Jack D. Agnis
Golden Eyes
07-10-2024, 04:00 AM
Las cosas ya se habían puesto mas que peligrosa para ambos piratas. No solo por los soldados que habían allí y que poco a poco se iban reorganizando para enfrentarse a esos dos pobres seres que habían logrado entrar a la subasta, sino porque habían intervenido con una subasta “legal” para aquel reino, lo que significaba que la fuerza militar de aquel país protegería dicha subasta y cualquiera que osara interrumpirla debería ser asesinado sin miramiento algo. A partir de aquel momento, sus carteles de “Se Busca” rondarían todos los rincones de aquella isla y era muy probable que tuvieran que abandonar aquella isla para siempre o ser cazados como simples conejos, pero de eso se preocuparía luego, por ahora debían salir de aquella terrible situación en la que estaban metidos.
Silver por su parte, tras haberse liberado de uno de los matones a cargo de aquella subasta, se vio obligado a volver a usar su fuerza y destreza para enfrentarse a cinco soldados mas, que intentaban atacarlo.
Su sable volvió a bailar en el aire, haciendo que el filo de este, llegara al cuerpo de los soldados que estaban frente a él, asesinándolos en un acto poco piadoso.
Por su parte el niño que estaba cargando, se haya con su rostro pegado en el hombro de Silver. Él ya había visto muchos horrores, pero nunca como lo que estaba viendo en este momento. El pobre chico tendría que sanar en su momento.
Tras vencer a los cinco soldados de aquel reino, Silver se encaminó a su amigo y compañero de viaje, que se encontraba rodeado por un enorme grupo de soldados que estaba a punto de acribillarlo y tras darle un grito y una orden, nuevamente usaría su arma para deshacerse de parte de aquel grupo de soldados, lo cual le dio, tanto a Balagus como a él, la oportunidad de liberarse, por ahora de los soldados.
-Tch. Amordacen al perro para que no vuelva a hablar- dijo el que parecía ser el líder de este enorme grupo de soldados, pero tras decir eso, se percató que aquel ser no estaba solo. Sino que había una persona mas quien cargaba con un niño en sus brazos.
No fue hasta que oyó el grito de Silver que se dio cuenta que aquel niño era parte de la subasta. Algo nervioso, por lo que podría pesarle si ellos escapaban, señaló a Silver y gritó:
-Detengan a esa otra rata- pero para cuando eso pasó ya era demasiado tarde y Silver ya se haba abalanzando contra los soldados que rodeaban a su amigo.
Si bien Balagus no era un ser cobarde y mucho menos alguien que escapara de una pelea, el recordar algunas palabras que le había dicho su padre y al oír la orden de su capitán, no tenia mas opción que irse. De esa manera, no solo salvarían sus vidas, sino también la de aquel pequeño que cargaba en uno de sus brazos Silver.
Tras resoplar un poco, decides accionar de la mejor manera posible y tras verte liberado un poco del yugo de los soldados, golpeas a los últimos soldados que molestaban en tu espalda, logrando tener un hueco para salir de ese encierro que habían logrado sobre ti.
Sin dudarlo, comienzan a huir por toda la habitación. Derrotando a cualquier soldado que se interpusiera en su camino. Solos, no hubieran podido salir de allí con vida, pero juntos podían llegar a ser imparables.
Luego de unos segundos luchando, llegan hasta el hueco que Balagus había hecho con su anterior ataque y logran salir de aquella enorme casa y comienzan a moverse por los callejones y calles de aquella ciudad pobre.
Aun así, no se podían confiar, ya que los soldados los seguían muy de cerca y a veces disparando alguna que otra lanza para ver si lograban herirlos.
Inconscientemente y mientras corrían, tratando de perder a los soldados, se fueron acercando a la taberna donde habían conseguido trabajo. Era como si su instinto los hubiera llevado hasta ese lugar y para su fortuna habían elegido bien.
