Shiro
Ninguno
05-10-2024, 02:51 PM
La pareja compuesta por el espadachín y el gyojin realizaron su ofensiva a la perfección, cubriendo ambos flancos en busca de alcanzar al marine de forma letal. Shiro estaba convencido de que con un ataque en conjunto no podría defenderse de los dos a la vez con el pequeño escudo que llevaba, pero para sorpresa del peliblanco, este realizó una técnica defensiva giratoria con la que pudo bloquear parte de los mismos. Había sido un movimiento poderoso, aunque no lo suficiente.
Shiro, tras su ataque, tomó algo de distancia, manteniendo sus armas en una posición defensiva mientras vigilaba que el tipo no contraatacase. El espadachín ya había probado en sus carnes la fuerza del marine con cara de simio y no quería volver a recibir un golpe así. El joven estaba seguro que una vez se le pasase la adrenalina generada por el momento tras aquella pelea iba a dolerle hasta el alma… aunque para eso primero tenían que sobrevivir.
- Empate, cabronazo - pensó el peliblanco al ver como el marine tenía que hacer acopio de fuerzas para recobrar la compostura. Qazan tenía razón y si la pareja jugaba bien sus cartas podían ganar aquella pelea.
El peliblanco comenzó a moverse, realizando un semicírculo, buscando el poder rodearlo y así atacar nuevamente desde dos flancos distintos, pero antes de que pudiese terminar su maniobra, el marine se lanzó a toda velocidad contra Qazan. A Shiro le sorprendió aquel repentino movimiento, no porque estuviese distraído o algo parecido, sino porque esperaba ser el blanco del marine otra vez. El peliblanco era mucho más pequeño y ya estaba herido, por lo que lo más lógico hubiese sido que el objetivo fuese él… pero no. Ya fuese un acto de valentía o de inconsciencia, el soldado fue directo a por el gyojin, dejando a Shiro en su retaguardia.
El espadachín, sin pensarlo dos veces, se lanzó tras él mientras enfundaba una de sus armas. No en un acto de inconsciencia como el del marine, sino viendo una oportunidad perfecta para acabar con todo esto de una vez. El hombre era más rápido que Shiro, por lo que el muchacho no tuvo tiempo a llegar antes de que este lanzara su primera ofensiva a Qazan. El peliblanco confiaba en las habilidades de su nakama para resistir aquel golpe, así que se centró en su propio movimiento, dejando a un lado cualquier preocupación. Primero tenían que ganar y luego ya tendrían tiempo para lamerse las heridas.
El marine saltó, buscando descargar un segundo golpe a Qazan, y Shiro lo acompañó un instante después, buscando el momento en que el marine impactaba con su escudo sobre la orca para abalanzarse a sus espaldas. No buscando apuñalar la zona desprotegida, sino con una clara intención de subirse a sus espaldas y activar sus poderes, confiando en que no fuese lo suficiente poderoso como para resistirse. El peliblanco había estado entrenando su habilidad con su fruta del diablo desde que la había consumido y confiaba que tanto esfuerzo se viese al fin recompensado. Era el momento de la verdad.
Si el joven conseguía realizar su maniobra y el marine caía sobre su control, todo habría acabado. El peliblanco se acomodaría bien sobre él, sujetándose fuertemente con las piernas, mientras se giraba hacia su compañero con una sonrisa triunfal. Tras eso, Shiro le dedicaría unas palabras tranquilizadoras a Qazan, explicándole que el marine estaría bajo su control durante un rato y que fueran a ver como se encontraba Gretta. Shiro en realidad no estaba preocupado por su seguridad… sino más bien temía que si la dejaban sola mucho rato terminara comiéndoselos a todos.
Por otro lado, si el peliblanco no conseguía controlar al marine porque este lo evitase de alguna manera, intentaría mantenerse a un par de metros de él, buscando tenerlo lo más acorralado posible entre su espada y el enorme gyojin.
Shiro, tras su ataque, tomó algo de distancia, manteniendo sus armas en una posición defensiva mientras vigilaba que el tipo no contraatacase. El espadachín ya había probado en sus carnes la fuerza del marine con cara de simio y no quería volver a recibir un golpe así. El joven estaba seguro que una vez se le pasase la adrenalina generada por el momento tras aquella pelea iba a dolerle hasta el alma… aunque para eso primero tenían que sobrevivir.
- Empate, cabronazo - pensó el peliblanco al ver como el marine tenía que hacer acopio de fuerzas para recobrar la compostura. Qazan tenía razón y si la pareja jugaba bien sus cartas podían ganar aquella pelea.
El peliblanco comenzó a moverse, realizando un semicírculo, buscando el poder rodearlo y así atacar nuevamente desde dos flancos distintos, pero antes de que pudiese terminar su maniobra, el marine se lanzó a toda velocidad contra Qazan. A Shiro le sorprendió aquel repentino movimiento, no porque estuviese distraído o algo parecido, sino porque esperaba ser el blanco del marine otra vez. El peliblanco era mucho más pequeño y ya estaba herido, por lo que lo más lógico hubiese sido que el objetivo fuese él… pero no. Ya fuese un acto de valentía o de inconsciencia, el soldado fue directo a por el gyojin, dejando a Shiro en su retaguardia.
El espadachín, sin pensarlo dos veces, se lanzó tras él mientras enfundaba una de sus armas. No en un acto de inconsciencia como el del marine, sino viendo una oportunidad perfecta para acabar con todo esto de una vez. El hombre era más rápido que Shiro, por lo que el muchacho no tuvo tiempo a llegar antes de que este lanzara su primera ofensiva a Qazan. El peliblanco confiaba en las habilidades de su nakama para resistir aquel golpe, así que se centró en su propio movimiento, dejando a un lado cualquier preocupación. Primero tenían que ganar y luego ya tendrían tiempo para lamerse las heridas.
El marine saltó, buscando descargar un segundo golpe a Qazan, y Shiro lo acompañó un instante después, buscando el momento en que el marine impactaba con su escudo sobre la orca para abalanzarse a sus espaldas. No buscando apuñalar la zona desprotegida, sino con una clara intención de subirse a sus espaldas y activar sus poderes, confiando en que no fuese lo suficiente poderoso como para resistirse. El peliblanco había estado entrenando su habilidad con su fruta del diablo desde que la había consumido y confiaba que tanto esfuerzo se viese al fin recompensado. Era el momento de la verdad.
Si el joven conseguía realizar su maniobra y el marine caía sobre su control, todo habría acabado. El peliblanco se acomodaría bien sobre él, sujetándose fuertemente con las piernas, mientras se giraba hacia su compañero con una sonrisa triunfal. Tras eso, Shiro le dedicaría unas palabras tranquilizadoras a Qazan, explicándole que el marine estaría bajo su control durante un rato y que fueran a ver como se encontraba Gretta. Shiro en realidad no estaba preocupado por su seguridad… sino más bien temía que si la dejaban sola mucho rato terminara comiéndoselos a todos.
Por otro lado, si el peliblanco no conseguía controlar al marine porque este lo evitase de alguna manera, intentaría mantenerse a un par de metros de él, buscando tenerlo lo más acorralado posible entre su espada y el enorme gyojin.