Takahiro
La saeta verde
07-10-2024, 12:13 PM
(Última modificación: 07-10-2024, 12:22 PM por Takahiro.
Razón: Aclarar una cosica.
)
—De compañía —corrigió sutilmente a Bryan, mientras este continuaba hablando—. Pero puede llamarme Takahiro —prosiguió, tratando de ser lo más formal posible.
El espadachín de cabellos verdosos escuchó con mucha atención cada una de las palabras que articulaba el comandante, sin embargo, ninguna de ellas detallaba con exactitud lo que había ocurrido en el tiempo que habían estado allí, ocultos entre las sombras mientras luchaban constantemente contra los piratas al mando del temible Mad Mon.
—Sobre el terreno somos los que veis aquí—le respondió, haciendo una leve pausa, dando un pequeño paseo con la mirada por aquel lugar y observando la situación de manera más detallada. Los marines estaban hecho un asco, más de lo que le había parecido al entrar. Usarlos en un plan para capturar a los piratas podría ser un error, mas no descartaba tener que luchar cuando quisieran salir de aquel lugar. Takahiro carraspeó la garganta y continuó hablando—. Sin embargo, mi misión no es capturar a los piratas, eso es algo secundario. La razón principal de estar aquí es para llevaros al cuartel a daros atención médica y evitar que ocurran más bajas innecesarias. Entretanto, el cuartel del G-31 cercará Punta Verde para que nadie salga de aquí. Los piratas no podrán estar en estas tierras para siempre, y en ese momento le daremos captura —dijo Takahiro muy convencido. Realmente no tenía ni idea de que harían una vez los marines estuvieran de vuelta en Loguetown, aunque lo más lógico sería hacer lo que él acababa de proponer: cercarlos.
Mientas tanto, los miembros del escuadrón improvisado deambulaban por allí, a excepción de Kovacs que permanecía imponente a su lado, como si fuera su sombra o un ente protector que miraba por su bienestar. En su foro interno se preguntó si al resto de sus compañeros le resultaría también extraño el comandante. Era probable que sí, pero tampoco podía preguntárselo en voz alta. Fue entonces, cuando el sonido de multitud de disparos resonó en las afueras de aquellas ruinas. La actitud de los marines fue extraña, más que como soldados de la gran marina del gobierno mundial parecían civiles a quienes habían puesto un fusil en la mano por obligación o soldados con traumas que no podían luchar. Aquello llamó mucho la atención del peliverde, que frunció el entrecejo durante un par de segundos, mientras instintivamente llevó su mano a la empuñadura de su espada. Segundos después, los maleantes se marcharon de allí.
—Entono el mea culpa —se disculpó Takahiro, si es que aquello podía considerarse de tal manera—. No sé como nos vieron, pero mientras veníamos comenzaron a encañonarnos. Tuve que tomar la firme decisión de pedir al barco que respondieran al fuego con fuego, mientras yo me encargaba de minimizar daños en nuestra pequeña embarcación.
Sin embargo, lo que realmente llamó la atención de Takahiro no fue la pasivo-agresividad con la que el comandante le había hablado, sino la mirada que había recibido de Hugo, su formidable recluta. ¿Qué estaba tratando de decirle con la mirada? Había visto algo fuera del faro, pero ¿el qué? El peliverde tenía que acercarse a él de forma sutil, así que trató de no llamar mucho la atención
—Bien —alzó la voz un breve momento—. Kovacs, ¿sería tan amable de hacer un recuento con los soldados heridos junto al comandante Bryan? —le pidió, sabiendo que cumpliría a rajatabla la orden y podría quitarse a Bryan de encima el tiempo necesario—. Antes de partir tenemos que saber en condiciones están todos y cada uno de los soldados. Usted también, comandante —le dijo—. Desde ahora, por órdenes directas del G-31 y si no es impedimento por su parte, asumo el mando de este escuadrón hasta que estéis a salvo en nuestro navío de camino a tierra firme —Takahiro era consciente de que su decisión de tomar el mando no iba a sentarle bien a Bryan, o quizá si y se equivocaba. Sin embargo, era lo que tenía que hacer—. Mientras tanto, voy a pedirle al recluta Hugo que me apriete un poco más este vendaje, que me lo encuentro algo flojo.
Dicho aquello, si todo salía como debería salir, Takahiro se acercaría al recluta Hugo para saber que había visto. Apenas articularía palabras más allá de «apriétame la venda, soldado, por favor» y trataría de observar lo que su recluta había vislumbrado fuera de aquel derruido faro. La situación era extraña. No sentía la calidez que había sentido al tratar con otros escuadrones de la marina. Quizá fuera porque aquello era parecido a una guerra, pero había algo que no le gustaba en el ambiente. Razón por la que trataría de tener sus sentidos alertas por lo que pudiera ocurrir.