Tras haber perdido un poco a los soldados y pasar por uno de los callejones que daba a la puerta trasera de la taberna. Ambos dos sienten con unos poderosos brazos los toman y los arrastran hacia la oscuridad del callejón, mientras que les tapan la boca.
Se resisten un poco, pero rápidamente notan que a Silver lo tenia el tabernero, mientras que a Balagus lo sujetaba Katarina y los obligan a no emitir ruido alguno, al mismo tiempo que los arrastraban hacia el interior de aquella taberna.
Una vez dentro, se mantienen en silencio mientras el tintineo de las armaduras de los soldados van de aquí para allá en busca de los dos prófugos.
Lo que parecieron ser minutos, realmente fueron segundos y tras ese tiempo, las calles volvieron a estar en silencio, salvo por algun que otro grito de los soldados lejos de aquellas calles.
Fue en ese momento en que el tabernero encendió la luz y pudieron ver una enorme decepción por parte de él y una gran ira por parte de Katarina.
-Ambos dos son unos idiotas de mierda ¿Como van a meterse a la subasta? Malditos hijos de puta ¿Se han dado cuenta lo que han hecho? No, porque no saben una mierda de nada. - bufó Katarina sin respirar en ningún momento, mientras se movía de aquí para allá nerviosa y se tocaba la cara.
-Los mataría a ambos, pero no vale la pena hacerlo. A partir de mañana, los quiero fuera de esta isla, porque si se quedan, los soldados no harán mas que masacrar a los nuestro por su culpa. - dijo aquella mujer con firmeza, mientras se sentaba y trataba de relajarse.
-Estoy muy decepcionados de ambos. Pensé que eran personas pensantes, pero al parecer me equivoqué- dijo el tabernero, mientras miraba a aquel niño con extrañeza.
-Uds no tienen la fuerza suficiente como para vencer a esas personas y mucho menos para sacar a los esclavos ¿Que hubiera hecho si los sacaban? ¿Tenían un plan?- preguntó, pero antes de que cualquiera de los dos pudiera decir algo, aquel hombre alzaría su mano para detenerlos y volvería a hablar:
-Estas cosas deben dejárselas a las personas que entienden y que tienen la fuerza para combatir esta tiranía. Ahora vayan a dormir, mañana a mañana, tendrán que irse de la isla. Sino, nosotros pagaremos las consecuencias- tras decir aquello, ven como los “echa” de allí.
Silver por su parte, tras haberse liberado de uno de los matones a cargo de aquella subasta, se vio obligado a volver a usar su fuerza y destreza para enfrentarse a cinco soldados mas, que intentaban atacarlo.
Su sable volvió a bailar en el aire, haciendo que el filo de este, llegara al cuerpo de los soldados que estaban frente a él, asesinándolos en un acto poco piadoso.
Por su parte el niño que estaba cargando, se haya con su rostro pegado en el hombro de Silver. Él ya había visto muchos horrores, pero nunca como lo que estaba viendo en este momento. El pobre chico tendría que sanar en su momento.
Tras vencer a los cinco soldados de aquel reino, Silver se encaminó a su amigo y compañero de viaje, que se encontraba rodeado por un enorme grupo de soldados que estaba a punto de acribillarlo y tras darle un grito y una orden, nuevamente usaría su arma para deshacerse de parte de aquel grupo de soldados, lo cual le dio, tanto a Balagus como a él, la oportunidad de liberarse, por ahora de los soldados.
-Tch. Amordacen al perro para que no vuelva a hablar- dijo el que parecía ser el líder de este enorme grupo de soldados, pero tras decir eso, se percató que aquel ser no estaba solo. Sino que había una persona mas quien cargaba con un niño en sus brazos.
No fue hasta que oyó el grito de Silver que se dio cuenta que aquel niño era parte de la subasta. Algo nervioso, por lo que podría pesarle si ellos escapaban, señaló a Silver y gritó:
-Detengan a esa otra rata- pero para cuando eso pasó ya era demasiado tarde y Silver ya se haba abalanzando contra los soldados que rodeaban a su amigo.
