Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
07-10-2024, 05:20 PM
Ragn se sintió sorprendido por la reacción de su hermana. Al negarse a pelear, había esperado cualquier cosa, menos ver la dureza en el rostro de Sijuh desvanecerse. Lo que había considerado una simple negativa pareció atravesar las capas de orgullo que ella siempre había mostrado, revelando una calidez que rara vez le había visto. Aunque no mostró gran emoción, internamente sintió cierto orgullo, su decisión había generado en Sijuh un respeto y una aprobación que apenas recordaba haber recibido de ella. Aquella sonrisa, tan rara y genuina, le dejó ver un lado de su hermana que casi había olvidado. Cuando Sijuh le ofreció el odre de hidromiel, Ragn lo aceptó con una ligera inclinación de cabeza y bebió un sorbo. El dulce sabor y el aroma familiar le transportaron a otros tiempos, a momentos en Elbaf donde, pese a las tensiones, aún podían compartir algo parecido a la camaradería. Ragn mantuvo el odre entre las manos mientras la escuchaba hablar sobre Kilombo, y luego, tras un momento, comenzó a responderle con una calma pensativa.
—Jeg har vært i Kilombo nesten tre uker nå. —Dijo, dejando que su voz cargada de gravedad llenara el aire entre ellos. No había apuro en sus palabras, por alguna razón, sentía que el tiempo no era un enemigo en este instante. — Har jobbet ærlig, så godt jeg kan, men du vet... problemene følger meg som en skygge. — Comentó con cierta desgana, asumiendo cosas que no desearía, desgraciadamente. Se detuvo, mirando al fuego con expresión seria. No le sorprendería que Sijuh entendiera perfectamente lo que eso significaba, la muerte era su compañera constante, tan familiar como el olor del acero o el eco de un grito. Desde que había llegado a Kilombo, la violencia y los conflictos habían sido inevitables, como si la misma isla llamara a los problemas. Y, aunque había intentado mantenerse al margen, incluso trabajando de forma honrada, parecía que el caos siempre encontraba la manera de alcanzarlo.
Ragn devolvió el odre a su hermana, mirándola a los ojos. Había algo reconfortante en poder compartir este momento con ella, aunque fuera breve, aunque quizás fuera la última vez. Pero, por ahora, no pensaba en el final. Se limitaba a observarla, a dejar que esa conexión fugaz con su hermana mayor hablara por sí misma. Había algo en ella que le recordaba a él mismo, una sombra que le susurraba que ambos estaban destinados a luchar, a perder y ganar batallas en un ciclo sin fin. —Problemet er at døden aldri er langt unna, ikke sant? —Añadió, con un tono que revelaba la aceptación resignada de alguien que conocía bien la vida de un guerrero. Sabía que su hermana lo entendería sin más explicaciones. Sijuh lo observaba con la misma intensidad de antes, pero ahora con un entendimiento más profundo. La muerte, la batalla, el caos… esas cosas eran parte de ellos, estaban tan entrelazadas en sus almas como el orgullo y el acero. Y Ragn, al verla allí, se dio cuenta de que, al menos por ahora, esa conexión era suficiente.
—Jeg har vært i Kilombo nesten tre uker nå. —Dijo, dejando que su voz cargada de gravedad llenara el aire entre ellos. No había apuro en sus palabras, por alguna razón, sentía que el tiempo no era un enemigo en este instante. — Har jobbet ærlig, så godt jeg kan, men du vet... problemene følger meg som en skygge. — Comentó con cierta desgana, asumiendo cosas que no desearía, desgraciadamente. Se detuvo, mirando al fuego con expresión seria. No le sorprendería que Sijuh entendiera perfectamente lo que eso significaba, la muerte era su compañera constante, tan familiar como el olor del acero o el eco de un grito. Desde que había llegado a Kilombo, la violencia y los conflictos habían sido inevitables, como si la misma isla llamara a los problemas. Y, aunque había intentado mantenerse al margen, incluso trabajando de forma honrada, parecía que el caos siempre encontraba la manera de alcanzarlo.
Ragn devolvió el odre a su hermana, mirándola a los ojos. Había algo reconfortante en poder compartir este momento con ella, aunque fuera breve, aunque quizás fuera la última vez. Pero, por ahora, no pensaba en el final. Se limitaba a observarla, a dejar que esa conexión fugaz con su hermana mayor hablara por sí misma. Había algo en ella que le recordaba a él mismo, una sombra que le susurraba que ambos estaban destinados a luchar, a perder y ganar batallas en un ciclo sin fin. —Problemet er at døden aldri er langt unna, ikke sant? —Añadió, con un tono que revelaba la aceptación resignada de alguien que conocía bien la vida de un guerrero. Sabía que su hermana lo entendería sin más explicaciones. Sijuh lo observaba con la misma intensidad de antes, pero ahora con un entendimiento más profundo. La muerte, la batalla, el caos… esas cosas eran parte de ellos, estaban tan entrelazadas en sus almas como el orgullo y el acero. Y Ragn, al verla allí, se dio cuenta de que, al menos por ahora, esa conexión era suficiente.