Dharkel
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08-10-2024, 10:09 PM
Sorprendentemente su ataque improvisado había funcionado mejor de lo que podría haber esperado, dejando un reguero de sangre a los pies de su rival. Se reincorporó, aún atado, preparándose para otra embestida. El sudor, la sangre, los gritos y el ruido de la batalla habían conseguido animar brevemente aquel paraje desolador. Durante un instante todo volvió a estar en calma, escuchándose tan solo el sonido del viento entre las desgastadas tejas y los derruidos muros. Pero fue breve, como un suspiro en una tormenta.
El dolor que sentía en el brazo persistía, al igual que el escozor en la palma de su otra mano, pero remitió considerablemente cuando el secuestrador aflojó la cadena, dejándola caer para acto seguido huir por su vida, pero no sin antes lanzar una amenaza vacía al espadachín quien sabía que dejarle tener éxito en su huida supondría un problema potencial tanto para él como para sus compañeros cuando volviesen a buscarle.
Consideró la idea de salir tras él con aquel lastre, pero tras unos veloces cálculos que podrían estar errados la descartó. El metal que colgaba de su brazo pesaba demasiado para él. Comenzó a desenrollar la cadena, librándose con rapidez de su cautiverio. Pero ya era tarde, el líder había desaparecido entre las sombras de los callejones. Apretó el puño y estiró la mano un par de veces, tratando de deshacerse del entumecimiento. Una silenciosa mueca de dolor se dibujó en su rostro.
Tenía tres frentes abiertos y tenía que decidir. Seguir al secuestrador por los callejones. Asegurar la información de quien ahora se encontraba frente a él. Y comprobar el estado y la situación de su compañero Rocket. Descartó la primera opción. Probablemente dejaría un rastro de sangre haciendo que su seguimiento fuese relativamente fácil. El mapache le había ayudado en su empresa, aunque era cierto que, aunque los compartían, había sido por sus propios intereses. Por otro lado, estaba su tripulación, el único motivo por el que había desembarcado en Loguetown. Ésta tenía prioridad por encima de todas las cosas.
Cogió la cadena con la zurda y, arrastrándola estridentemente por el suelo, la llevó hasta el secuestrado que estaba tendido en el suelo. Apartó las armas con una patada y le ladeó haciendo presión con la palma del pie, dejándole boja arriba y apuntándole con la katana en todo momento por si intentaba alguna temeridad.
- Vamos a portarnos bien y todos veremos un nuevo amanecer. - Su bota se hundió levemente en el pecho. – Voy a ponerte un nuevo accesorio que está a la moda entre los piratas y los mierdas como tú. No intentes nada o habrá consecuencias. – Comenzó a rodearle con la cadena. Tras un leve amago de resistencia, Dharkel le cortó superficialmente el rostro a modo de recordatorio.
Cuando estuvo completamente amarrado, el espadachín lo arrastró por el suelo apoyándose la cadena en el hombro y en la dirección hacia donde había escuchado los disparos, con el arma aún en la mano.
- ¡¿Algún problema?! – preguntó al aire elevando la voz, buscando al mink.
Tras encontrarse con Rocket y atar a ambos supervivientes comenzó el intenso interrogatorio, donde ambos tuvieron la oportunidad de hacer sus propias preguntas y sacar sus propias conclusiones. Cuando hubo finalizado, rompiendo su palabra y sabiendo que no podía dejar cabos sueltos pasó a ambos hombres por el filo de su hoja. No sabía si aquel acto molestaría al mapache, pero tenía cierta certeza de que entendería sus motivos. Tampoco podía confiar en los falsos ideales de justifica que circulaban por aquellos mares y dejarlos vivos era un riesgo demasiado alto, especialmente después de haberle visto la cara. Había escuchado rumores de revolución, quienes defendía una causa que consideraba justa, pero nunca se había cruzado a ninguno en su camino, no al menos siendo él consciente, por lo que no conocía ninguna base de operaciones donde pudiese llevarlos para que fuesen retenidos adecuadamente. Para el espadachín no eran más que cuentos, un mito que contaban a los niños para que se fuesen a dormir o para dar esperanza a las almas más apenadas.
- Aún tengo un asunto con el que lidiar… – dijo mientras dirigía su mirada hacia los callejones por los que se había desaparecido el presunto líder. Limpió su arma en las ropas de aquellos desgraciados y tras envainarla le tendió nuevamente la mano a su nuevo compañero. – Ha sido un placer trabajar contigo. Aunque no te mentiré, tuve mis dudas. – Dejó salir una leve carcajada de alivio. – Si tienes tiempo mañana me gustaría poder compartir unas jarras de cerveza contigo en el Trago del Marinero, para celebrar esta pequeña victoria. Tengo muchas preguntas que hacerte.
