Nagaki
Medusa
08-10-2024, 12:36 AM
¡Hola, querido diario! Soy yo, Nagaki, y ¡hoy te tengo una historia emocionante que contar! Aunque esta vez no fue una gran hazaña ni una aventura épica (no como las anteriores veces, obviamente), hoy vengo a contar la experiencia que tuve en el comedor de la base de la marina cuando me tocó de servicio allí.
Era un normal y corriente en la base, un día en que el sol brillaba con fuerza y no había ninguna nube en el cielo, todo parecía tranquilo. Para variar, quería hacer cosas y para que el jefe de pelotón estuviera tranquilo me mandaron a ayudar en el comedor, porque, y palabras textuales del jefe "me encantan los desafíos, y siempre hay algo de acción entre las ollas y sartenes".
Tan pronto como llegué, el aire apestaba al aroma de un estofado medio quemado que algún recluta habría hecho. La cocina estaba llena de marines que les habría tocado esa tarea, como a mí, y yo me sentí muy emocionada de poder participar en toda esa actividad. Era como una fiesta, pero con muchos cuchillos, y aunque a mucha gente eso sería una gran fiesta yo soy más de puños. Me acerqué a la gran olla humeante y vi que un marinero luchaba con una mezcla que parecía tener vida propia así que decidí alejarme de ese mejunje antes de que saliera caminando por sí sola.
Después de un par de intentos fallidos en los que terminé cubierta de salsa, por no hablar del revoltijo que armé con los ingredientes, pero logré ayudar en algo: repartir las raciones en las bandejas. ¡Sentí que estaba haciendo un trabajo importante! Aunque la cocina era un caos, al menos la felicidad de la gente hacía que cada cucharada valiera la pena.
Cuando me tomé un momento para observar a mi alrededor, vi a todos los marineros riendo y compartiendo historias mientras disfrutaban de la comida. Me di cuenta de que, aunque la preparación fue un estropicio, al menos la gente se lo pasaba bien allí. Era satisfactorio ser parte de algo más grande, y eso me llenó de alegría.
Luego ocurrió algo inesperado. Mientras intentaba servir a uno de los oficiales, un marinero derramó un plato de sopa, y la sopa caliente voló en todas direcciones. En lugar de quedarme inmóvil, mis reflejos de ninja gyojin (realmente no era una ninja, pero a veces sí) salió a la luz: me lancé al suelo para evitar que la sopa alcanzara a los demás. ¡Fue un momento heroico! Pero, por supuesto, me olvidé de que había una bandeja en mi brazo y terminé volcando un par de platos en el proceso.
Al final del día, el comedor parecía un campo de batalla tras mis “horas de trabajo”, aunque puede que gran culpa de ello sea mía. Nunca lo sabremos.
Así que aquí estoy, querido diario, ¡prometo seguir ayudando en el comedor, aunque me pondré un delantal más grande por si acaso! ¡Hasta la próxima!
Era un normal y corriente en la base, un día en que el sol brillaba con fuerza y no había ninguna nube en el cielo, todo parecía tranquilo. Para variar, quería hacer cosas y para que el jefe de pelotón estuviera tranquilo me mandaron a ayudar en el comedor, porque, y palabras textuales del jefe "me encantan los desafíos, y siempre hay algo de acción entre las ollas y sartenes".
Tan pronto como llegué, el aire apestaba al aroma de un estofado medio quemado que algún recluta habría hecho. La cocina estaba llena de marines que les habría tocado esa tarea, como a mí, y yo me sentí muy emocionada de poder participar en toda esa actividad. Era como una fiesta, pero con muchos cuchillos, y aunque a mucha gente eso sería una gran fiesta yo soy más de puños. Me acerqué a la gran olla humeante y vi que un marinero luchaba con una mezcla que parecía tener vida propia así que decidí alejarme de ese mejunje antes de que saliera caminando por sí sola.
Después de un par de intentos fallidos en los que terminé cubierta de salsa, por no hablar del revoltijo que armé con los ingredientes, pero logré ayudar en algo: repartir las raciones en las bandejas. ¡Sentí que estaba haciendo un trabajo importante! Aunque la cocina era un caos, al menos la felicidad de la gente hacía que cada cucharada valiera la pena.
Cuando me tomé un momento para observar a mi alrededor, vi a todos los marineros riendo y compartiendo historias mientras disfrutaban de la comida. Me di cuenta de que, aunque la preparación fue un estropicio, al menos la gente se lo pasaba bien allí. Era satisfactorio ser parte de algo más grande, y eso me llenó de alegría.
Luego ocurrió algo inesperado. Mientras intentaba servir a uno de los oficiales, un marinero derramó un plato de sopa, y la sopa caliente voló en todas direcciones. En lugar de quedarme inmóvil, mis reflejos de ninja gyojin (realmente no era una ninja, pero a veces sí) salió a la luz: me lancé al suelo para evitar que la sopa alcanzara a los demás. ¡Fue un momento heroico! Pero, por supuesto, me olvidé de que había una bandeja en mi brazo y terminé volcando un par de platos en el proceso.
Al final del día, el comedor parecía un campo de batalla tras mis “horas de trabajo”, aunque puede que gran culpa de ello sea mía. Nunca lo sabremos.
Así que aquí estoy, querido diario, ¡prometo seguir ayudando en el comedor, aunque me pondré un delantal más grande por si acaso! ¡Hasta la próxima!