Takahiro
La saeta verde
06-10-2024, 05:48 PM
(Última modificación: 06-10-2024, 05:49 PM por Takahiro.)
Todo parecía haber acabado finalmente. El cuerpo en tensión de Takahiro se había relajado y, donde hasta ese entonces no había sentido nada, en ese momento comenzó a notar cansancio y como algunos de sus músculos presentaban pequeños dolores parecidos a las agujetas después de un vasto entrenamiento, pero tenía todo el sentido del mundo. Había esquivado cañonazos, se había lanzado por un precipicio al mar, atacado un barco desde abajo, subido un acantilado bastante peligroso y también se había enfrentado a un pirata con unas capacidades físicas impresionantes.
—No es a nosotros a quienes tienes que convencer, Octo—le dijo Takahiro, haciendo referencia a la situación de la nutria—. Todo dependerá de la cantidad de detalles que demos en el informe que nos pedirán sobre la misión. Si es verdad que estaba siendo utilizaba en contra de su voluntad, seguramente pueda quedar libre, sobre todo si aclaramos que nos ha ayudado en cuanto se ha librado de sus carceleros —le guiñó un ojo al hombre-pez.
Si bien Takahiro estaba en contra de todo aquello que rozaba la piratería y el crimen organizado, confiaba en el buen criterio del gyojin. Él mejor que nadie sabía como trataban a las minorías raciales en el mundo, así que, si iba a luchar porque liberaran al mink, le apoyaría con todo lo que pudiera ¿O es liberarla? No tenía claro si era un mink hembra o macho. Tras ello, el cuerpo se le relajó aún más, la poca tensión que le quedaba desapareció de pronto. Tan solo tenía ganas de volver al cuartel de la marina y tumbarse en su cama a descansar; sobre todo después de escuchar la historia del medio-hombre, que había contado como había pasado de ser un pirata a un lisiado.
—¡De eso nada, anciano! —saltó a decir el peliverde ante la petición del antiguo pirata de acercarse a los restos del faro—. Tu historia suena real, pero, aunque voy a pecar de insensible…, no me fío de ti ni un pelo —confesó Takahiro—. Entiendo que traicionaras a Broco por ir en contra de vuestros ideales, pero ¿y al resto de tu tripulación? —le preguntó, clavando la mirada sobre el ojo de Meethook—. Has tenido tiempo suficiente para hacer la maleta antes de irte. Si por mi fuera irías esposado y de camino a una cárcel —Y era cierto aquello que había dicho. Si bien en apariencia parecía un viejo indefenso, al cual le faltaban distintas partes del cuerpo, no sabía si aquello era una simple estratagema para escapar y darles esquinazo aprovechando la buena voluntad de sus amigos. ¿Qué razón tendría para volver al faro? ¿Coge algún objeto valioso? ¿Quizá algún recuerdo de juventud? Era posible. Pero también podían ordenarles a quienes se encarguen de restaurar el faro que si encuentran cualquier pertenencia del anciano que se la enviaran por mensajería—. Aunque si el resto queréis que el viejo vaya al faro a saber por qué razón… —hizo una leve pausa—. No pondré objeciones. Aunque yo optaría por recibir atención médica y poner rumbo a Loguetown esta misma noche. Tengo ganas de besar mi cama.
Al poco tiempo, un grupo de marines trajeron el cuerpo de Broco Lee. No cabía duda alguna, estaba muerto. Aquel fantástico luchador había perecido al intentar llevarnos a todos con él después de que su secreto fuera desvelado. Atlas propuso llevarlo con ellos para darle un entierro digno, algo con lo que Takahiro estaba completamente de acuerdo. Todo ser vivo merecía recibir santa sepultura, ya fuera un pirata, un marine o la mascota de cualquier persona. Era un símbolo de respeto hacia la vida y una advertencia que decía a todos los seres vivos que la muerte era lo único inevitable.
—Le tengo tanto asco al verde que puede ser que me tiña hasta el pelo, Octo —bromeó—. Algo me dice que mi dieta va a volverse cien por cien carnívora hasta que se me olvide esto.
—No es a nosotros a quienes tienes que convencer, Octo—le dijo Takahiro, haciendo referencia a la situación de la nutria—. Todo dependerá de la cantidad de detalles que demos en el informe que nos pedirán sobre la misión. Si es verdad que estaba siendo utilizaba en contra de su voluntad, seguramente pueda quedar libre, sobre todo si aclaramos que nos ha ayudado en cuanto se ha librado de sus carceleros —le guiñó un ojo al hombre-pez.
Si bien Takahiro estaba en contra de todo aquello que rozaba la piratería y el crimen organizado, confiaba en el buen criterio del gyojin. Él mejor que nadie sabía como trataban a las minorías raciales en el mundo, así que, si iba a luchar porque liberaran al mink, le apoyaría con todo lo que pudiera ¿O es liberarla? No tenía claro si era un mink hembra o macho. Tras ello, el cuerpo se le relajó aún más, la poca tensión que le quedaba desapareció de pronto. Tan solo tenía ganas de volver al cuartel de la marina y tumbarse en su cama a descansar; sobre todo después de escuchar la historia del medio-hombre, que había contado como había pasado de ser un pirata a un lisiado.
—¡De eso nada, anciano! —saltó a decir el peliverde ante la petición del antiguo pirata de acercarse a los restos del faro—. Tu historia suena real, pero, aunque voy a pecar de insensible…, no me fío de ti ni un pelo —confesó Takahiro—. Entiendo que traicionaras a Broco por ir en contra de vuestros ideales, pero ¿y al resto de tu tripulación? —le preguntó, clavando la mirada sobre el ojo de Meethook—. Has tenido tiempo suficiente para hacer la maleta antes de irte. Si por mi fuera irías esposado y de camino a una cárcel —Y era cierto aquello que había dicho. Si bien en apariencia parecía un viejo indefenso, al cual le faltaban distintas partes del cuerpo, no sabía si aquello era una simple estratagema para escapar y darles esquinazo aprovechando la buena voluntad de sus amigos. ¿Qué razón tendría para volver al faro? ¿Coge algún objeto valioso? ¿Quizá algún recuerdo de juventud? Era posible. Pero también podían ordenarles a quienes se encarguen de restaurar el faro que si encuentran cualquier pertenencia del anciano que se la enviaran por mensajería—. Aunque si el resto queréis que el viejo vaya al faro a saber por qué razón… —hizo una leve pausa—. No pondré objeciones. Aunque yo optaría por recibir atención médica y poner rumbo a Loguetown esta misma noche. Tengo ganas de besar mi cama.
Al poco tiempo, un grupo de marines trajeron el cuerpo de Broco Lee. No cabía duda alguna, estaba muerto. Aquel fantástico luchador había perecido al intentar llevarnos a todos con él después de que su secreto fuera desvelado. Atlas propuso llevarlo con ellos para darle un entierro digno, algo con lo que Takahiro estaba completamente de acuerdo. Todo ser vivo merecía recibir santa sepultura, ya fuera un pirata, un marine o la mascota de cualquier persona. Era un símbolo de respeto hacia la vida y una advertencia que decía a todos los seres vivos que la muerte era lo único inevitable.
—Le tengo tanto asco al verde que puede ser que me tiña hasta el pelo, Octo —bromeó—. Algo me dice que mi dieta va a volverse cien por cien carnívora hasta que se me olvide esto.