Si bien Balagus no era un ser cobarde y mucho menos alguien que escapara de una pelea, el recordar algunas palabras que le había dicho su padre y al oír la orden de su capitán, no tenia mas opción que irse. De esa manera, no solo salvarían sus vidas, sino también la de aquel pequeño que cargaba en uno de sus brazos Silver.
Tras resoplar un poco, decides accionar de la mejor manera posible y tras verte liberado un poco del yugo de los soldados, golpeas a los últimos soldados que molestaban en tu espalda, logrando tener un hueco para salir de ese encierro que habían logrado sobre ti.
Sin dudarlo, comienzan a huir por toda la habitación. Derrotando a cualquier soldado que se interpusiera en su camino. Solos, no hubieran podido salir de allí con vida, pero juntos podían llegar a ser imparables.
Luego de unos segundos luchando, llegan hasta el hueco que Balagus había hecho con su anterior ataque y logran salir de aquella enorme casa y comienzan a moverse por los callejones y calles de aquella ciudad pobre.
Aun así, no se podían confiar, ya que los soldados los seguían muy de cerca y a veces disparando alguna que otra lanza para ver si lograban herirlos.
Inconscientemente y mientras corrían, tratando de perder a los soldados, se fueron acercando a la taberna donde habían conseguido trabajo. Era como si su instinto los hubiera llevado hasta ese lugar y para su fortuna habían elegido bien.
Tras haber perdido un poco a los soldados y pasar por uno de los callejones que daba a la puerta trasera de la taberna. Ambos dos sienten con unos poderosos brazos los toman y los arrastran hacia la oscuridad del callejón, mientras que les tapan la boca.
Se resisten un poco, pero rápidamente notan que a Silver lo tenia el tabernero, mientras que a Balagus lo sujetaba Katarina y los obligan a no emitir ruido alguno, al mismo tiempo que los arrastraban hacia el interior de aquella taberna.
Una vez dentro, se mantienen en silencio mientras el tintineo de las armaduras de los soldados van de aquí para allá en busca de los dos prófugos.
Lo que parecieron ser minutos, realmente fueron segundos y tras ese tiempo, las calles volvieron a estar en silencio, salvo por algun que otro grito de los soldados lejos de aquellas calles.
Fue en ese momento en que el tabernero encendió la luz y pudieron ver una enorme decepción por parte de él y una gran ira por parte de Katarina.
-Ambos dos son unos idiotas de mierda ¿Como van a meterse a la subasta? Malditos hijos de puta ¿Se han dado cuenta lo que han hecho? No, porque no saben una mierda de nada. - bufó Katarina sin respirar en ningún momento, mientras se movía de aquí para allá nerviosa y se tocaba la cara.
-Los mataría a ambos, pero no vale la pena hacerlo. A partir de mañana, los quiero fuera de esta isla, porque si se quedan, los soldados no harán mas que masacrar a los nuestro por su culpa. - dijo aquella mujer con firmeza, mientras se sentaba y trataba de relajarse.
-Estoy muy decepcionados de ambos. Pensé que eran personas pensantes, pero al parecer me equivoqué- dijo el tabernero, mientras miraba a aquel niño con extrañeza.
-Uds no tienen la fuerza suficiente como para vencer a esas personas y mucho menos para sacar a los esclavos ¿Que hubiera hecho si los sacaban? ¿Tenían un plan?- preguntó, pero antes de que cualquiera de los dos pudiera decir algo, aquel hombre alzaría su mano para detenerlos y volvería a hablar:
-Estas cosas deben dejárselas a las personas que entienden y que tienen la fuerza para combatir esta tiranía. Ahora vayan a dormir, mañana a mañana, tendrán que irse de la isla. Sino, nosotros pagaremos las consecuencias- tras decir aquello, ven como los “echa” de allí.