Ray
Kuroi Ya
08-10-2024, 06:48 PM
Tras disfrutar adecuadamente de las viandas ofrecidas por el subchef Douma, ahora en funciones de chef principal y manager del restaurante ante la ausencia de sus progenitores, y recibir un distendido tour por las instalaciones de la mano de este comienzas a relacionarte con el personal de la cocina. Douma, ante tu generosa oferta de ser puesto a prueba en la preparación de uno de tus platos estrella de cara a comprobar si es digno de ser servido en la prestigiosa carta del Baratie, acepta encantado, designando a Jeff como la persona que catará la comida que presentes ante él.
Este se muestra ligeramente avergonzado cuando le preguntas por los higos tras su extraña advertencia. Algo dubitativo y rascándose la parte posterior de la cabeza con su mano izquierda, te pone en situación:
- Hace poco recibimos el primer pedido de un nuevo proveedor. Los higos tenían muy buena pinta, y el chef Zazaemon, al que le encantan, los probó el primero. Nadie más cogió ni uno. Apenas unas horas después el chef estaba muy enfermo, con fiebre alta, temblores y vómitos. Su mujer, la jefa de sala Nana, se lo llevó a las Islas Gecko para que fuera atendido por un médico. Por eso ninguno de los dos están aquí. Desde entonces nadie nos hemos atrevido siquiera a tocar esos higos.
El joven señala a la enorme caja situada en una esquina de la cocina, donde decenas de higos que aparentemente tienen un aspecto tremendamente apetitoso se agolpan sin que nadie haga el más mínimo ademán de acercarse a ellos. Puedes ver en su rostro claramente la preocupación que siente por el estado de salud de su jefe y maestro, a quien parece apreciar considerablemente.
Los cocineros observan mientras trabajan tu desempeño, y puedes oírles hablar en voz baja sobre que tus habilidades son más que notables para alguien sin experiencia en un restaurante de alto nivel. Parecen ciertamente impresionados con lo bien que te desenvuelves entre los fogones. En particular les ha sorprendido la velocidad a la que has preparado la salsa al vino, sin necesitar siquiera preguntarles dónde guardaban el vino blanco.
Cuando finalizas todos se reúnen durante un momento para escuchar el veredicto de Jeff. Este, sintiendo la presión sobre sus hombros al verse observado, se sienta en un taburete frente al plato que le has presentado. En primer lugar huele los alimentos, inhalando un par de veces lenta pero profundamente, para que sus fosas nasales se llenen de los aromas que desprenden, analizando cada matiz con detenimiento. Después, tras asentir ligeramente, coge un tenedor y prueba el primer bocado, asegurándose de coger un poco de cada ingrediente para disfrutar de la composición en su conjunto. Paladea durante un largo minuto, masticando despacio pero sin parar y moviendo la comida por toda su boca para que todas las papilas gustativas se empapen bien de las diferentes sustancias que la componen. Finalmente traga sin esfuerzo y, con gesto de aprobación, afirma vehementemente:
- El viejo sabe lo que hace, sin duda. Este ceviche está exquisito, en particular por el toque ligeramente picante de la salsa. Lo creo apto para servirlo a nuestros estimados clientes.
La cocina estalla entonces en aplausos. Todos te felicitan, y te das cuenta del buen rollo que inunda aquel lugar. Da la sensación de que todos los empleados están más que a gusto trabajando allí y todo el mundo se lleva bien.
Este se muestra ligeramente avergonzado cuando le preguntas por los higos tras su extraña advertencia. Algo dubitativo y rascándose la parte posterior de la cabeza con su mano izquierda, te pone en situación:
- Hace poco recibimos el primer pedido de un nuevo proveedor. Los higos tenían muy buena pinta, y el chef Zazaemon, al que le encantan, los probó el primero. Nadie más cogió ni uno. Apenas unas horas después el chef estaba muy enfermo, con fiebre alta, temblores y vómitos. Su mujer, la jefa de sala Nana, se lo llevó a las Islas Gecko para que fuera atendido por un médico. Por eso ninguno de los dos están aquí. Desde entonces nadie nos hemos atrevido siquiera a tocar esos higos.
El joven señala a la enorme caja situada en una esquina de la cocina, donde decenas de higos que aparentemente tienen un aspecto tremendamente apetitoso se agolpan sin que nadie haga el más mínimo ademán de acercarse a ellos. Puedes ver en su rostro claramente la preocupación que siente por el estado de salud de su jefe y maestro, a quien parece apreciar considerablemente.
Los cocineros observan mientras trabajan tu desempeño, y puedes oírles hablar en voz baja sobre que tus habilidades son más que notables para alguien sin experiencia en un restaurante de alto nivel. Parecen ciertamente impresionados con lo bien que te desenvuelves entre los fogones. En particular les ha sorprendido la velocidad a la que has preparado la salsa al vino, sin necesitar siquiera preguntarles dónde guardaban el vino blanco.
Cuando finalizas todos se reúnen durante un momento para escuchar el veredicto de Jeff. Este, sintiendo la presión sobre sus hombros al verse observado, se sienta en un taburete frente al plato que le has presentado. En primer lugar huele los alimentos, inhalando un par de veces lenta pero profundamente, para que sus fosas nasales se llenen de los aromas que desprenden, analizando cada matiz con detenimiento. Después, tras asentir ligeramente, coge un tenedor y prueba el primer bocado, asegurándose de coger un poco de cada ingrediente para disfrutar de la composición en su conjunto. Paladea durante un largo minuto, masticando despacio pero sin parar y moviendo la comida por toda su boca para que todas las papilas gustativas se empapen bien de las diferentes sustancias que la componen. Finalmente traga sin esfuerzo y, con gesto de aprobación, afirma vehementemente:
- El viejo sabe lo que hace, sin duda. Este ceviche está exquisito, en particular por el toque ligeramente picante de la salsa. Lo creo apto para servirlo a nuestros estimados clientes.
La cocina estalla entonces en aplausos. Todos te felicitan, y te das cuenta del buen rollo que inunda aquel lugar. Da la sensación de que todos los empleados están más que a gusto trabajando allí y todo el mundo se lleva bien.