Lance Turner
Shirogami
06-10-2024, 10:35 PM
Apoyado contra la pared exterior de la taberna, me dediqué a observar la calle principal, o más bien, a dejar que el viento me acariciara la cara mientras vigilaba. No es que esperara realmente que alguien viniera a buscar problemas, pero podía confiar de sobra en el resto de mis compañeros, y sinceramente, prefería cubrir bien esta puerta. Cabe la pequeña posibilidad de que vengan refuerzos para este individuo, o quizá de que trate de escaparse, en cuyo caso, me sería sumamente fácil tirarle al suelo de una patada al salir. La noche estaba tranquila, la brisa era suave, y el único sonido que me acompañaba era el crujir ocasional de los tablones bajo las botas de los pocos transeúntes, además del ruido típico que tienen todas y cada una de las tabernas cuando se llena con espectáculos. Siempre me había gustado ese sonido, me relajaba de alguna manera. Un recordatorio de que la vida seguía su curso, aunque yo estuviera ahí fuera, apartado de todo por unos minutos.
Mis manos descansaban sobre los bolsillos de mi chaqueta, el pulgar derecho jugueteando con la pequeña cicatriz en el forro que me recordaba, una vez más, cuántas veces la vida me había dado vueltas, a veces para bien, otras, para todo lo contrario. Respiré hondo, llenando mis pulmones con el aire fresco de la noche, mientras mi mente divagaba. Reflexionaba sobre el extraño giro que había tomado mi vida, como solía hacer en esos momentos de calma. Aunque, siendo sinceros, las noches en las que estás sólo contigo mismo eran las más peligrosas porque me dejaban demasiado tiempo para pensar en el pasado.
Volví a enfocarme en mi alrededor, entrecerrando los ojos cuando una sombra cruzó el borde de mi visión. Aunque por un segundo me alertó, no era nada fuera de lo común, sólo un borracho tambaleándose a lo lejos. Sonreí para mí mismo, más por inercia que otra cosa. Si algo había aprendido a lo largo de los años era que, en esas situaciones, la mayor parte del tiempo, todo estaba en calma hasta que dejaba de estarlo. Como dicen en muchos sitios, la calma antes de la tempestad.
- Parece que tarda mucho en pasar algo... - Pensé mientras bostezaba un poco. La espera se me estaba haciendo eterna.
De repente, unos gritos me sacaron de mi pequeña burbuja de tranquilidad. A duras penas pude percibir que aquella era la voz del joven Shiro, gritando que alguien les ayude. Sinceramente, todavía hacía poco que le conocía, pero no era algo que me encajase en él, ni mucho menos, su tono me daba veracidad alguna.
- ¡A la mierda, atrás todo el mundo! - Gritó una nueva voz que no supe reconocer. Sin embargo, esta voz sí parecía estar completamente seria.
Mis sentidos se agudizaron. Algo estaba pasando. Me reincorporé un poco tratando de seguir lo que estaba pasando allí y alcancé a escuchar un grito pidiendo que todo el mundo se apartase proveniente de la voz anterior. Debía ser aquel tipo que estaba con el músico, sin duda.
Mi corazón se aceleró, y sin pensarlo dos veces, me aparté de la pared. Miré a los lados por si veía alguna señal de que venía la marina o cualquier clase de maleante. Al comprobar que no, y que el resto de personas de fuera estábamos con la misma cara de sorpresa, decidí encaminarme hacia la entrada. Era hora de averiguar qué demonios estaba pasando.
Al abrir la puerta, se cruzó frente a mi Shiro, quien estaba con el músico. Entendí entonces que había dicho aquello para provocar caos, y en medio de este, sacó al músico deprisa. Le sonreí de inmediato y toqué su hombro a modo de gesto cariñoso.
- Buen trabajo, chaval. - Le dije riendo un poco mientras entraba a la taberna para ver que ocurría.
