Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [T1 Autonarrada] Guardia por una noche
Picollo
Daimaku
Verano 3, 724
El Casino Fortune es un edificio imponente de luces brillantes y con un constante murmullo de risas y conversaciones que resalta en su mejor momento, la noche, estaba ya lleno de vida cuando Picollo llegó, mujeres, hombres, piratas, marines, familias importantes y cientos de civiles ocupaban el establecimiento, sin duda era un lugar que convocaba gente de todo East Blue. A su lado, otros cuatro civiles seleccionados por sus habilidades y reputación, habían llegado junto con él para tomar el cargo nocturno. La misión era clara, proteger el casino, evitar robos y asaltos, y en caso de que algún pirata intentara escapar, capturarlo. Una tarea inusual para el viejo Daimaku, que luego de renegar horas atrás, termino por ser convencido gracias a su fiel amigo Grog, más preocupado que él, motivaba a Picollo a conseguir dinero extra para su futura embarcación. - Solo con la carpintería no llegaras a nada, necesitamos un ingreso extra...- 

Picollo observó el interior del casino con mirada seria y ojos atentos. Las mesas de juego estaban llenas, los tragos iban y venían, los crupieres manejaban las cartas con destreza y las fichas chocaban con cada apuesta. Una mezcla de emoción y tensión, típica de las noches en el Fortune. A pesar del lujo y la ostentación, Picollo sabía que en cualquier momento podría desatarse el caos, cualquier malentendido era suficiente para ello. -Bien, todos saben lo que tienen que hacer ¿¿Cierto??- dijo el jefe de seguridad del casino mientras pitaba su habano, un hombre robusto y de aspecto severo. -No quiero ver ni una pelea, ni ningún borracho causando problemas. Estén atentos y actúen rápido, de lo contrario no les pagare, j-e-j-e - Todos los guardias, inclusive el nuevo grupo donde estaba Picollo, asintieron, si no se desempeñaban correctamente en su nueva labor no se les pagaría, esto estaba clarísimo, aunque no estuviera conforme con el trabajo cualquier buena paga era suficiente para motivarlo. - ¡Si señor! - Exclamaron al unísono.

 El Daimaku se posiciono donde le habían indicado anteriormente, sobre una de las entradas principales, desde allí vigilaría junto a dos guardias más, tanto el ingreso como el interior y las primeras mesas. Con su temerosa postura y bajo tan elegante smokin, difícilmente alguien le causara problemas, bastaba con una de sus miradas mortales para desmotivar a cualquiera o hacerle cambiar de parecer, por fin su fealdad le serviría de algo.

 La noche avanzaba y el flujo de clientes no cesaba. Entre ellos, los piratas eran fácilmente reconocibles, más precisamente por su aspecto desaliñado, las cicatrices que marcaban sus rostros y sus risas estruendosas que se oían a varías cuadras antes de su ingreso. - Aquí viene un grupo grande...- mencionó a sus compañeros esperando que estos estén listo para lo que fuera a suceder.

 Era fácil caer en provocaciones, pero Picollo tenía practica y no sería sencillo para los piratas molestarlo, este simplemente los ignoraba y procuraba mantener su tono amenazante, pero no por ello menos cordial, en cierta manera debía hacer un esfuerzo por fingir su templanza. - Adelante caballeros... el casino los espera, tengan una buena noche...- sus palabras fueron completamente ignoradas salvo por uno de ellos que le agradeció con una media sonrisa - Oh... gracias pequeña bestia,  hoy me siento afortunado Ha ha ha-

La primera hora transcurrió sin incidentes, Picollo no bajaba la guardia, estaba claro que la noche recién comenzaba, su experiencia le había enseñado a leer el ambiente y esa noche, algo se sentía diferente, quizá la absurda cantidad de gente lo hacían sentir incomodo. Un grupo de piratas entró, más ruidoso que los anteriores, y se dirigió directamente a una de las mesas de blackjack. Sus movimientos eran erráticos y sus voces, demasiado altas. Picollo se acercó lentamente, observando sin intervenir. Uno de los piratas, claramente el líder del grupo, hizo una apuesta considerable y perdió. Su rostro se torció en una mueca de enojo y antes de que pudiera reaccionar arrojó la mesa al suelo, provocando un gran estruendo. - ¡ME HAN ESTAFADO! ¡MALDITAS SANGIJUELAS! -

-¡Vamos a calmarnos!- dijo Picollo, avanzando con firmeza. -Aquí no se permite ese comportamiento.- El pirata lo miró con desprecio pero el  no se intimidó. Su presencia tenaz y su determinación eran suficientes para hacer dudar a cualquiera. A su lado, otros miembros de la guardia se acercaban, listos para intervenir si era necesario. -¿Y quién te crees que eres?- escupió el pirata, levantándose de su asiento. -Alguien que va a asegurarse de que no causes más problemas - respondió Picollo con voz firme y calmada. -Puedes irte por las buenas o ser sacado por las...- no pudo terminar sus palabras antes que el sujeto le golpeara sobre el mentón.

 El ambiente en el casino se tensó aún más mientras los otros piratas observaban la escena. El líder dudó por un momento, evaluando sus opciones. Finalmente, con un gruñido de frustración, hizo un gesto a sus compañeros y comenzaron a salir, no sin antes lanzar miradas amenazantes a Picollo y los otros guardias. -Pff bueno, la sacaste barata Daimaku - Dijo uno de sus compañeros mientras Picollo se reincorporaba. A veces bastaba con oponer resistencia para que estos se hartaran, podría haber sido peor pero gracias a su temple y resistencia es que logro evadir el conflicto y conseguir que los provocadores se retirasen del Casino. - Bueno, no ha estado tan mal- Dijo mientras volvía a su puesto en la entrada y se acariciaba la mejilla.

 La noche continuó y aunque hubo más incidentes menores, Picollo y su equipo lograron mantener el control de la escena, más que nada borrachos cariñosos que buscaban molestar o algunos pequeños duelos entre apostadores que se terminaban resolviendo fuera del Casino. Su presencia y habilidades fueron suficientes para disuadir a los más problemáticos,  el Casino Fortune pudo cerrar sus puertas sin mayores inconvenientes. Al finalizar la noche, el jefe de Guardias se acerco con varias bolsas de monedas, - Han hecho bien su trabajo, una noche tranquila, ¿ No creen? esta-a es-s su paga, ya pueden retirarse... -. Sin mediar demasiadas palabras Picollo tomó su bolsa de dinero y espero a su amigo Grog que estaba del otro lado. Al cabo de pocos minutos Picollo y Grog volvían a su hogar en el puerto principal de Tequila Wolf, en el camino Grog lo sorprendió con una botella de Whisky - Mira lo que he conseguido... primer calidad...- Dijo mientras le daba un sorbo y le compartía a Picollo. - Veo que haz encontrado un buen destino a tu dinero... ¡dame eso!- Respondió a su amigo mientras bebía, tenía sed y estaba malhumorado, nada que un poco de buen alcohol pudiera solucionar.
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[T1 Autonarrada] Guardia por una noche - por Picollo - 31-07-2024, 09:31 PM

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