El dolor que sentía en el brazo persistía, al igual que el escozor en la palma de su otra mano, pero remitió considerablemente cuando el secuestrador aflojó la cadena, dejándola caer para acto seguido huir por su vida, pero no sin antes lanzar una amenaza vacía al espadachín quien sabía que dejarle tener éxito en su huida supondría un problema potencial tanto para él como para sus compañeros cuando volviesen a buscarle.
Consideró la idea de salir tras él con aquel lastre, pero tras unos veloces cálculos que podrían estar errados la descartó. El metal que colgaba de su brazo pesaba demasiado para él. Comenzó a desenrollar la cadena, librándose con rapidez de su cautiverio. Pero ya era tarde, el líder había desaparecido entre las sombras de los callejones. Apretó el puño y estiró la mano un par de veces, tratando de deshacerse del entumecimiento. Una silenciosa mueca de dolor se dibujó en su rostro.
Tenía tres frentes abiertos y tenía que decidir. Seguir al secuestrador por los callejones. Asegurar la información de quien ahora se encontraba frente a él. Y comprobar el estado y la situación de su compañero Rocket. Descartó la primera opción. Probablemente dejaría un rastro de sangre haciendo que su seguimiento fuese relativamente fácil. El mapache le había ayudado en su empresa, aunque era cierto que, aunque los compartían, había sido por sus propios intereses. Por otro lado, estaba su tripulación, el único motivo por el que había desembarcado en Loguetown. Ésta tenía prioridad por encima de todas las cosas.
Cogió la cadena con la zurda y, arrastrándola estridentemente por el suelo, la llevó hasta el secuestrado que estaba tendido en el suelo. Apartó las armas con una patada y le ladeó haciendo presión con la palma del pie, dejándole boja arriba y apuntándole con la katana en todo momento por si intentaba alguna temeridad.
- Vamos a portarnos bien y todos veremos un nuevo amanecer. - Su bota se hundió levemente en el pecho. – Voy a ponerte un nuevo accesorio que está a la moda entre los piratas y los mierdas como tú. No intentes nada o habrá consecuencias. – Comenzó a rodearle con la cadena. Tras un leve amago de resistencia, Dharkel le cortó superficialmente el rostro a modo de recordatorio.
Cuando estuvo completamente amarrado, el espadachín lo arrastró por el suelo apoyándose la cadena en el hombro y en la dirección hacia donde había escuchado los disparos, con el arma aún en la mano.
- ¡¿Algún problema?! – preguntó al aire elevando la voz, buscando al mink.
Tras encontrarse con Rocket y atar a ambos supervivientes comenzó el intenso interrogatorio, donde ambos tuvieron la oportunidad de hacer sus propias preguntas y sacar sus propias conclusiones. Cuando hubo finalizado, rompiendo su palabra y sabiendo que no podía dejar cabos sueltos pasó a ambos hombres por el filo de su hoja. No sabía si aquel acto molestaría al mapache, pero tenía cierta certeza de que entendería sus motivos. Tampoco podía confiar en los falsos ideales de justifica que circulaban por aquellos mares y dejarlos vivos era un riesgo demasiado alto, especialmente después de haberle visto la cara. Había escuchado rumores de revolución, quienes defendía una causa que consideraba justa, pero nunca se había cruzado a ninguno en su camino, no al menos siendo él consciente, por lo que no conocía ninguna base de operaciones donde pudiese llevarlos para que fuesen retenidos adecuadamente. Para el espadachín no eran más que cuentos, un mito que contaban a los niños para que se fuesen a dormir o para dar esperanza a las almas más apenadas.
- Aún tengo un asunto con el que lidiar… – dijo mientras dirigía su mirada hacia los callejones por los que se había desaparecido el presunto líder. Limpió su arma en las ropas de aquellos desgraciados y tras envainarla le tendió nuevamente la mano a su nuevo compañero. – Ha sido un placer trabajar contigo. Aunque no te mentiré, tuve mis dudas. – Dejó salir una leve carcajada de alivio. – Si tienes tiempo mañana me gustaría poder compartir unas jarras de cerveza contigo en el Trago del Marinero, para celebrar esta pequeña victoria. Tengo muchas preguntas que hacerte.