Pude ver a Juuken lanzándose al ataque contra ese tipo, y una mueca de sorpresa se pudo ver entonces en mi rostro. Si Juuken se metía en peleas, las cosas podrían terminar muy mal, y eso haría que todos tuviésemos que largarnos de esta isla de inmediato.
- ¡Oe! ¡Chico! - Le llamé tratando de que no se revelase nuestros nombres ahí. - ¡Cálmate! ¡Que lo vas a matar! - Grité nuevamente mientras esquivaba mesas y personas hasta alcanzarles antes de tomar acción en medio de este embrollo.
Mis manos descansaban sobre los bolsillos de mi chaqueta, el pulgar derecho jugueteando con la pequeña cicatriz en el forro que me recordaba, una vez más, cuántas veces la vida me había dado vueltas, a veces para bien, otras, para todo lo contrario. Respiré hondo, llenando mis pulmones con el aire fresco de la noche, mientras mi mente divagaba. Reflexionaba sobre el extraño giro que había tomado mi vida, como solía hacer en esos momentos de calma. Aunque, siendo sinceros, las noches en las que estás sólo contigo mismo eran las más peligrosas porque me dejaban demasiado tiempo para pensar en el pasado.
Volví a enfocarme en mi alrededor, entrecerrando los ojos cuando una sombra cruzó el borde de mi visión. Aunque por un segundo me alertó, no era nada fuera de lo común, sólo un borracho tambaleándose a lo lejos. Sonreí para mí mismo, más por inercia que otra cosa. Si algo había aprendido a lo largo de los años era que, en esas situaciones, la mayor parte del tiempo, todo estaba en calma hasta que dejaba de estarlo. Como dicen en muchos sitios, la calma antes de la tempestad.
- Parece que tarda mucho en pasar algo... - Pensé mientras bostezaba un poco. La espera se me estaba haciendo eterna.
De repente, unos gritos me sacaron de mi pequeña burbuja de tranquilidad. A duras penas pude percibir que aquella era la voz del joven Shiro, gritando que alguien les ayude. Sinceramente, todavía hacía poco que le conocía, pero no era algo que me encajase en él, ni mucho menos, su tono me daba veracidad alguna.
- ¡A la mierda, atrás todo el mundo! - Gritó una nueva voz que no supe reconocer. Sin embargo, esta voz sí parecía estar completamente seria.
Mis sentidos se agudizaron. Algo estaba pasando. Me reincorporé un poco tratando de seguir lo que estaba pasando allí y alcancé a escuchar un grito pidiendo que todo el mundo se apartase proveniente de la voz anterior. Debía ser aquel tipo que estaba con el músico, sin duda.
Mi corazón se aceleró, y sin pensarlo dos veces, me aparté de la pared. Miré a los lados por si veía alguna señal de que venía la marina o cualquier clase de maleante. Al comprobar que no, y que el resto de personas de fuera estábamos con la misma cara de sorpresa, decidí encaminarme hacia la entrada. Era hora de averiguar qué demonios estaba pasando.
Al abrir la puerta, se cruzó frente a mi Shiro, quien estaba con el músico. Entendí entonces que había dicho aquello para provocar caos, y en medio de este, sacó al músico deprisa. Le sonreí de inmediato y toqué su hombro a modo de gesto cariñoso.
- Buen trabajo, chaval. - Le dije riendo un poco mientras entraba a la taberna para ver que ocurría.
Pude ver a Juuken lanzándose al ataque contra ese tipo, y una mueca de sorpresa se pudo ver entonces en mi rostro. Si Juuken se metía en peleas, las cosas podrían terminar muy mal, y eso haría que todos tuviésemos que largarnos de esta isla de inmediato.
- ¡Oe! ¡Chico! - Le llamé tratando de que no se revelase nuestros nombres ahí. - ¡Cálmate! ¡Que lo vas a matar! - Grité nuevamente mientras esquivaba mesas y personas hasta alcanzarles antes de tomar acción en medio de este embrollo.