Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
09-10-2024, 05:08 PM
Ragnheidr siguió su rutina sin mucha alteración, levantando pesas, máquinas completas y cualquier otro equipo que encontrara, con una facilidad casi insultante. Su cuerpo, con la energía imparable de un gigante, se movía con fluidez y potencia. Se sentía como en su hábitat natural, pero había algo que lo desconectaba del momento, no era solo que el gimnasio quedaba muy por debajo de sus capacidades físicas. Era esa incómoda sensación que lo perseguía desde su sueño, el rostro de Airgid que se mezclaba con la presencia de Nosha, su diosa de la muerte. ¿Podía ser que esa conexión fuera la que hacía a la rubia tan... atrayente? La idea lo irritaba y lo intrigaba a partes iguales.
El tipo que lo había increpado hacía unos momentos seguía mirándolo de reojo, sin ocultar su envidia y su desconcierto. Ragn, en cambio, ignoraba a todo el que estuviera alrededor. En un movimiento casi mecánico, levantó una de las máquinas de press banca, la dejó caer con fuerza y la volvió a alzar varias veces, notando que algunas de las piezas chirriaban bajo el peso inusual. Airgid, mientras tanto, había empezado a recoger sus cosas, y Ragn notó que se le acercaba con una sonrisa. Ragn la miró con una ceja alzada. La idea de un sitio mejor resonó en él, aunque más que eso, fue el hecho de que ella también parecía estar buscando algo más desafiante, algo que, quizá, le permitiera confirmar lo que tenía en mente. — Tenerr algo mejorrr. — Dejó caer la máquina con un último golpe, que hizo que el suelo retumbara, causando que algunos de los presentes retrocedieran asustados. Le dedicó a Airgid una sonrisa cargada de desafío. Ambos salieron del gimnasio, ignorando por completo la mirada atónita del resto de los presentes.
El llano de tierra cercano les ofrecía el espacio abierto que necesitaban, y el lugar era lo suficientemente apartado como para que nadie los molestara. Al llegar, Ragn se detuvo en medio del terreno, su expresión se tornó seria y enfocada. — Vamos a lucharrr. Tú y yo. — Afirmó con potencia, levantando un dedo y apuntandola con el. La miró fijamente, indicando que también buscaba poner a prueba su fuerza, y quizás incluso, su conexión. Ragn respiró hondo, preparándose. No se trataba solo de un combate, era una oportunidad para ver si su fuerza y la de Airgid resonaban en el mismo nivel, si había algo que pudiera desafiarlo y, tal vez, acercarlo a la respuesta que estaba buscando. La maldita violencia servía para estas cosas.
Airgid le devolvió la mirada, con una determinación tan feroz que se sintió por un momento igual de poderosa y temible que cualquier diosa. Ragn sonrió. Finalmente, tenía delante de él lo que parecía un verdadero desafío.
El tipo que lo había increpado hacía unos momentos seguía mirándolo de reojo, sin ocultar su envidia y su desconcierto. Ragn, en cambio, ignoraba a todo el que estuviera alrededor. En un movimiento casi mecánico, levantó una de las máquinas de press banca, la dejó caer con fuerza y la volvió a alzar varias veces, notando que algunas de las piezas chirriaban bajo el peso inusual. Airgid, mientras tanto, había empezado a recoger sus cosas, y Ragn notó que se le acercaba con una sonrisa. Ragn la miró con una ceja alzada. La idea de un sitio mejor resonó en él, aunque más que eso, fue el hecho de que ella también parecía estar buscando algo más desafiante, algo que, quizá, le permitiera confirmar lo que tenía en mente. — Tenerr algo mejorrr. — Dejó caer la máquina con un último golpe, que hizo que el suelo retumbara, causando que algunos de los presentes retrocedieran asustados. Le dedicó a Airgid una sonrisa cargada de desafío. Ambos salieron del gimnasio, ignorando por completo la mirada atónita del resto de los presentes.
El llano de tierra cercano les ofrecía el espacio abierto que necesitaban, y el lugar era lo suficientemente apartado como para que nadie los molestara. Al llegar, Ragn se detuvo en medio del terreno, su expresión se tornó seria y enfocada. — Vamos a lucharrr. Tú y yo. — Afirmó con potencia, levantando un dedo y apuntandola con el. La miró fijamente, indicando que también buscaba poner a prueba su fuerza, y quizás incluso, su conexión. Ragn respiró hondo, preparándose. No se trataba solo de un combate, era una oportunidad para ver si su fuerza y la de Airgid resonaban en el mismo nivel, si había algo que pudiera desafiarlo y, tal vez, acercarlo a la respuesta que estaba buscando. La maldita violencia servía para estas cosas.
Airgid le devolvió la mirada, con una determinación tan feroz que se sintió por un momento igual de poderosa y temible que cualquier diosa. Ragn sonrió. Finalmente, tenía delante de él lo que parecía un verdadero desafío.