Sowon
Luna Sangrienta
09-10-2024, 02:25 AM
A veces las rutinas se hacían tediosas, más cuando involucraban repetir el mismo trabajo día tras día, la isla destacaba por tener una relativa seguridad que salvo algunos crímenes menores no castigables por la muerte no se veía perturbada. En un lugar así, la justicia era cosa de la marina y mercenarios como ella misma se categorizaba servían de otras maneras. La más destacada y popular dado su altura era podar árboles o salvar a gatos de los mismos. Y es que con un edificio andante de cuatro metros poco se podía discutir, además tenía un don natural para convencer a los mismos e incluso la inocencia para jugar con estos o dejarlos dormir en lugares como su cabeza.
Un gato negro dormía acurrucado entre sus dos cuernos negros, la figura de la Oni seguía imponiendo respeto desde que se conoció que ella acompañada de un reducido grupo de mercenarios habían acabado con una rebelde colmena de bandidos de las sierras. La mujer avanzaba por las calles, comiendo unas frituras de una bolsa mientras que a su espalda llevaba envuelto en telas el enorme espadón. Incluso parecía un tronco con el grosor de las telas y el enorme tamaño que duplicaba en parte su tamaño pero un arma más corta sería a sus ojos una daga y no una espada.
—¿Qué hace un pajarraco en medio de la calle? Si lo llevo al corral puede que me paguen bien, a esa viejita se le escapan muy seguido...—
Rascó con su dedo al gato que reposaba en su cabeza, quien en respuesta solo se estiró en otra posición, últimamente muchos gallos se escapaban de los corrales y pagaban bien por encontrar a los más gordos. A la distancia este parecia bastante grandote, la mujer masticaba con emoción las frituras mientras se acercaba paso a paso. Su sombra se proyectó imponente sobre el sujeto, y es que no fué hasta estar muy cerca que pudo notar que aquello frente a ella no era un gallo si no un humano con gustos peculiares. ¿Quizás trabajaba con pájaros?
—Oh, no eras uno de esos gallos fugados, te veías prometedor pagan bien por los gordinflones. ¿Qué sucede? Te noto algo cabizbajo, mis ojos están aqui arriba.—
Señaló al notar cierta inquietud en ese humano, no parecía a simple vista tener problema alguno pero estaba en medio de la avenida sin tomar un rumbo. Y es que era habitual en ese lugar que hubiera ladronzuelos, el puerto estaba cerca y era un buen punto para canjear el dinero por objetos poco legales. A lo mejor el excentrico humano era uno de esos ladrones, vigilando los movimientos para marcar alguna víctima, a la forma de verlo de la Oni era mejor no sacarle el ojo de encima.
Un gato negro dormía acurrucado entre sus dos cuernos negros, la figura de la Oni seguía imponiendo respeto desde que se conoció que ella acompañada de un reducido grupo de mercenarios habían acabado con una rebelde colmena de bandidos de las sierras. La mujer avanzaba por las calles, comiendo unas frituras de una bolsa mientras que a su espalda llevaba envuelto en telas el enorme espadón. Incluso parecía un tronco con el grosor de las telas y el enorme tamaño que duplicaba en parte su tamaño pero un arma más corta sería a sus ojos una daga y no una espada.
—¿Qué hace un pajarraco en medio de la calle? Si lo llevo al corral puede que me paguen bien, a esa viejita se le escapan muy seguido...—
Rascó con su dedo al gato que reposaba en su cabeza, quien en respuesta solo se estiró en otra posición, últimamente muchos gallos se escapaban de los corrales y pagaban bien por encontrar a los más gordos. A la distancia este parecia bastante grandote, la mujer masticaba con emoción las frituras mientras se acercaba paso a paso. Su sombra se proyectó imponente sobre el sujeto, y es que no fué hasta estar muy cerca que pudo notar que aquello frente a ella no era un gallo si no un humano con gustos peculiares. ¿Quizás trabajaba con pájaros?
—Oh, no eras uno de esos gallos fugados, te veías prometedor pagan bien por los gordinflones. ¿Qué sucede? Te noto algo cabizbajo, mis ojos están aqui arriba.—
Señaló al notar cierta inquietud en ese humano, no parecía a simple vista tener problema alguno pero estaba en medio de la avenida sin tomar un rumbo. Y es que era habitual en ese lugar que hubiera ladronzuelos, el puerto estaba cerca y era un buen punto para canjear el dinero por objetos poco legales. A lo mejor el excentrico humano era uno de esos ladrones, vigilando los movimientos para marcar alguna víctima, a la forma de verlo de la Oni era mejor no sacarle el ojo de encima.