esta sala es la única segura. [CARISMA]
Salí corriendo de nuevo, perdiéndome en la nube de espuma mientras me dirigía hacia la puerta. La abrí y, sin pensarlo dos veces, me dediqué a destrozar la cerradura o la manilla interior antes de salir corriendo, cerrando la puerta con llave detrás de mí. Con suerte, estarían tan ocupados apagando todo que ni se darían cuenta.
Tan pronto como me fue posible, me deslicé hacia la pasarela exterior, donde estaba Ubben, y vi el caos que se estaba armando. ¡Menudo cristo!
— ¿Cómo vais? ¿Parece que esto está a punto de caer, no? — Dije con la tranquilidad de quien comenta el clima, intentando aparentar ser el alfa de la Revolución. Saqué el Den Den Mushi y me comuniqué con Airgid. — Chaqueta metálica, esto está a punto de reventar. — Dije, mientras echaba un vistazo a esos extraños vehículos acuáticos que había por ahí. ¿Qué demonios eran esas cosas? Nunca había visto nada parecido. Mi mente ya estaba maquinando.
Si atacaban a Ubben, cubriría sus espaldas, pero mientras no podía dejar de dar vueltas a una idea que me parecía gloriosa.
— Oye, Ubben... ¿y si luego cogemos esos cacharros acuáticos para ir con el resto? — Dije, imaginándome la entrada triunfal junto al Grupo B y C, montados en vehículos acuáticos como si fuéramos los héroes de una película de acción de bajo presupuesto. Solo de pensarlo, una sonrisita traviesa se dibujó en mi rostro. — Jejeje —solté, más para mí mismo que para nadie.