Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
07-10-2024, 09:04 PM
(Última modificación: 07-10-2024, 09:09 PM por Hunter D. Alpha.)
Dia Treinta. Verano, una madruga del año setecientos veinticuatro.
La madrugada de hoy, el cielo despejado y la luna ilumina totalmente las calles. Aunque no es luna llena, pero igualmente eso no quita el hecho de que ilumina todo el camino para ti, joven pirata. Tú, que recién sales de la taberna en búsqueda de ir al lugar donde descansar y duermes. Aunque no sin antes tener tu petaca de café totalmente recargada y además, una botella de licor de café lista en mano. Por supuesto, también acompañado de tu quería lanza. Siendo esta una de tus mas fieles adiciones recientes. El resto de tus armas las habías vendido en la tienda, ya que finalmente habías decidido ya optar por un camino bélico único y más cómodo para ti. Aunque ahora, no era momento de pensar eso, era momento de intentar llegar a casa.
Aunque no todo podía ser así.
Tu nariz capta un aroma. Uno no peculiar pero aun así no desconocido para ti. Hueles… sangre, joven Alpha. Entras en estado de alerta, algo de tu instinto te dice que algo no anda bien. Sientes algo dentro de ti que te indica que algo anda cerca. Algo que sin duda en vez de asustarte, te emociona. Sientes a una criatura. Y aunque lo más común era seguir tu camino e ignorar este hecho, prefieres encarar esto con una gran sonrisa en el rostro. Sigue el aroma. Avanzas hasta llegar a una callejuela solamente iluminada con la luz de la luna. Alli puedes ver a lo profundo algo que supera tu entendimiento. Un hombre, consumiendo a una mujer. Mordiendo su cuello y observas claramente como pareciera saciar su sed. Se trataba de una joven rubia, le calculabas unos diecisiete años y a simple vista, no parecía estar sufriendo.
Pero eso sí, estaba bastante pálida.
Das un trago a la botella de licor de café y la arrojas lejos. El sonido del vidrio rompiendo contra el suelo y el aroma del licor inundarían el lugar, también probablemente al concentrado sujeto que se encontraba dándose un… “manjar”. Tu simplemente tomas tu lanza, sonriendo. Te muestras con esa expresión característica tuya: el niño que ha encontrado un juguete nuevo. En tu mente piensas que esta persona es alguien digna de cazar y coleccionar. Tus ojos se topan con los de él, y sin duda alguna, te aseguro que ambos se dan cuenta simplemente con mirarse a los ojos.
Ustedes son de la misma especie.
- Veo a un hombre… pero huelo una bestia. – Arrastras tu lanza contra el suelo. Haciendo un semicírculo al frente de ti. El ruido metálico es enriquecedor además de generar una chipa con la fricción. Tomas la lanza con ambas manos y te posicionas. Entrando en tu elemento. Hoy en día portas un kimono blanco, Getas y un lazo rojo amarrándote la cola de caballo. Definitivamente hoy era una noche muy diferente a otras.
Era una noche, muy distinta.
La madrugada de hoy, el cielo despejado y la luna ilumina totalmente las calles. Aunque no es luna llena, pero igualmente eso no quita el hecho de que ilumina todo el camino para ti, joven pirata. Tú, que recién sales de la taberna en búsqueda de ir al lugar donde descansar y duermes. Aunque no sin antes tener tu petaca de café totalmente recargada y además, una botella de licor de café lista en mano. Por supuesto, también acompañado de tu quería lanza. Siendo esta una de tus mas fieles adiciones recientes. El resto de tus armas las habías vendido en la tienda, ya que finalmente habías decidido ya optar por un camino bélico único y más cómodo para ti. Aunque ahora, no era momento de pensar eso, era momento de intentar llegar a casa.
Aunque no todo podía ser así.
Tu nariz capta un aroma. Uno no peculiar pero aun así no desconocido para ti. Hueles… sangre, joven Alpha. Entras en estado de alerta, algo de tu instinto te dice que algo no anda bien. Sientes algo dentro de ti que te indica que algo anda cerca. Algo que sin duda en vez de asustarte, te emociona. Sientes a una criatura. Y aunque lo más común era seguir tu camino e ignorar este hecho, prefieres encarar esto con una gran sonrisa en el rostro. Sigue el aroma. Avanzas hasta llegar a una callejuela solamente iluminada con la luz de la luna. Alli puedes ver a lo profundo algo que supera tu entendimiento. Un hombre, consumiendo a una mujer. Mordiendo su cuello y observas claramente como pareciera saciar su sed. Se trataba de una joven rubia, le calculabas unos diecisiete años y a simple vista, no parecía estar sufriendo.
Pero eso sí, estaba bastante pálida.
Das un trago a la botella de licor de café y la arrojas lejos. El sonido del vidrio rompiendo contra el suelo y el aroma del licor inundarían el lugar, también probablemente al concentrado sujeto que se encontraba dándose un… “manjar”. Tu simplemente tomas tu lanza, sonriendo. Te muestras con esa expresión característica tuya: el niño que ha encontrado un juguete nuevo. En tu mente piensas que esta persona es alguien digna de cazar y coleccionar. Tus ojos se topan con los de él, y sin duda alguna, te aseguro que ambos se dan cuenta simplemente con mirarse a los ojos.
Ustedes son de la misma especie.
- Veo a un hombre… pero huelo una bestia. – Arrastras tu lanza contra el suelo. Haciendo un semicírculo al frente de ti. El ruido metálico es enriquecedor además de generar una chipa con la fricción. Tomas la lanza con ambas manos y te posicionas. Entrando en tu elemento. Hoy en día portas un kimono blanco, Getas y un lazo rojo amarrándote la cola de caballo. Definitivamente hoy era una noche muy diferente a otras.
Era una noche, muy distinta.