Gretta estaba en la charca de barro que se había hecho en aquella casa que había ocupado junto a su banda; ellos decían que la habían pagado, pero ella no había pagado nada. "¿Estará ya la comida? Desde que volvimos a esta isla después de esa diabólica aventura llena de escaleras, tengo más hambre; comí taaan poco… a quien quieres engañar, antes comías lo mismo". —OUNGH OUNGH— se rio Gretta y entonces, con ese gesto que hacía su nariz al reírse, un olor le llegó de pleno, llenando todo su cuerpo. "¿Qué cojones? Espera, espera, espera, no me jodas, NO PUEDE SER". Gretta se puso de pie de un salto, fue corriendo a la puerta de la casa, se agachó porque no cabía, la abrió de un manotazo casi arrancándola de cuajo y asomó su cara.
—¡TRIUFAS!!!!— gritó Gretta a través del pórtico —¡ADIOS, VOOOOY, NOCHE VUELVO! Y salió corriendo como poseída por un poder indescriptible.
"Trufas, trufas, por fin, cuanto tiempo…, el mejor momento del año y ¿qué setas habrá en esta zona? Champiñones, Níscalos, Boletus, Colmenillas, Shiitake, Angula de campo, Trompetillas, Portobello, Perrechicos... me meo de la emoción" pensaba Gretta siguiendo un olor que entraba por su nariz y la hacía ir como si flotase. Desde que nació, su hocico detectaba muchísimos olores y reaccionaba de mil maneras a ellos, pero pocos le hacían sentir lo mismo que le transmitían las trufas y los hongos.
Era como si hubiese nacido con un superpoder para encontrarlas. Volvió a coger su mochila y se fue dirección al bosque. Por el camino vio a mucha gente que parecía que se dirigían a hacer lo mismo que ella; puso su oído a trabajar y escuchó como hablaban de un concurso en la taberna, o de una gran trufa dorada que nunca había sido encontrada e incluso de un baile del champiñón. "Estas gentes me caen bien, comparten mi afán por este tan noble arte de la recolección de setas; me arrepiento un poco de haberles destrozado un barco", pensaba Gretta, pero al momento vio a un niño con su familia; iban vestidos con ropas de montaña, las típicas que usaban los recolectores, y se le fue toda muestra de humanidad. "¡Pero eh! ¿Qué cojones piensas? Esas trufas son tuyas y como se acerque alguien le cortas la puta cabeza. ¿Cómo que te caen bien? Al que me quite las setas lo mato."
—Y tu chiaval, me como a familia si coges trufa diorada eh. Le dijo Gretta al niño que la miraba haciendo un gesto de pegar para asustar al crío.
Entonces apretó el paso en dirección al bosque.
—¡TRIUFAS!!!!— gritó Gretta a través del pórtico —¡ADIOS, VOOOOY, NOCHE VUELVO! Y salió corriendo como poseída por un poder indescriptible.
"Trufas, trufas, por fin, cuanto tiempo…, el mejor momento del año y ¿qué setas habrá en esta zona? Champiñones, Níscalos, Boletus, Colmenillas, Shiitake, Angula de campo, Trompetillas, Portobello, Perrechicos... me meo de la emoción" pensaba Gretta siguiendo un olor que entraba por su nariz y la hacía ir como si flotase. Desde que nació, su hocico detectaba muchísimos olores y reaccionaba de mil maneras a ellos, pero pocos le hacían sentir lo mismo que le transmitían las trufas y los hongos.
Era como si hubiese nacido con un superpoder para encontrarlas. Volvió a coger su mochila y se fue dirección al bosque. Por el camino vio a mucha gente que parecía que se dirigían a hacer lo mismo que ella; puso su oído a trabajar y escuchó como hablaban de un concurso en la taberna, o de una gran trufa dorada que nunca había sido encontrada e incluso de un baile del champiñón. "Estas gentes me caen bien, comparten mi afán por este tan noble arte de la recolección de setas; me arrepiento un poco de haberles destrozado un barco", pensaba Gretta, pero al momento vio a un niño con su familia; iban vestidos con ropas de montaña, las típicas que usaban los recolectores, y se le fue toda muestra de humanidad. "¡Pero eh! ¿Qué cojones piensas? Esas trufas son tuyas y como se acerque alguien le cortas la puta cabeza. ¿Cómo que te caen bien? Al que me quite las setas lo mato."
—Y tu chiaval, me como a familia si coges trufa diorada eh. Le dijo Gretta al niño que la miraba haciendo un gesto de pegar para asustar al crío.
Entonces apretó el paso en dirección al bosque.