El espadachín de cabellos verdosos escuchó con mucha atención cada una de las palabras que articulaba el comandante, sin embargo, ninguna de ellas detallaba con exactitud lo que había ocurrido en el tiempo que habían estado allí, ocultos entre las sombras mientras luchaban constantemente contra los piratas al mando del temible Mad Mon.
—Sobre el terreno somos los que veis aquí—le respondió, haciendo una leve pausa, dando un pequeño paseo con la mirada por aquel lugar y observando la situación de manera más detallada. Los marines estaban hecho un asco, más de lo que le había parecido al entrar. Usarlos en un plan para capturar a los piratas podría ser un error, mas no descartaba tener que luchar cuando quisieran salir de aquel lugar. Takahiro carraspeó la garganta y continuó hablando—. Sin embargo, mi misión no es capturar a los piratas, eso es algo secundario. La razón principal de estar aquí es para llevaros al cuartel a daros atención médica y evitar que ocurran más bajas innecesarias. Entretanto, el cuartel del G-31 cercará Punta Verde para que nadie salga de aquí. Los piratas no podrán estar en estas tierras para siempre, y en ese momento le daremos captura —dijo Takahiro muy convencido. Realmente no tenía ni idea de que harían una vez los marines estuvieran de vuelta en Loguetown, aunque lo más lógico sería hacer lo que él acababa de proponer: cercarlos.
Mientas tanto, los miembros del escuadrón improvisado deambulaban por allí, a excepción de Kovacs que permanecía imponente a su lado, como si fuera su sombra o un ente protector que miraba por su bienestar. En su foro interno se preguntó si al resto de sus compañeros le resultaría también extraño el comandante. Era probable que sí, pero tampoco podía preguntárselo en voz alta. Fue entonces, cuando el sonido de multitud de disparos resonó en las afueras de aquellas ruinas. La actitud de los marines fue extraña, más que como soldados de la gran marina del gobierno mundial parecían civiles a quienes habían puesto un fusil en la mano por obligación o soldados con traumas que no podían luchar. Aquello llamó mucho la atención del peliverde, que frunció el entrecejo durante un par de segundos, mientras instintivamente llevó su mano a la empuñadura de su espada. Segundos después, los maleantes se marcharon de allí.
—Entono el mea culpa —se disculpó Takahiro, si es que aquello podía considerarse de tal manera—. No sé como nos vieron, pero mientras veníamos comenzaron a encañonarnos. Tuve que tomar la firme decisión de pedir al barco que respondieran al fuego con fuego, mientras yo me encargaba de minimizar daños en nuestra pequeña embarcación.
Sin embargo, lo que realmente llamó la atención de Takahiro no fue la pasivo-agresividad con la que el comandante le había hablado, sino la mirada que había recibido de Hugo, su formidable recluta. ¿Qué estaba tratando de decirle con la mirada? Había visto algo fuera del faro, pero ¿el qué? El peliverde tenía que acercarse a él de forma sutil, así que trató de no llamar mucho la atención
—Bien —alzó la voz un breve momento—. Kovacs, ¿sería tan amable de hacer un recuento con los soldados heridos junto al comandante Bryan? —le pidió, sabiendo que cumpliría a rajatabla la orden y podría quitarse a Bryan de encima el tiempo necesario—. Antes de partir tenemos que saber en condiciones están todos y cada uno de los soldados. Usted también, comandante —le dijo—. Desde ahora, por órdenes directas del G-31 y si no es impedimento por su parte, asumo el mando de este escuadrón hasta que estéis a salvo en nuestro navío de camino a tierra firme —Takahiro era consciente de que su decisión de tomar el mando no iba a sentarle bien a Bryan, o quizá si y se equivocaba. Sin embargo, era lo que tenía que hacer—. Mientras tanto, voy a pedirle al recluta Hugo que me apriete un poco más este vendaje, que me lo encuentro algo flojo.
Dicho aquello, si todo salía como debería salir, Takahiro se acercaría al recluta Hugo para saber que había visto. Apenas articularía palabras más allá de «apriétame la venda, soldado, por favor» y trataría de observar lo que su recluta había vislumbrado fuera de aquel derruido faro. La situación era extraña. No sentía la calidez que había sentido al tratar con otros escuadrones de la marina. Quizá fuera porque aquello era parecido a una guerra, pero había algo que no le gustaba en el ambiente. Razón por la que trataría de tener sus sentidos alertas por lo que pudiera ocurrir.