Qazan
Qazan
06-10-2024, 07:12 PM
Nuestra reputación se había visto manchada hace algún tiempo debido a lo que llamaban en Rocstock, el incidente de la Cerda. Los propios lugareños lo relatan como la noche en la que una bestia salida de las profundidades del infierno hizo volcar un barco de la Marina y acabó con la vida de su capitán y toda la tripulación que lo acompañaban. -No es que me importe demasiado... Pero le he cogido algo de cariño a este lugar... Quizá debería ayudar a que no pesquen Kilombitos poco maduros-. Dije mientras leía un cartel de los que habían puesto por toda la isla informando sobre la temporada de caza de Pepinos Kilomberos.
-Supongo que puedo ayudar un poco desde la costa tumbando los botes de tontos pescadores que se crean demasiado listos-. Dije para mi mismo mientras salía de la guarida de los piratas del peliblanco con dirección al pueblo. Además hacia ya algunos días que no me metía al agua y empezaba a tener la piel algo reseca de estar tanto tiempo en mi pequeña carpintería. Cogí algo de comer que llevarme para el camino y también mi mochila. Que vaya a ayudar con la Ley del Kilombito no significa que vaya a dejar perlas por ahí abandonadas a su suerte pudiendo llenarme los bolsillos de ellas.
Mientras me iba acercando al pueblo podía ver cómo los pescadores de la isla se dirigían al muelle para abordar sus naves y ponerse manos a la obra con la pesca. - Esto va a ser duro...-. Dije para mi viendo que me iba a tocar enfrentar a muchos vecinos del pueblo, sin embargo tenía la esperanza de que al menos los habitantes de Rocstock cumpliesen la ley y solo tuviese que enfrentar a los asalvajados cazadores furtivos provinientes de otras islas con esperanzas de conseguir fortunas enteras.
Más pronto que tarde llegué al puerto donde solo pude quedarme anonadado al ver con mis propios ojos la inmensa cantidad de barcos que estaban zarpando en busca de Pepinos Kilomberos.
-Supongo que puedo ayudar un poco desde la costa tumbando los botes de tontos pescadores que se crean demasiado listos-. Dije para mi mismo mientras salía de la guarida de los piratas del peliblanco con dirección al pueblo. Además hacia ya algunos días que no me metía al agua y empezaba a tener la piel algo reseca de estar tanto tiempo en mi pequeña carpintería. Cogí algo de comer que llevarme para el camino y también mi mochila. Que vaya a ayudar con la Ley del Kilombito no significa que vaya a dejar perlas por ahí abandonadas a su suerte pudiendo llenarme los bolsillos de ellas.
Mientras me iba acercando al pueblo podía ver cómo los pescadores de la isla se dirigían al muelle para abordar sus naves y ponerse manos a la obra con la pesca. - Esto va a ser duro...-. Dije para mi viendo que me iba a tocar enfrentar a muchos vecinos del pueblo, sin embargo tenía la esperanza de que al menos los habitantes de Rocstock cumpliesen la ley y solo tuviese que enfrentar a los asalvajados cazadores furtivos provinientes de otras islas con esperanzas de conseguir fortunas enteras.
Más pronto que tarde llegué al puerto donde solo pude quedarme anonadado al ver con mis propios ojos la inmensa cantidad de barcos que estaban zarpando en busca de Pepinos Kilomberos.