Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue puedes asistir a una función cirquense.
[Aventura] T3 Típica mercancía misteriosa, no tan típica
Octojin
El terror blanco
Octojin se quedó parado en medio del pasillo, con el corazón latiendo con fuerza mientras observaba el escenario que él mismo había causado. Los cuerpos inertes de los marines, incluidos los hermanos William, yacían a varios metros de distancia. La rabia con la que había actuado había sido tan intensa que, por un momento, temió haberse excedido. Un momento que pronto se convirtió en real. ¿Los había matado? Se le revolvió el estómago ante esa posibilidad, aunque se obligó a mantener una expresión seria y enfocada. No podía mostrar debilidad en ese momento, no cuando todo el mundo estaba observando.

Los marines que aún quedaban se alejaron rápidamente, algunos con miedo, otros con sus armas listas pero sin atreverse a disparar. Un sudor frío recorrió la espalda del tiburón. El silencio era casi insoportable. Ese era el peor momento, el silencio después de una cagada que te obligaba a pensar en lo que habías hecho. En lo que vendría después, y en porqué las cuarenta opciones que tenías a parte de la que habías tomado, eran mejores. Al oír la llegada de un pelotón con paso militar, supo que la situación iba a empeorar.

"Esto es un desastre..." pensó, mientras sus ojos se encontraban con los de Camille que aparecía en el lugar. La oni, con su voz firme y autoritaria, tomó el control. Al verla intervenir y dispersar a los marines con sus órdenes, Octojin sintió una mezcla de alivio y culpa. Quizá más alivio que culpa, hasta el momento no pudo evitar pensar que había echado todo a perder, y al verla notó que no era así. Había estropeado una ventana para que todo aquello se resolviera sin más violencia, pero aún quedaban más opciones. O eso quería creer.

Una vez que la tensión se alivió gracias a Camille, el gyojin se acercó a ella, asintiendo con la cabeza ante su señal para marcharse. El cartero, en estado deplorable, fue colocado por el tiburón sobre su hombro, y así, comenzaron a alejarse del lugar del conflicto. El peso del hombre apenas significaba algo para él, pero el peso emocional de lo que acababa de ocurrir sí lo hacía.

Mientras se dirigían hacia el despacho de la capitana Montpellier, Octojin relató lo sucedido a Camille con todo lujo de detalles. Le habló sobre cómo había sido confrontado por los marines, cómo los hermanos William lo habían acusado y manipulado la situación, y cómo, al final, había tenido que defenderse a él mismo y al cartero. Sus palabras estaban llenas de frustración y arrepentimiento.

—No quería llegar a esto, Camille... —confesó con un tono amargo—. Me amenazaron a mí y al cartero. No tuve otra opción. No podía quedarme sin hacer nada.

Intentaba mantener la calma, pero dentro de él había una tormenta de emociones. Se sentía mal por lo que había ocurrido; se había dejado llevar por la rabia y la fuerza bruta, y ahora las consecuencias eran claras. Mientras hablaba, Camille lo escuchaba con atención, y aunque no decía mucho, su presencia le proporcionaba cierto consuelo.



Finalmente, llegaron al despacho de la capitana Montpellier. Octojin se quedó en la entrada, bajando al cartero con cuidado para que pudiera sentarse. Dejó que Camille tomara la iniciativa y comenzara a hablar, mientras él la secundaba con movimientos afirmativos de la cabeza. Cuando la conversación terminó, el tiburón sintió que era su momento para hablar.

—Capitana, lamento mucho el daño causado... —dijo, con la mirada baja pero manteniendo un tono firme—. Me excedí y no supe medir mi fuerza. No tenía otra opción, me vi acorralado, pero eso no justifica lo que ha ocurrido.

El silencio llenó la sala por unos segundos. Octojin sabía que tenía que ser honesto, tanto con la capitana como consigo mismo. Respiró hondo y continuó.

—El cartero está... en un estado muy delicado. Parece muy afectado por todo lo que ha vivido y visto. Creo que necesita ayuda psiquiátrica urgentemente. Con su permiso, también quisiéramos traer a Gaul con nosotros. Quizá pueda ser de ayuda en esto.

Terminadas sus palabras, Octojin permaneció quieto, esperando la respuesta de la capitana Montpellier. Se sentía aliviado de haber sido directo, pero la culpa seguía acechándole. La mirada de Camille a su lado, buscándole apoyo y una señal de que estaban haciendo lo correcto, le dio algo de fuerza. Asintió levemente, intentando transmitirle que, a pesar de todo, harían lo necesario para arreglar este desastre.

resumen
#24


Mensajes en este tema
RE: T3 Típica mercancía misteriosa, no tan típica - por Octojin - 07-10-2024, 06:35 PM

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 4 invitado(s)