Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
05-10-2024, 01:53 PM
Dentro del contexto del momento, la danza colmó todos sus pareceres en un conglomerado de espiritualidad, resistencia y devoción. Sentía el calor del fuego con el paso de los minutos, pero aún más al resto de congéneres de Ganesha cuando apretaron el ritmo de sus tambores y vítores. Por una parte, suponía y tenía casi la certeza de que todo fluía bien, mi perspicacia y cautela bien valieron no acabar siendo pasto de un peor destino, pero por otra parte, aunque la anterior latía desde el raciocinio, había abandonado todo lo mundano y ajeno a los Zing, y ahora dentro de la corriente tribal que se había generado me sentía como uno más.
No obstante, el largo tiempo expuesto a las llamas, el frenético ritmo de las danzas y porque no decirlo también, mi edad, fueron mermando mis capacidades físicas para seguir en aquel baile y su dinámica. Yo lo sabía, y desde fuera también se podría apreciar, pero mis movimientos comenzaron a ser más lentos y erráticos, estaba realmente exhausto. Sin embargo, el gran líder Ganesha dio por concluida la purificación, el resto de los Zing apagaron las llamas del círculo y el paquidermo me ayudó a salir de allí reconociendo mi actuación.
Le contesté a sus primeras palabras devolviéndole una ardua reverencia que bien consumiría mis últimas gotas de energía que me quedaban. Tenía que admitir que su físico era sumamente abrumador, y en un combate real, estaría en un verdadero aprieto si tuviera que batirme contra él. Nos sentamos juntos mientras la comida se cocinaba en la gran hoguera, nos servirían agua para calmar la sed en unos pulidos cuencos de madera. Su palmada, hizo que mis brazos se sacudieran levemente hacia delante moviendo el cuenco y derramando parte del agua de este, solté una sutil risa afectuosa por la cómica situación y le dediqué una sonrisa afable al inmenso líder.
Noté su complacencia hacia mí, y lejos de sentirse decepcionado, me invitó a lo que llamaban el Hamatoa. Aquel desconocido evento latía en alguna parte de mi ser por el misterio que generaba, y entendiendo la dinámica que comenzaba a pillar en la isla, podía hacerme una idea cercana de lo que podría ser, solo que a diferencia de todo lo que había vivido, apostaba de que el susodicho acontecimiento sería algo más formal, serio y ceremonial que todo lo que había visto hasta entonces, aunque quizá ahora que me había ganado la aceptación de Ganesha y por consiguiente, algo de su confianza, podría saber un poco más de él al respecto.
- ¿Cómo es Hamatoa? -
Le pregunté con un tono comedido, aprovechando los momentos de acercamiento y apertura entre ambos, antes de que este se levantara para continuar con su particular cargo, para seguir bailando. Como me dijo Ganesha, comería y bebería lo suficiente para intentar reponer los esfuerzos que el duelo se había llevado de mí, pues al día siguiente había que seguir labrando la tierra y debía de estar al 100%, por lo que además de cenar, tenía que descansar como es debido, con tal de reponerme tanto física como mentalmente.
No obstante, el largo tiempo expuesto a las llamas, el frenético ritmo de las danzas y porque no decirlo también, mi edad, fueron mermando mis capacidades físicas para seguir en aquel baile y su dinámica. Yo lo sabía, y desde fuera también se podría apreciar, pero mis movimientos comenzaron a ser más lentos y erráticos, estaba realmente exhausto. Sin embargo, el gran líder Ganesha dio por concluida la purificación, el resto de los Zing apagaron las llamas del círculo y el paquidermo me ayudó a salir de allí reconociendo mi actuación.
Le contesté a sus primeras palabras devolviéndole una ardua reverencia que bien consumiría mis últimas gotas de energía que me quedaban. Tenía que admitir que su físico era sumamente abrumador, y en un combate real, estaría en un verdadero aprieto si tuviera que batirme contra él. Nos sentamos juntos mientras la comida se cocinaba en la gran hoguera, nos servirían agua para calmar la sed en unos pulidos cuencos de madera. Su palmada, hizo que mis brazos se sacudieran levemente hacia delante moviendo el cuenco y derramando parte del agua de este, solté una sutil risa afectuosa por la cómica situación y le dediqué una sonrisa afable al inmenso líder.
Noté su complacencia hacia mí, y lejos de sentirse decepcionado, me invitó a lo que llamaban el Hamatoa. Aquel desconocido evento latía en alguna parte de mi ser por el misterio que generaba, y entendiendo la dinámica que comenzaba a pillar en la isla, podía hacerme una idea cercana de lo que podría ser, solo que a diferencia de todo lo que había vivido, apostaba de que el susodicho acontecimiento sería algo más formal, serio y ceremonial que todo lo que había visto hasta entonces, aunque quizá ahora que me había ganado la aceptación de Ganesha y por consiguiente, algo de su confianza, podría saber un poco más de él al respecto.
- ¿Cómo es Hamatoa? -
Le pregunté con un tono comedido, aprovechando los momentos de acercamiento y apertura entre ambos, antes de que este se levantara para continuar con su particular cargo, para seguir bailando. Como me dijo Ganesha, comería y bebería lo suficiente para intentar reponer los esfuerzos que el duelo se había llevado de mí, pues al día siguiente había que seguir labrando la tierra y debía de estar al 100%, por lo que además de cenar, tenía que descansar como es debido, con tal de reponerme tanto física como mentalmente.