Gretta
La Devoramundos
08-10-2024, 01:53 PM
Gretta seguía como un elefante en una cacharrería, avanzando por el bosque e intentado discernir un rastro entre toda la gama de olores que había. "Qué cantidad de nuevos olores, por dios… espera, ¿qué es eso?" Se fijó en un grupo de setas con tintes distintos a todo lo que conocía. Nunca había visto unas así. Gretta era lo que la gente normal llamaba un "médico", aunque ella prefería hacerse llamar "la que habla con la pachamama", porque todo lo que sabía sobre medicina y cómo funcionaba un cuerpo, lo había aprendido de la misma naturaleza. La tierra era la que le había enseñado a lo largo de su vida todo lo que sabía.
Así que sabía a ciencia cierta que las setas podrían causar todo tipo de efectos, algunos incluso mortales. "Mierda, he roto el cartel, bueno, que digo, si no se leer". —OUNGH, OUNGH— se rio y al momento buscó si había alguien cerca. "Joder, se han ido todos corriendo, no hay nadie a quien pegar para que me lea esto… bueno, si algo he aprendido en todos estos años, es que las cosas se descubren probando". Gretta, tras esa reflexión, cogió un manojo de las nuevas setas y las olfateó bien bien, esperando sacar, gracias a su instinto, cual de ellas podría tener un riesgo mortal. Una vez descartadas las que ella creía suponer que serían muy peligrosas, se comió el resto.
Nada más hacerlo, otro olor anuló al resto. "Estúpidos pueblerinos, ¿qué hacen haciendo sopa con estos manjares? Las setas se comen vuelta y vuelta en la sartén, con un toque de aceite y un poco de sal. Mira, no bajo a daros de ostias porque… ¿espera que este otro olor?" Pensaba Gretta mientras una nueva fragancia rompía su cerebro, algo ya no solo nuevo, si no magistral.
Gretta giró bruscamente su cuerpo en la dirección de la que provenía este nuevo aroma. "Tiene que ser esto, madre mía, ¡si sabe cómo huele… ay! Shiro, que esta noche me vas a hacer muy feliz", pensaba ella, corriendo en la dirección guiada por su hocico. Y, por ahora, sin saber si lo que había consumido tendría efectos secundarios o no.
Así que sabía a ciencia cierta que las setas podrían causar todo tipo de efectos, algunos incluso mortales. "Mierda, he roto el cartel, bueno, que digo, si no se leer". —OUNGH, OUNGH— se rio y al momento buscó si había alguien cerca. "Joder, se han ido todos corriendo, no hay nadie a quien pegar para que me lea esto… bueno, si algo he aprendido en todos estos años, es que las cosas se descubren probando". Gretta, tras esa reflexión, cogió un manojo de las nuevas setas y las olfateó bien bien, esperando sacar, gracias a su instinto, cual de ellas podría tener un riesgo mortal. Una vez descartadas las que ella creía suponer que serían muy peligrosas, se comió el resto.
Nada más hacerlo, otro olor anuló al resto. "Estúpidos pueblerinos, ¿qué hacen haciendo sopa con estos manjares? Las setas se comen vuelta y vuelta en la sartén, con un toque de aceite y un poco de sal. Mira, no bajo a daros de ostias porque… ¿espera que este otro olor?" Pensaba Gretta mientras una nueva fragancia rompía su cerebro, algo ya no solo nuevo, si no magistral.
Gretta giró bruscamente su cuerpo en la dirección de la que provenía este nuevo aroma. "Tiene que ser esto, madre mía, ¡si sabe cómo huele… ay! Shiro, que esta noche me vas a hacer muy feliz", pensaba ella, corriendo en la dirección guiada por su hocico. Y, por ahora, sin saber si lo que había consumido tendría efectos secundarios o no.