Asradi
Völva
09-10-2024, 07:24 PM
Tenía que reconocer que la compañía de Alistair, así como lo que estaban compartiendo y ella enseñando, era algo que no se esperaba para nada. Ambos parecían compartir una buena afinidad dentro del poquísimo tiempo en el que se conocían o, más bien, solo eses cuantos minutos que habían resultado más agradables de lo que se hubiese imaginado. Encontrar gente no solo afín a ella, sino que tuviese un corazón tan cálido como el de Alistair, era algo que, creía, solo se encontraba en viejas historias. De vez en cuando, mientras charlaban y compartían conocimientos o alguna que otra experiencia breve, a la sirena se le escapaba una breve sonrisa, y alguna que otra mirada divertida hacia el lunarian.
— Sí, los echo mucho de menos. — Confesó en un tono mucho más suave donde podía notarse el aire nostálgico que la embargaba. Tenía tantas ganas de volver a ver a los suyos y, al mismo tiempo, prefería que las cosas siguiesen así, para no ponerles en peligro. Temía que su huida, dejando atrás a su “amo”, hubiese tenido terribles consecuencias para su clan. Esperaba que eso no fuese así, al menos. — Pero son fuertes, estarán bien.
Eso era lo que siempre se repetía para que los malos pensamientos no la asolasen. Una sonrisa más breve le dedicó a Alistair, cuando volvieron a cambiar de tema. Era obvio que no le gustaba hablar de aquello. O de que escondía algo. Era verdad. Y lo peor de todo es que era algo que llevaba cargando sobre sus hombros. Esa carga tatuada en su espalda. Sentía que le quemaba cada vez que pensaba en todo eso.
Por fortuna la conversación se fue por otros derroteros. Aunque ahora Asradi no estaba segura de si era mejor o peor. Como tampoco estaba segura de cuánto debía contar sobre aquello. A ver, no tenía porqué dar detalles. Además, ¿por qué se estaba poniendo roja como un tomate? La sirena carraspeó un poco para quitarse la repentina incomodidad de encima.
Lo peor de todo es que podía sentir la inquisitiva y curiosa mirada del lunarian sobre sí misma. Intentó distraerse con otra cosa mientras respondía, quizás un poco a su manera.
— No pasó nada. — ¿Por qué lo estaba justificando? Aunque era verdad, no había pasado nada raro. — Él estaba convaleciente por el veneno. La primera prioridad era estabilizarle.
No estaba mintiendo, pero por algún motivo ella se estaba imaginando otras cosas sin saber si Alistair había hecho la pregunta de manera inocente o con segundas intenciones. ¿De dónde había salido esa faceta cotilla? Bueno, no podía culparle. Además de que tampoco se conocían tanto como para saber cómo era él o no.
— Pero sí, es un gyojin bastante impresionante. Son cuatro metros de gyojin tiburón. — Sonrió un tanto divertida al describirle.
“Cuatro metros de ternura.”, pensó.
Aunque eso último no lo dijo en voz alta, pues no quería arruinar la reputación de Octojin ante un desconocido. Pero sí que se le dibujó una breve sonrisita divertida con tal pensamiento.
— Sea como sea, no lo he vuelto a ver desde entonces, así que espero que esté bien. — Luego de eso, miró que Alistair había terminado con la pasta. Sí, tanta emoción había hecho que el lunarian hubiese molido las hierbas de más. Pero no pasaba nada. La intención y el interés era lo que contaban.
— ¿Y qué más me puedes contar de ti? Seguro que tienes alguna historia interesante. — Intentó cambiar un poco las tornas, ahora mirando con más picardía a Alistair.
— Sí, los echo mucho de menos. — Confesó en un tono mucho más suave donde podía notarse el aire nostálgico que la embargaba. Tenía tantas ganas de volver a ver a los suyos y, al mismo tiempo, prefería que las cosas siguiesen así, para no ponerles en peligro. Temía que su huida, dejando atrás a su “amo”, hubiese tenido terribles consecuencias para su clan. Esperaba que eso no fuese así, al menos. — Pero son fuertes, estarán bien.
Eso era lo que siempre se repetía para que los malos pensamientos no la asolasen. Una sonrisa más breve le dedicó a Alistair, cuando volvieron a cambiar de tema. Era obvio que no le gustaba hablar de aquello. O de que escondía algo. Era verdad. Y lo peor de todo es que era algo que llevaba cargando sobre sus hombros. Esa carga tatuada en su espalda. Sentía que le quemaba cada vez que pensaba en todo eso.
Por fortuna la conversación se fue por otros derroteros. Aunque ahora Asradi no estaba segura de si era mejor o peor. Como tampoco estaba segura de cuánto debía contar sobre aquello. A ver, no tenía porqué dar detalles. Además, ¿por qué se estaba poniendo roja como un tomate? La sirena carraspeó un poco para quitarse la repentina incomodidad de encima.
Lo peor de todo es que podía sentir la inquisitiva y curiosa mirada del lunarian sobre sí misma. Intentó distraerse con otra cosa mientras respondía, quizás un poco a su manera.
— No pasó nada. — ¿Por qué lo estaba justificando? Aunque era verdad, no había pasado nada raro. — Él estaba convaleciente por el veneno. La primera prioridad era estabilizarle.
No estaba mintiendo, pero por algún motivo ella se estaba imaginando otras cosas sin saber si Alistair había hecho la pregunta de manera inocente o con segundas intenciones. ¿De dónde había salido esa faceta cotilla? Bueno, no podía culparle. Además de que tampoco se conocían tanto como para saber cómo era él o no.
— Pero sí, es un gyojin bastante impresionante. Son cuatro metros de gyojin tiburón. — Sonrió un tanto divertida al describirle.
“Cuatro metros de ternura.”, pensó.
Aunque eso último no lo dijo en voz alta, pues no quería arruinar la reputación de Octojin ante un desconocido. Pero sí que se le dibujó una breve sonrisita divertida con tal pensamiento.
— Sea como sea, no lo he vuelto a ver desde entonces, así que espero que esté bien. — Luego de eso, miró que Alistair había terminado con la pasta. Sí, tanta emoción había hecho que el lunarian hubiese molido las hierbas de más. Pero no pasaba nada. La intención y el interés era lo que contaban.
— ¿Y qué más me puedes contar de ti? Seguro que tienes alguna historia interesante. — Intentó cambiar un poco las tornas, ahora mirando con más picardía a Alistair.